Portada » Filosofía » Pensadores Esenciales y Conceptos Clave de la Filosofía Occidental
Karl Marx desarrolla su pensamiento a mediados del siglo XIX, en un contexto marcado por el auge del capitalismo industrial y la consolidación de la burguesía como clase dominante. En su crítica al sistema capitalista, Marx denuncia la alienación del trabajador, es decir, la pérdida de control sobre el producto de su trabajo y sobre sí mismo. Desde una perspectiva materialista, entiende que las condiciones materiales determinan la conciencia, y que la historia es el resultado de la lucha de clases. Recupera la dialéctica de Hegel, pero la invierte: no es la Idea la que mueve la historia, sino la economía, dando lugar a la dialéctica materialista. Marx sostiene que el proletariado debe tomar conciencia de su situación y organizarse políticamente para transformar la sociedad mediante una revolución. En este sentido, conecta con Hegel, cuya dialéctica influye en su teoría del cambio histórico, aunque Marx sustituye el idealismo por el materialismo. También se distancia de los socialistas utópicos y de la economía política clásica, por no cuestionar la raíz del problema. Frente a la ilusión ilustrada de libertad, como la que defendía Kant, Marx muestra que sin igualdad económica no hay autonomía real. Su pensamiento inaugura el socialismo científico y sigue siendo clave para analizar las estructuras de poder.
Friedrich Nietzsche desarrolla su filosofía a finales del siglo XIX, en un contexto de crisis de los valores tradicionales, marcada por el avance de la ciencia y el declive de la religión. Su pensamiento es una crítica radical a la cultura occidental, especialmente a la moral cristiana, que considera una «moral de esclavos» basada en el resentimiento y la negación de la vida. Proclama la muerte de Dios, no como un hecho religioso, sino como la desaparición del fundamento absoluto de los valores. Esto genera el nihilismo, es decir, la pérdida de sentido. Ante esto, propone la figura del superhombre, capaz de crear nuevos valores y afirmar la vida desde la voluntad de poder. Nietzsche critica a Sócrates, Platón y Kant por haber subordinado el cuerpo y la vida a la razón. Frente al racionalismo ilustrado, propone una filosofía vitalista, trágica y afirmativa. En este sentido, conecta con el existencialismo posterior, especialmente con Sartre, que también defiende que el ser humano debe asumir su libertad sin apoyarse en verdades trascendentes. Aunque sus ideas se malinterpretaron en el siglo XX, Nietzsche no propone un sistema cerrado, sino una provocación constante que invita a repensar la moral, la verdad y el sentido de la existencia.
Kant se sitúa en el siglo XVIII, en pleno auge de la Ilustración. Su pensamiento responde al debate entre racionalismo y empirismo, buscando un fundamento sólido para el conocimiento y la moral. En ética, Kant defiende que la moral no depende de las consecuencias ni de los deseos, sino del deber: una acción es moral si se realiza por respeto a la ley moral. Esta ley se expresa en el imperativo categórico, que exige actuar de forma que nuestra máxima pueda valer como ley universal. Para Kant, el ser humano es un fin en sí mismo, dotado de dignidad y autonomía, y no debe ser tratado nunca como medio. Su filosofía influye en el idealismo alemán, especialmente en Hegel, que transformará su pensamiento hacia una ética más histórica y dialéctica. Además, Kant defiende los ideales ilustrados de libertad, razón y progreso, que serán criticados posteriormente por autores como Marx o Nietzsche, quienes ven en ellos una forma encubierta de opresión. Kant también tiene influencia en el feminismo ilustrado: autoras como Mary Wollstonecraft adoptan su defensa de la razón y la autonomía para reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres. Su pensamiento sigue siendo una base clave en debates sobre ética y derechos humanos.
