Portada » Historia » España en la Unión Europea: Evolución Territorial y Rol Estratégico
La división político-administrativa de España ha experimentado diversas fases a lo largo de su historia:
El Estado Autonómico se inicia con la Constitución de 1978, que garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran. La Constitución no creó el mapa autonómico actual, sino que permitió que fueran las propias regiones las que solicitaran el derecho a la autonomía.
Para acceder a la autonomía, la Constitución estableció diversas vías:
Cada Comunidad Autónoma, regida por su Estatuto de Autonomía, posee una serie de competencias exclusivas (políticas, económicas, de transportes, sanitarias, etc.).
Para financiarse, las comunidades participan en los ingresos del Estado, aunque también cuentan con ingresos propios y transferencias. Para corregir los desequilibrios territoriales, las comunidades reciben ingresos del Fondo de Compensación Interterritorial (FCI), que aporta recursos a las comunidades desfavorecidas. Las Comunidades Autónomas se dividen en provincias y municipios, y el Estado de las Autonomías se basa en la igualdad territorial y la solidaridad.
Los instrumentos financieros de la UE para lograrlo son los fondos estructurales, que fomentan el desarrollo, la reconversión y favorecen los recursos humanos (como el FEDER, el FSE y los Fondos de Cohesión). También existen programas especiales para resolver problemas en regiones con graves desequilibrios, cuyos gastos son cofinanciados por los fondos estructurales y los Estados miembros. El Banco Europeo de Inversiones (BEI) es el encargado de conceder préstamos a bajo interés.
Los resultados de esta política han demostrado que, a pesar de la cesión de soberanía a la UE, los fondos han mejorado el empleo y el desarrollo de las regiones menos favorecidas, beneficiando también a las regiones más avanzadas.
Según las normativas europeas, se permite conceder ayudas especialmente a regiones con un nivel de vida bajo o con subempleo. Las regiones con un PIB per cápita inferior al 75 % de la media europea reciben dichas ayudas, mientras que las que lo superan reciben ayudas de menor cuantía. También se están promocionando las industrias de tecnología avanzada y mejorando las regiones turísticas. Para ello se utilizan los fondos de compensación interterritorial.
El territorio es una expresión espacial de la política, la economía, la cultura y la ecología de una sociedad. El objetivo es ordenar el territorio para lograr un equilibrio socioeconómico entre las regiones. Para ello, es fundamental una organización integral del espacio a través de planes territoriales, siendo la región el ámbito principal.
Cuando España ingresó en la UE, el espacio de referencia era la región, sin olvidar que existen ámbitos mayores y menores que también requieren una estrecha colaboración.
La integración europea ha sido un proceso gradual y complejo:
Actualmente, los grandes objetivos para toda la UE incluyen simplificar los tratados, democratizar las instituciones y ampliar las fronteras hacia el Este.
España no se encuentra entre los países más ricos de la UE, pero ha logrado una notable integración política. En cuanto al PIB, se sitúa por debajo de la media europea. Respecto a la densidad de población, se observa un interior deshabitado y un litoral densamente poblado. La tasa de actividad es baja, en parte debido a la tardía incorporación de la mujer al mercado laboral, y la tasa de paro es alta, aunque se reciben ayudas para converger con la media europea.
La integración de España en la UE ha abarcado múltiples dimensiones:
Esta sección reitera los puntos clave de la integración de España en la UE, destacando su compromiso en diversas áreas:
La posición actual de España en la UE se caracteriza por: