Portada » Español » El Concepto de Cultura: Origen, Evolución y Distinción con la Naturaleza
El verbo latino colere significa ordinariamente cultivar. Así, agrum colere significa cultivar el campo y vitem colere quiere decir cultivar la vid. De ahí proviene la palabra «cultura». Así, agriculturae son las diversas formas de cultivar el campo y cultura vitium es el cultivo de las viñas. De ahí proceden palabras como agricultura o viticultura.
El adjetivo latino cultus indica la propiedad de un campo de estar cultivado. Quien cultiva el campo, lo cuida constantemente. De ahí que el sustantivo cultus adquiriese también el sentido de cuidado y se aplicara a las acciones con que los sacerdotes cuidaban a los dioses, es decir, el culto que les rendían. Con esa acepción pasó al castellano como «culto» religioso.
Posteriormente, se abrió paso la metáfora que compara el espíritu de un hombre rudo con un campo sin cultivar, y su educación con el cultivo de ese campo, y se empezó a hablar de cultura animi, cultivo del alma. En el siglo XVII español, la metáfora se aplicó sobre todo al lenguaje. Quienes hablaban o escribían con un estilo especialmente cultivado (o rebuscado) se llamaban a sí mismos cultos. Dos siglos más tarde, la palabra «cultura» era asociada sobre todo con las actividades recreativas con que las personas bien educadas entretenían sus ocios: lectura, etc. De designar algo tan fundamental para la sociedad romana como la agricultura, la palabra «cultura» había ido evolucionando semánticamente hasta acabar refiriéndose a algo tan superficial como los pasatiempos de la clase ociosa.
Esta concepción vulgar, romántica y superficial de la cultura (que aún colea en las secciones de «cultura» de los periódicos y en los ministerios y consejerías «de cultura») fue posteriormente eclipsada (al menos en el ámbito científico) por el uso que de la palabra «cultura» han hecho desde un principio los antropólogos. Cuando los arqueólogos nos hablan de la cultura magdaleniense o musteriense, se refieren al conjunto de las técnicas (sobre todo de producción de armas y herramientas) de estos periodos. Cuando los etnólogos describen las culturas de los diversos pueblos aborígenes que estudian, se refieren tanto a sus técnicas productivas (en especial a las agrícolas, si es que las poseen), como a sus formas de organización social, a sus creencias religiosas, a sus códigos morales, a sus costumbres, fiestas y pasatiempos. La noción romana de «cultura» como agricultura y la noción romántico-vulgar de «cultura» como pasatiempo prestigioso quedan así combinadas en una noción más amplia de «cultura», que es la noción actual.
Su primera formulación explícita se debe al antropólogo británico Edward B. Taylor: «***Cultura es aquel todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, leyes, moral, costumbres y cualquier otra capacidad y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad***». La «cultura» abarca así todos los conocimientos, capacidades y hábitos adquiridos en sociedad, es decir, no heredados genéticamente.
Sapir incide en la misma idea cuando caracteriza la «cultura» como «el ***conjunto socialmente heredado de prácticas y creencias*** que determinan la textura de nuestra vida». Malinowski, otro antropólogo, la caracteriza como «herencia social que comprende artefactos, bienes, procesos técnicos, ideas, hábitos y valores heredados».
La «cultura» puede caracterizarse como herencia, pero solo como herencia social, no biológica. El concepto de «cultura» que emplean todos estos antropólogos abarca todo tipo de actividades, valores e ideas humanas, siempre que estas sean transmitidas por aprendizaje y no heredadas genéticamente.
Ese carácter social y adquirido de la «cultura» se opone a lo congénito, a lo innato, a aquello con lo que se nace. Precisamente de la forma natus, del verbo nasci (nacer), proviene la palabra latina natura. La natura (o naturaleza) es aquello que se tiene ya al nacer o que está determinado ya al nacer, lo congénito, es decir, lo genéticamente preprogramado o lo adquirido durante el desarrollo embrionario y fetal.
Tanto la natura como la cultura son información recibida de los demás, pero la cultura se opone a la natura como lo adquirido o aprendido de los otros se opone a lo genéticamente heredado.
Por naturaleza, tenemos pelo, y nuestro pelo es de tal color. Por cultura, nos lo cortamos, peinamos o teñimos. Quien se queda calvo pierde el pelo naturalmente. El monje budista, el punk o el skinhead que se tonsuran la cabeza pierden su pelo culturalmente. Por naturaleza somos capaces de hablar (en general) y por cultura somos capaces de hablar (precisamente) en francés.
El individuo, interactuando con el entorno, puede adquirir alguna información por sí mismo, por aprendizaje individual. Pero la mayor parte de la información de que dispone la hereda de los demás. La información heredada de que dispone un organismo vivo le puede haber llegado por dos canales: por el canal genético o por el canal del aprendizaje social. Todo lo que el organismo sabe hacer (en un sentido amplísimo, es decir, es capaz de hacer) porque está genéticamente preprogramado para hacerlo forma parte de su natura. ***Todo lo que el organismo sabe hacer porque ha aprendido socialmente a hacerlo*** constituye su «cultura». Hablando de seres vivos, natura es información transmitida genéticamente; «cultura» es información no transmitida genéticamente, sino por aprendizaje social.
Jesús Mosterín: Filosofía de la cultura.