Mary Wollstonecraft escribe a finales del siglo XVIII, en el contexto de la Ilustración y de la Revolución Francesa. Reivindica los principios de libertad, igualdad y autonomía que se defendían para los hombres, pero que se negaban a las mujeres. En su obra Vindicación de los derechos de la mujer, argumenta que la subordinación femenina no es natural, sino producto de la educación y de las estructuras patriarcales. Afirma que las mujeres tienen la misma capacidad racional que los hombres y deben recibir una educación igualitaria para poder ejercer su libertad moral. Su pensamiento se enfrenta especialmente a Rousseau, quien sostenía que la mujer debía ser educada para agradar al hombre y servirle. Wollstonecraft comparte con Kant la idea de autonomía y dignidad moral, pero la aplica de forma coherente también al género femenino, anticipando el feminismo liberal moderno. Su propuesta se inscribe dentro del proyecto ilustrado, pero también lo cuestiona desde dentro, al denunciar su exclusión estructural de las mujeres. Será una referencia clave para autoras posteriores como Simone de Beauvoir, que profundizarán en la crítica al patriarcado desde una perspectiva existencialista y social. Wollstonecraft inaugura así una tradición filosófica feminista basada en la razón y la justicia.
Olympe de Gouges, escritora y activista francesa del siglo XVIII, desarrolla su pensamiento en el contexto de la Revolución Francesa. En 1791 publica la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, en respuesta a la «Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano», que ignoraba explícitamente a las mujeres. Su propuesta denuncia la hipocresía de un discurso revolucionario que proclamaba la igualdad, pero solo para los hombres. De Gouges exige la plena ciudadanía para las mujeres: derecho al voto, a la propiedad, a la educación y al acceso a cargos públicos. Critica abiertamente a autores como Rousseau, quien defendía una visión de la mujer subordinada al hombre. Al igual que Mary Wollstonecraft, reclama que la razón, la libertad y los derechos no tienen género. Su pensamiento conecta con el espíritu ilustrado, pero lo radicaliza al exigir coherencia entre teoría y práctica. La radicalidad de sus ideas le costó la vida: fue ejecutada durante el periodo del Terror. Su figura fue reivindicada por el feminismo moderno como una precursora de los derechos de las mujeres. De Gouges simboliza la lucha por la universalización real de los valores ilustrados, enfrentándose al machismo de su época y a la exclusión institucional.
Hegel desarrolla su pensamiento entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, en un contexto marcado por la Revolución Francesa y el auge del pensamiento ilustrado. Su filosofía busca comprender el desarrollo de la libertad humana a través del tiempo, mediante un método dialéctico que explica cómo las contradicciones impulsan el cambio histórico. Según Hegel, la historia es el proceso mediante el cual el Espíritu Absoluto se reconoce a sí mismo en la realidad, y esto ocurre a través de la superación de conflictos entre opuestos. En el ámbito político, defiende que el Estado racional moderno es la forma en la que se encarna la libertad colectiva. Hegel influye profundamente en Karl Marx, quien adopta la dialéctica, pero la invierte: no es el espíritu el motor de la historia, sino la lucha material entre clases sociales. Hegel también impacta en autores como Kierkegaard y Nietzsche, que critican su racionalismo sistemático. Aunque parte del proyecto ilustrado, Hegel lo trasciende al introducir una concepción histórica y dinámica de la razón. Su pensamiento abre la puerta a interpretaciones de la historia como proceso racional, pero también a críticas posteriores que ven en su sistema una forma de justificar estructuras autoritarias o jerárquicas.
Thomas Hobbes escribe en el siglo XVII, en un contexto de guerras civiles y conflictos políticos en Inglaterra. Su principal preocupación es el orden social y la paz. En su obra Leviatán, describe el estado de naturaleza como una situación de «guerra de todos contra todos», donde la vida es «solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta». Para evitar este caos, los individuos deben renunciar a parte de su libertad y someterse a un soberano absoluto que garantice la seguridad. Hobbes es considerado uno de los padres del pensamiento político moderno, al proponer que el poder político no deriva de Dios, sino de un contrato social entre individuos racionales. Se distancia de autores posteriores como Rousseau, quien ve el estado de naturaleza como un tiempo de paz y libertad, y que propondrá un contrato más igualitario. También se diferencia de Locke, que defenderá la separación de poderes. Hobbes influye en el pensamiento moderno sobre el Estado y la soberanía, aunque su visión pesimista del ser humano ha sido objeto de críticas. Frente al ideal ilustrado de libertad, Hobbes prioriza el orden y la seguridad, proponiendo un modelo de autoridad fuerte como único freno a la violencia natural del ser humano.
Simone de Beauvoir escribe en el siglo XX, en el contexto del existencialismo y del auge de los movimientos feministas. En su obra más influyente, El segundo sexo, analiza cómo la mujer ha sido históricamente construida como «el otro» respecto al hombre, negándole autonomía y reduciéndola a una función biológica o social. Influida por el existencialismo de Sartre, defiende que la existencia precede a la esencia, y por tanto, que no existe una naturaleza femenina, sino que la mujer se construye a través de la educación, la cultura y las relaciones sociales, lo que se conoce como la construcción social del género. Esta visión supone una crítica directa a autores como Aristóteles, Rousseau o Freud, quienes justificaron la inferioridad femenina desde presupuestos biológicos o naturalistas. De Beauvoir recupera y amplía el legado de Mary Wollstonecraft y Olympe de Gouges, llevando el feminismo a un plano filosófico profundo. Reivindica la libertad y responsabilidad de las mujeres para construir su propio proyecto vital. Su obra marca un antes y un después en la filosofía contemporánea y en la lucha por la igualdad de género. Al aplicar los conceptos existencialistas al análisis del patriarcado, ofrece una herramienta potente para entender cómo se naturalizan las desigualdades y cómo pueden superarse desde la libertad.
Sigmund Freud, médico y neurólogo austriaco, desarrolla su pensamiento a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Es el fundador del psicoanálisis, una teoría y método terapéutico que revela que gran parte de la conducta humana está determinada por procesos inconscientes. Frente al racionalismo ilustrado, Freud sostiene que no somos dueños de nosotros mismos: el yo consciente es solo una parte del aparato psíquico, dominado por el ello (instintos) y el superyó (normas sociales interiorizadas). Esta visión rompe con la idea de sujeto autónomo heredada de Kant y la Ilustración. Freud analiza cómo los impulsos sexuales reprimidos, especialmente en la infancia, influyen en la formación de la personalidad, y cómo el conflicto entre deseo y norma produce neurosis. Su teoría del inconsciente influye profundamente en la cultura del siglo XX, y es retomada por autores como Simone de Beauvoir, que lo critica por justificar roles de género tradicionales, o por marxistas que reinterpretan el inconsciente desde la represión social. Aunque su pensamiento ha sido criticado por su falta de base empírica, Freud cambió radicalmente la forma de entender al ser humano, mostrando que la razón no es soberana y que la identidad está atravesada por el deseo, la represión y el conflicto interno.
Jean-Paul Sartre, filósofo francés del siglo XX, es el principal representante del existencialismo ateo. Su pensamiento se desarrolla en un contexto de crisis tras la Segunda Guerra Mundial, en el que se cuestionan los valores tradicionales. Sartre parte de la idea de que «la existencia precede a la esencia«: el ser humano no tiene una naturaleza fija, sino que debe inventarse a sí mismo a través de sus decisiones. Esto implica una libertad radical, pero también una gran responsabilidad: somos lo que hacemos, y no podemos excusarnos en una esencia dada, en Dios o en la sociedad. Frente a determinismos como el biológico (Freud) o el económico (Marx), Sartre defiende que el ser humano es libre incluso en las peores circunstancias. Esta libertad puede generar angustia, ya que no hay valores absolutos a los que aferrarse. Su pensamiento influye en Simone de Beauvoir, que lo aplica al análisis del patriarcado. Aunque Sartre no rechaza el compromiso político, como otros existencialistas, sí insiste en que toda acción es una elección moral. En contraposición a Kant, que basaba la moral en el deber racional, Sartre afirma que los valores se crean en el acto mismo de elegir. Su obra interpela al sujeto como proyecto abierto.
