Portada » Historia » Nacionalismos Periféricos y el Ocaso Colonial Español: La Crisis de 1898
El nacionalismo vasco gira en torno a la figura de Sabino Arana, fundador del Partido Nacionalista Vasco (PNV) en 1895. Los planteamientos ideológicos de Sabino Arana son:
Los nacionalismos gallego y valenciano experimentaron un desarrollo mucho más lento. En Galicia hubo un movimiento parecido a la Renaixença denominado Rexurdimento, que se plasmó más tarde en las Irmandades da Fala, que buscaban la difusión de la lengua gallega. Hasta la Segunda República no aparecerá un partido galleguista. En Valencia se creará en 1904 la organización Valencia Nova, que reclamaba autonomía para la región.
El año de 1898 es clave en la historia de España, pues supone la pérdida de los últimos territorios coloniales, proceso que había comenzado en los inicios del siglo XIX. Cuba era, de entre las posesiones españolas, la de mayor trascendencia desde el punto de vista económico. Los intereses económicos de una parte de la burguesía española se centraban en Cuba. Para el ejército era un destino donde adquirir méritos militares que le valdrían en la Península. Entre 1868 y 1878 se había producido una guerra en la isla entre los independentistas y los no independentistas. Aunque el conflicto se cerró con la Paz de Zanjón, existía también el Partido Autonomista Cubano que pretendía reformas, pero sin perder la unión con España. En el lado opuesto estaba el Partido Revolucionario Cubano, fundado en 1892 por José Martí, que defendía la independencia.
En esta situación, la guerra surgió nuevamente en 1895 con la sublevación de José Martí, iniciada en Baire. Los insurrectos, denominados mambises, preferían no enfrentarse directamente al ejército español y utilizar emboscadas en una guerra de guerrillas apoyadas por la población campesina. En este contexto de guerra se produjo la intervención de los Estados Unidos, proporcionando material y armamento a los sublevados. Las razones del interés norteamericano en la isla eran de tipo económico y geoestratégico, pues el control de la isla suponía un dominio del Caribe. Una vez iniciada la guerra de Cuba, se produjeron movimientos insurreccionales en Filipinas y Puerto Rico (1896-1897).
En Filipinas, los dos líderes del independentismo, Andrés Bonifacio y José Rizal, fueron ejecutados y el movimiento independentista paralizado en 1897. En Puerto Rico, la actividad insurreccional fue mínima, pues la isla estaba controlada por ricos propietarios catalanes y mallorquines que exportaban a España y a Europa y mantenían al Partido Incondicional Español.
Todo se precipita en el año 1898 cuando el presidente McKinley manda a Cuba el navío de guerra Maine para proteger los intereses norteamericanos en la isla, después de que se asaltase y quemase un periódico independentista cubano llamado El Reconcentrado. El Maine, fondeado en la bahía de La Habana, estalló y se hundió. El gobierno norteamericano acusó a España, exigiendo su retirada de la isla. El gobierno español entró en guerra sabiendo que sus posibilidades eran nulas. La guerra fue rápida y se resolvió en dos batallas clave: en Cavite (1 de mayo de 1898) y en la bahía de Santiago de Cuba (3 de julio de 1898), donde los barcos de madera españoles se enfrentaron a buques de acero.
En diciembre de ese mismo año 1898 se firmó el Tratado de Paz de París. España cedía a EE. UU. Puerto Rico, Filipinas, la isla de Guam y Cuba. Las repercusiones del desastre del 98 fueron diversas y profundas: