Portada » Filosofía » Filosofía Griega Clásica: Pensadores, Conceptos y Teorías Fundamentales
Empédocles, influenciado por Parménides, establece la teoría de los cuatro principios: agua, aire, fuego y tierra, siendo estos la realidad que nunca cambia. Las cosas naturales son combinaciones de estos elementos y se rigen por dos fuerzas opuestas: el amor y el odio (o discordia). Para él, el ser no es uno, sino una pluralidad de cuatro elementos.
Para Anaxágoras, la pluralidad es infinita, cualitativa y de distintas sustancias. Él sostiene que no solo existen cuatro elementos, sino tantos elementos primigenios como tipos de cosas. Hay una porción de cada sustancia natural en cada semilla (o homeomería), y el predominio de un elemento u otro depende de la fuerza que él denomina Nous, es decir, la mente o intelecto. Con Anaxágoras se introduce la idea de teleología.
Leucipo de Mileto y Demócrito de Abdera consideran que la realidad básica está integrada por una infinidad de pequeños objetos, los átomos, que se mueven libremente en el vacío. En este sentido, el no-ser es fundamental. No somos más que un conglomerado de átomos, y los cambios que observamos son reconfiguraciones de estos. Estos cambios son posibles gracias al vacío y no necesitan ninguna causa externa para su movimiento. Los átomos tienen tres propiedades: forma, orden (o lugar) y posición. Según Aristóteles, los atomistas atribuían al azar la causa de todo, considerándolo su arché.
Para Calicles, la distinción entre physis (naturaleza) y nomos (ley) es irrelevante, ya que la naturaleza hace a los humanos desiguales, de ahí que prevalezca el derecho del más fuerte. La ley, en cambio, beneficia a los más débiles. Aunque el hombre busca por naturaleza el placer, para alcanzarlo plenamente tendría que vivir sin ley. Por eso, la ley busca igualar lo que la naturaleza tiende a dar como desigual.
A Protágoras de Abdera se le atribuye el lema de «hacer más fuerte el argumento más débil». Para facilitar la convivencia, los hombres han recurrido al nomos, el sentido político de la justicia y la moral, implicando el relativismo. Es decir, la ley está basada en una convención alcanzada entre personas, no en la naturaleza.
Gorgias de Leontinos opina que, si entre opiniones diferentes solo una pudiera ser verdadera, entonces al afirmar que todas son verdaderas, se estaría afirmando que todas las opiniones son falsas. Sus famosas tesis son:
Trasímaco afirma que el nomos es el interés del más fuerte. Si no existiera la ley, habría más desventajas, por eso la gente la acepta.
El método socrático se basa en la ironía y la mayéutica. Sócrates se opuso al relativismo y el escepticismo sofístico. Él se preguntaba por el cuidado del alma y por la vida del ciudadano en la polis. El primer paso para llegar a saber algo consiste en el reconocimiento de la propia ignorancia.
La ironía socrática buscaba que el interlocutor descubriera en primer lugar su ignorancia, por eso se le atribuye la frase de «Solo sé que no sé nada». Esto significa que el más sabio es aquel que reconoce su ignorancia y, a partir de ahí, inicia la búsqueda del saber.
La investigación de la verdad recibe el nombre de mayéutica, que es el arte de «dar a luz» la verdad, siguiendo el precepto «Conócete a ti mismo», porque dentro de cada uno se encuentra la verdad. Aparece la definición, que es llegar al fondo de las cosas. Para combatir el relativismo sofístico, Sócrates empleará razonamientos inductivos y definiciones universales. El razonamiento inductivo busca el conocimiento de las cosas concretas para extraer lo universal.
Sócrates se preocupaba por las costumbres y la vida social de sus ciudadanos, y pensaba que el ser humano, guiado por la luz natural de la razón, puede alcanzar la verdad. Este intelectualismo ético-moral se resume en que el saber y la virtud coinciden: el que conoce el bien, lo practica; y el que hace el mal, lo hace por ignorancia. Es necesario buscar definiciones universales de los conceptos morales para establecer la comunicación y hacer posible el diálogo sobre temas políticos y morales. La virtud es conocimiento; aunque este es individual, su logro es común a todos los que lo buscan.