Jean-Jacques Rousseau, filósofo del siglo XVIII, es una figura clave de la Ilustración, pero también su crítico. En sus obras, como El contrato social y Emilio, defiende que el ser humano es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe. A diferencia de Hobbes, que ve el estado de naturaleza como guerra, Rousseau lo imagina como un tiempo de paz e igualdad. Sin embargo, la aparición de la propiedad privada genera desigualdad y dominación. Propone entonces un contrato social en el que todos los ciudadanos se unan bajo la voluntad general, buscando el bien común. Esta idea influye en las revoluciones modernas, como la Revolución Francesa. En educación, plantea un modelo natural, que respete el desarrollo libre del niño. Su pensamiento será criticado por Mary Wollstonecraft, que denuncia su visión sexista de la educación femenina. También lo cuestionará Marx, al considerar insuficiente su análisis de la desigualdad económica. A pesar de ello, Rousseau es una figura fundamental en la teoría democrática y en la reflexión sobre la libertad. Con él, la Ilustración alcanza una dimensión crítica: no basta con el progreso técnico, sino que es necesario un orden social justo que permita la auténtica libertad e igualdad de todos los ciudadanos.
Giro Copernicano: Cambio radical propuesto por Kant en su teoría del conocimiento. En lugar de suponer que el sujeto se adapta al objeto (como pensaban los filósofos anteriores), Kant plantea que es el objeto el que se adapta al sujeto. Es decir, el conocimiento no depende solo del objeto, sino también de las condiciones del sujeto que conoce. Así como Copérnico cambió la idea de que el Sol giraba alrededor de la Tierra, Kant revoluciona la filosofía al afirmar que el sujeto contribuye activamente a la formación del conocimiento.
Nihilismo: Doctrina filosófica desarrollada especialmente por Nietzsche, que sostiene que no existen valores absolutos ni verdades universales. El nihilismo surge cuando las creencias tradicionales (como la religión o la moral) pierden su valor. Nietzsche afirma que Occidente sufre una «muerte de Dios«, es decir, una pérdida de sentido. Frente al vacío que esto genera, el nihilismo puede ser pasivo (abandono) o activo (superación). Este último da lugar al ideal del superhombre, que crea nuevos valores.
Metafísica: Parte de la filosofía que trata de los principios fundamentales de la realidad, como el ser, Dios, el alma y el mundo. Para Kant, la metafísica tradicional era dogmática porque pretendía conocer estas realidades solo con la razón, sin apoyarse en la experiencia. En su Crítica de la Razón Pura, Kant analiza si la metafísica puede ser una ciencia, y concluye que es una tendencia natural de la razón humana, pero que debe someterse a crítica para evitar caer en errores.
Materialismo Histórico: Teoría filosófica desarrollada por Karl Marx que sostiene que la historia de la humanidad está determinada por las condiciones materiales, especialmente las relaciones económicas de producción. Según esta teoría, la lucha de clases ha sido el motor de la historia, y las ideas, el derecho o la religión son parte de la «superestructura» que depende de la base económica. Propone una revolución socialista para acabar con la explotación de una clase por otra y llegar a una sociedad sin clases.
Imperativo Categórico: Principio fundamental de la ética de Kant. Es una norma moral universal que debe cumplirse por deber, sin depender de los intereses o consecuencias. Se formula así: «Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal«. Es decir, hay que actuar de modo que lo que uno hace pueda ser una ley válida para todos. También se formula como el respeto a la dignidad de todas las personas, tratándolas siempre como fines y no como medios.
Nacionalismo Kantiano: Aunque Kant no desarrolla directamente una teoría del nacionalismo, su idea de un orden moral universal e ilustrado influyó en concepciones éticas del Estado y la ciudadanía. Kant defiende una organización racional del Estado basada en la libertad, la ley y la autonomía moral de los ciudadanos. El nacionalismo kantiano puede entenderse como la defensa de un Estado republicano donde los ciudadanos son libres y se rigen por leyes que ellos mismos se han dado, con una vocación universalista y pacifista.
