Portada » Historia » El Liberalismo y las Revoluciones Atlánticas: Independencia de EE. UU. y Revolución Francesa
A finales del siglo XVIII, la sociedad del Antiguo Régimen, basada en la monarquía absoluta, los estamentos y una economía controlada por el rey, entró en crisis debido a movimientos revolucionarios liderados por la burguesía. Estos movimientos impusieron la ideología liberal, difundida por pensadores como Montesquieu en su obra El espíritu de las leyes.
Los gobiernos moderados defendían un liberalismo doctrinario, que limitaba el poder del pueblo y aumentaba el del rey. Proponían que el poder del gobierno recayera en los ‘capacitados’ y que el sufragio fuese censitario, es decir, limitado por la capacidad económica. Por otro lado, los gobiernos progresistas incrementaron el poder del parlamento y extendieron el derecho al voto.
Durante el siglo XVII, debido a las persecuciones religiosas en Inglaterra, muchos puritanos y católicos emigraron a la costa occidental de América, formando los estados de Nueva Inglaterra. En 1763, existían 13 colonias con más de 2 millones de habitantes, en su mayoría escoceses y alemanes, a lo que se sumó la inmigración de esclavos negros.
Políticamente, dependían de Gran Bretaña y desarrollaron una rica agricultura y un activo comercio a través de los puertos de Boston, Nueva York y Filadelfia. El pacto colonial con la metrópoli impedía negociar con otras naciones.
La Guerra de los Siete Años consolidó a Gran Bretaña como la primera potencia colonial y marítima, en detrimento de Francia, que perdió sus posesiones en América del Norte y la India. Esta guerra debilitó la economía inglesa, y la Corona británica aumentó los impuestos en las colonias sobre productos como el azúcar, el té, el vidrio y los periódicos. Esto provocó el Motín del Té, que sería el inicio de la guerra.
George Washington inició la lucha independentista el 4 de julio de 1776 con la Declaración de Independencia, que contenía la primera declaración de los derechos humanos. España y Francia brindaron ayuda a los colonos. En 1781, los colonos vencieron a las tropas británicas en la Batalla de Yorktown.
En 1783, la Paz de Versalles reconoció la independencia americana por parte de Gran Bretaña. Las colonias se transformaron en una república federal con un Tribunal Supremo.
A partir de 1768, el Estado francés del Antiguo Régimen enfrentó grandes problemas financieros, ocasionados por las guerras contra Gran Bretaña y la caída de los precios agrícolas. Esto desembocó en una crisis a partir de 1780, caracterizada por:
Para acabar con las deudas del Estado, Calonne, ministro de Luis XVI, propuso una reforma en la que la nobleza y el clero pagarían impuestos. Hubo una Asamblea de Notables que rechazó la propuesta y exigió al rey la convocatoria de los Estados Generales.
En agosto de 1788, el rey convocó los Estados Generales. Cada estamento elaboró su libro de quejas. La burguesía pedía tener un número de diputados equivalente al de la nobleza y el clero, y que el voto fuera por cabeza y no por estamentos, pero los privilegiados lo rechazaron. Los diputados del Tercer Estado, junto con algunos privilegiados, juraron en el Salón del Juego de Pelota no separarse hasta dar a Francia una Constitución. Así surgió la Asamblea Nacional (constituida el 9 de julio).
París, preocupado por la amenaza de los privilegiados, presenció el asalto a la Bastilla el 14 de julio de 1789. Esta asamblea, dominada por los moderados (girondinos), aprobó una Constitución, promulgó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y suprimió los privilegios feudales. El rey intentó huir al extranjero, pero fue detenido. Austria y Prusia prepararon la guerra.
Se constituyó conforme a la Constitución. Ante la amenaza de invasión extranjera, Francia declaró la guerra a Austria. El rey fue acusado de traición, destituido y encarcelado. Se produjeron sangrientos tumultos en París, promovidos por los jacobinos, diputados extremistas dirigidos por Robespierre. Los austriacos fueron derrotados en Valmy.
Abolida la monarquía, se proclamó la República y continuó la guerra exterior. En el interior, los jacobinos, apoyados por los sans-culottes, crearon organismos revolucionarios y enviaron a muchos a la guillotina, incluidos los reyes Luis XVI y María Antonieta. Este periodo fue conocido como El Terror y consiguió el sufragio universal masculino. El cansancio de la guerra exterior y los problemas económicos dieron lugar a un golpe de Estado dirigido por los girondinos el 23 de julio de 1794. Se redactó una Constitución más moderada que la de 1791 y se entregó el poder a un Directorio de cinco miembros.
Suprimió las reformas sociales y políticas anteriores. Líderes jacobinos como Robespierre y Saint-Just fueron guillotinados. Se estableció una nueva Constitución y se volvió al sufragio censitario. El descontento impulsó un golpe de Estado dirigido por Bonaparte el 18 de Brumario de 1799 (9 de noviembre).
Napoleón fue nombrado Primer Cónsul en 1800. Consolidó conquistas sociales y logró la paz interior mediante indultos. Organizó el Estado francés con una política interior que incluyó una administración centralizada con la figura del prefecto, la creación del Banco de Francia y una moneda única, la unificación de leyes francesas en el Código Civil, la reorganización de la enseñanza con los liceos y la firma de un concordato con la Iglesia Católica. En política exterior, puso fin a diez años de guerras firmando la paz con Austria y con el Reino Unido.