El Mito de la Caverna constituye un claro ejemplo de su concepción de la realidad. Existen dos mundos: el mundo sensible, que es un mundo aparente, y el mundo inteligible, que constituye la auténtica realidad.
Platón, gracias a su maestro Crátilo, conoció la teoría de Heráclito, según la cual todas las cosas están sometidas a variación: «todo fluye». Posteriormente, contactó con las ideas de Parménides, según las cuales el ser es uno; así, Platón quería establecer un equilibrio entre ambas filosofías. Mientras para Sócrates la esencia universal era inmanente a las cosas mismas, para Platón es trascendente, es decir, se da al margen de las cosas.
Platón aplicó atributos contradictorios a uno y otro mundo: el mundo inteligible está formado por lo que no varía (las ideas y los números), y el mundo sensible por las cosas cambiantes (objetos artísticos y entes naturales).
La Teoría de las Ideas constituye el núcleo central de la filosofía platónica y en ella se fundamentan los diferentes contenidos de su pensamiento. Dicha teoría nunca tuvo una elaboración acabada y completa, sino que fue configurándose lentamente.
Platón señaló que hay ideas de realidades éticas y estéticas, de lo semejante y de lo desemejante, de la pluralidad y la unidad; esto incluye el mundo inteligible de los entes matemáticos y de los seres naturales y artificiales. Si las ideas son la auténtica realidad, tendrán un sentido ontológico y un significado lógico.
En cuanto a la realidad, la idea constituye: la esencia, la causa ejemplar y el fin. En su significado lógico, la idea se convierte en el concepto universal, que se refiere a una pluralidad de objetos de la misma especie.
La estructura piramidal consiste en que las ideas inferiores dependen de las superiores, estas de otras más elevadas, y así sucesivamente hasta llegar a la Idea Suprema, la Idea de Bien. La Idea del Bien es la suprema realidad, gracias a la cual existen y son verdaderas todas las demás realidades. Proporciona el ser a todo cuanto es y, en consecuencia, es algo que, siendo en sí mismo, está presente en todas las demás realidades.
En el Mito de la Caverna, los reflejos de objetos y estatuas que transitan fuera de la estancia donde se encuentran los esclavos poseen una entidad aparente en el mundo material. Este mito es una alegoría sobre la educación, ya que esta es la liberación del prisionero.
Según Platón, conocer consiste en recordar; el conocimiento es reminiscencia, pues el alma ya posee las ideas. Si el ser humano puede poseer conocimientos necesarios, es porque existen objetos reales que son necesarios. Por otro lado, la experiencia le dice al ser humano que en el mundo en el que vive todas las cosas son particulares; por eso se distinguen grados de realidad.
Se plantean dos clases de conocimiento: el verdadero saber o auténtica ciencia (episteme) y la opinión o saber aparente (doxa). La calidad del conocimiento depende de la naturaleza de los objetos conocidos. El conocimiento suministrado por los sentidos nos engaña (doxa). Pero cuando el alma logra librarse de la realidad sensible y elevarse al mundo de las ideas, entonces tiene lugar el verdadero conocimiento: la episteme.
En el Símil de la Línea, Platón lo representa:
Representa el conocimiento sensible, que proporciona opinión (doxa) y posee dos niveles:
Representa la imaginación (Eikasía), que es el conocimiento que el ser humano obtiene mediante la imaginación. Se refiere a la confusión del conocimiento sensible del que solo obtenemos imágenes engañosas de las cosas del mundo sensible.
Representa la creencia (Pistis), conocimiento obtenido por los sentidos del mundo sensible en la investigación sobre la naturaleza, y que es conocimiento de realidades que están en continuo cambio.
Representa el conocimiento intelectual o conocimiento del mundo propio de las ideas. Proporciona ciencia (episteme) y tiene dos niveles:
Representa el pensamiento (Dianoia), o conocimiento que se obtiene cuando se razona, y se va de las hipótesis a las conclusiones; se corresponde con el pensamiento discursivo.
Representa el conocimiento (Noesis), o conocimiento que se obtiene cuando, partiendo de la hipótesis y basándose solo en las ideas (y no en las imágenes), se va al principio de las mismas, a un principio que no necesita ninguna hipótesis, sino que es la hipótesis de todas las demás ideas. Se trata del conocimiento de la Idea de Bien.