Juicios (según Kant): Para Kant, los juicios son afirmaciones que relacionan un sujeto con un predicado. Clasifica los juicios en dos tipos según su contenido: analíticos (el predicado está incluido en el sujeto) y sintéticos (el predicado añade algo nuevo). Y según su origen: a priori (independientes de la experiencia) y a posteriori (dependen de la experiencia). El conocimiento científico, según Kant, se basa en juicios sintéticos a priori: aportan conocimiento nuevo y son universales y necesarios.
Ley Moral: Para Kant, es la norma racional que guía la conducta moral del ser humano. No se basa en deseos, inclinaciones ni intereses, sino en la razón pura práctica. La ley moral se manifiesta como un deber interior, al que el ser humano debe obedecer por respeto, no por miedo o conveniencia. Esta ley se expresa mediante el imperativo categórico, y su cumplimiento convierte al ser humano en autónomo, libre y digno, ya que actúa según su propia razón.
Crítica de Kant: Es el proyecto filosófico desarrollado por Immanuel Kant para analizar los límites y posibilidades de la razón humana. Su obra principal, Crítica de la razón pura, examina qué puede conocer la razón (uso teórico) y cómo debe actuar (uso práctico). La crítica kantiana no rechaza la razón, sino que la examina para determinar sus capacidades. Así, Kant busca superar el dogmatismo racionalista y el escepticismo empirista, proponiendo una filosofía trascendental basada en condiciones a priori del conocimiento.
Alienación: Concepto central en el pensamiento de Marx. Describe la situación del trabajador en el sistema capitalista, donde pierde el control sobre el proceso y el producto de su trabajo. El trabajador no se realiza, sino que se siente extraño a sí mismo, a los otros y a la naturaleza. La alienación también implica que los seres humanos no son conscientes de su verdadera situación y actúan bajo ideologías impuestas por la clase dominante. Solo la revolución puede superar esta alienación.
Escuela de Fráncfort: Corriente filosófica surgida en Alemania en el siglo XX, representada por pensadores como Adorno, Horkheimer y Marcuse. Su objetivo era revisar críticamente el marxismo clásico y analizar la irracionalidad del mundo moderno. Criticaron el capitalismo, el socialismo real y el auge del nazismo. Desarrollaron la «teoría crítica«, que combina marxismo y psicoanálisis, y denunciaron la razón instrumental (uso técnico de la razón sin valores). Defendieron una sociedad libre, consciente de los límites de la razón y comprometida con la justicia.
Vitalismo: Corriente filosófica que considera la vida como el valor supremo y motor fundamental del ser humano, frente a la razón abstracta o la moral tradicional. Nietzsche es uno de sus principales representantes. Critica la cultura occidental por haber reprimido los instintos vitales y haberlos sustituido por normas morales decadentes. El vitalismo defiende la afirmación de la vida, los instintos, la creatividad y la fuerza como impulsores del desarrollo humano y cultural.
Moral de Esclavos: Término usado por Nietzsche para criticar la moral tradicional judeocristiana, que valora la humildad, la obediencia y la compasión. Esta moral es creada por los débiles, que no pueden imponer su voluntad y reaccionan contra los fuertes. Frente a ella, Nietzsche propone una «moral de señores» basada en la afirmación de la vida, el orgullo y la fuerza. La moral de esclavos reprime los instintos naturales y es, según Nietzsche, una forma de resentimiento.
Moral de Occidente: Para Nietzsche, la moral de Occidente es una moral decadente basada en la represión de la vida y los instintos. Se fundamenta en valores como el sacrificio, la culpa o la obediencia, que él considera producto del cristianismo y del resentimiento de los débiles. Esta moral impide el desarrollo del individuo libre y creativo. Nietzsche propone superarla mediante la transvaloración de los valores y la creación de una nueva moral afirmativa, vital y libre.
