Portada » Lengua y literatura » La Casa de Bernarda Alba: Contexto, Personajes y Estructura de la Obra de Lorca
Este fragmento pertenece a La casa de Bernarda Alba (1936), obra de Federico García Lorca (1898-1936), escrita en un momento de inestabilidad política que desembocaría en la Guerra Civil (1936-1939). El teatro de este periodo, además de servir como entretenimiento, fue un medio de reflexión y crítica social. Coexistieron dos corrientes: el teatro comercial, que promovía los valores burgueses, representado por la “alta comedia” de Jacinto Benavente, y el teatro modernista y experimental, que desafiaba la tradición y la moral burguesa.
La renovación teatral la iniciaron autores de la Generación del 98: Unamuno con su propuesta del “escenario desnudo” y Valle-Inclán, con el “esperpento”. Posteriormente, autores de la Generación del 27 innovaron combinando lo poético, lo popular y las vanguardias. Entre ellos, destacó Lorca, quien concebía el teatro como un espectáculo total capaz de transformar la sociedad, ideal que trató de materializar con su compañía teatral La Barraca. Su producción dramática se divide en comedias, farsas, teatro imposible y tragedias, siendo La casa de Bernarda Alba una de sus obras más emblemáticas.
El tema principal de la obra es el conflicto entre las normas sociales establecidas por la moral tradicional y el deseo de libertad regido por el instinto natural.
En este fragmento, este tema se ve representado en el acto de Adela de ofrecerle a su madre un abanico impropio para el luto.
Este tema se sustenta en la diferencia de clases («Eso tiene la gente que nace con posibles»).
Así como en la distinción de roles de género por la que se perpetúa la discriminación machista: las mujeres en casa cosiendo y los hombres fuera trabajando.
La trama, externamente, se organiza en tres actos que se corresponden con la estructura clásica: planteamiento, nudo y desenlace. Presenta una progresión lineal y, a su vez, paralelismos en gradación ascendente entre cada acto: todos se inician con una aparente calma que desemboca en un episodio violento cada vez más trágico.
Los actos no están divididos en escenas; los tránsitos se establecen mediante las acotaciones que indican las entradas y salidas de los personajes en el escenario, que nunca queda vacío. Este fluir de personajes contribuye a percibir la acción como un continuum.
En la línea argumental principal se insertan, a través del diálogo, cuatro historias secundarias protagonizadas por mujeres (Paca la Roseta, Adelaida, la hija de la Librada y la de Prudencia) con las que el autor ilustra y enriquece la trama central.
Respecto a la estructura interna, la obra presenta una estructura circular, materialización del mundo cerrado en el que Bernarda ejerce su poder. Se inicia y acaba con la muerte y la imposición del luto. Esto se ve reforzado por la recurrencia de algunos elementos: los «muros gruesos» se transforman en los «muros de la vergüenza», el «silencio umbroso» será el silencio impuesto y el «doblar de campanas» pasará a ser «dos clamores». Aparentemente, al finalizar la obra, nada ha cambiado desde la perspectiva de Bernarda, quien niega la realidad.
Por tanto, se puede defender la confluencia de dos estructuras internas: una circular, la del estatismo, personificada en Bernarda, y una estructura lineal y dinámica, la de la lucha y la libertad, representada por Adela.