Superhombre: Figura ideal propuesta por Nietzsche como modelo de ser humano que ha superado la moral tradicional y ha creado sus propios valores. El superhombre no necesita normas externas, actúa desde su voluntad de poder y afirma la vida con todos sus aspectos, incluso el sufrimiento. Es libre, autónomo y creativo. Representa la superación del nihilismo pasivo y la respuesta afirmativa ante la «muerte de Dios«. No es un tirano, sino un creador de sentido.
Dictadura del Proletariado: Concepto marxista que designa una fase transitoria del proceso revolucionario en la que la clase trabajadora (proletariado) toma el control del Estado para eliminar las clases sociales y los privilegios de la burguesía. Su objetivo es abolir la propiedad privada de los medios de producción y crear las condiciones para una sociedad comunista sin Estado. Esta dictadura no debe entenderse como un régimen autoritario, sino como una herramienta temporal de transformación social.
Idealismo Hegeliano: Doctrina filosófica de Hegel que sostiene que la realidad es racional y se desarrolla dialécticamente. La historia es el proceso mediante el cual el Espíritu Absoluto (la Razón) se realiza a través del tiempo. Todo lo real es racional y todo lo racional es real. La realidad no es estática, sino que avanza mediante contradicciones (tesis, antítesis y síntesis). El Estado es la culminación de este proceso, donde se realiza la libertad y la racionalidad plenas.
Estado de Naturaleza: Es una condición hipotética anterior a la existencia del Estado o la sociedad organizada. Para Hobbes, es una situación de guerra permanente, donde el hombre vive con miedo y sin seguridad. Rousseau, en cambio, lo considera un estado de inocencia, igualdad y libertad natural, pero sin progreso. Ambos lo usan como punto de partida para justificar la necesidad de crear una sociedad mediante un contrato. Mientras que Hobbes cree que se necesita un poder absoluto que imponga orden, Rousseau defiende que la sociedad debe construirse mediante la voluntad general, preservando la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos.
Contrato Social: Es el acuerdo mediante el cual los individuos deciden abandonar el estado de naturaleza para formar una sociedad organizada. Hobbes propone un contrato donde los ciudadanos ceden todos sus derechos al soberano para garantizar la seguridad. En cambio, Rousseau plantea un pacto donde todos se unen en una voluntad general que representa el bien común, sin perder libertad. Este concepto busca justificar el origen del poder político y legitimar la autoridad del Estado. La diferencia clave entre ambos es que para Hobbes se basa en el miedo y para Rousseau en la libertad colectiva y la igualdad política.
Voluntad General: Es un concepto central en Rousseau. Se refiere a la voluntad común de los ciudadanos orientada al bien general. No debe confundirse con la suma de las voluntades individuales (que puede ser egoísta), sino que expresa lo que es mejor para todos. La voluntad general garantiza la libertad porque, al obedecerla, cada uno se somete a una ley que él mismo ha contribuido a crear. Es la base de la soberanía popular y permite una democracia directa donde el pueblo no delega su poder. Su finalidad es preservar la igualdad, la justicia y el interés colectivo por encima de intereses privados.
Soberanía: Es el poder supremo que tiene una comunidad política para darse leyes a sí misma. Para Hobbes, reside en un soberano absoluto que garantiza la paz y el orden mediante el uso de la fuerza. Para Rousseau, la soberanía es inalienable, indivisible y pertenece al pueblo. Se ejerce a través de la voluntad general, y no puede ser representada. En ambos casos, la soberanía justifica la autoridad política, pero difieren en su origen y naturaleza: Hobbes la fundamenta en el miedo y la necesidad de control; Rousseau en la libertad, la participación y la autodeterminación del pueblo.
Ciudadanía: Es la condición política que otorga derechos y deberes dentro de una comunidad. Supone la participación activa en la vida pública. Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft denuncian que la ciudadanía fue definida de forma excluyente, negando el derecho a voto, representación y educación a las mujeres. Ambas autoras reclaman una ciudadanía universal, basada en la igualdad racional entre hombres y mujeres. Defienden que si las mujeres pueden ser castigadas por la ley, también deben tener derecho a participar en su creación. La verdadera ciudadanía implica igualdad ante la ley, acceso a la educación y participación política real.