Portada » Historia » La Segunda República Española: Reformas Clave, Crisis Políticas y el Camino a 1936
Una vez aprobada la Constitución de 1931, Niceto Alcalá Zamora fue elegido presidente de la República. Alcalá Zamora encargó a Manuel Azaña la formación del Gobierno con la intención de que continuaran todas las fuerzas políticas presentes en el Gobierno provisional, pero no fue posible. Lerroux, líder del Partido Radical, rechazó permanecer en el Gobierno si continuaban en él los socialistas. Entonces Azaña optó por la alianza de los republicanos de izquierda y los socialistas.
La instauración de la República coincidió con la Gran Depresión que originó la crisis mundial de 1929. El sector más afectado fue el comercio exterior, que descendió un 30%. Las dificultades económicas más graves para la población se debieron a los problemas tradicionales de la economía española. Los ministros de Hacienda optaron por el equilibrio presupuestario y el mantenimiento de una moneda fuerte. Pero la ejecución de las reformas aumentó los gastos, y los recursos económicos resultaron insuficientes. La evolución negativa de la economía dificultó las reformas, intensificó la conflictividad social y perjudicó la imagen de la República.
Su objetivo era la modernización, la democratización y la instauración de una ética laica y ciudadana.
Un Gobierno decidido a implantar la separación Iglesia-Estado y a reducir la influencia de la Iglesia en la sociedad. Promulgó una serie de leyes como la Ley del Divorcio y la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, por la que el Estado dejaba de subvencionar a la Iglesia y ordenaba el cierre de todos los centros docentes religiosos a partir de diciembre de 1933. Esta última ley desencadenó una nueva ofensiva de la jerarquía eclesiástica y de la prensa católica. A esto se sumaron la disolución de la Compañía de Jesús y la nacionalización de todos sus bienes.
La reforma educativa de 1932 establecía la educación gratuita pública y laica como un derecho universal. Para llevarla a cabo, el Gobierno planificó la construcción de 27.151 escuelas de primaria y la dotación del profesorado necesario. El plan no alcanzó todos sus objetivos. La carrera de Magisterio se hizo más atractiva y mejor remunerada. La política educativa se orientó a popularizar la cultura. Se multiplicó la red de bibliotecas en las escuelas primarias y se crearon las Misiones Pedagógicas.
Leyes que fueron aprobadas por las Cortes entre 1931 y 1932:
Uno de los problemas que se arrastraba desde la Restauración era la organización territorial del Estado. La Constitución intentó resolverlo mediante el reconocimiento del derecho a la autonomía de las regiones.
Retrasó su puesta en marcha por los graves problemas que presentaba el sector agrario, entre ellos:
La Ley de Reforma Agraria de septiembre de 1932 fue bastante moderada:
La obra del Bienio Reformista disgustó a la derecha y no convenció a la mayoría de la izquierda.
El sector anarcosindicalista, liderado por Ángel Pestaña y Juan Peiró, era partidario de la negociación con el Gobierno republicano y del arbitraje abierto por los jurados mixtos, descartando la revolución inmediata. Sin embargo, la mayoría de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) pretendía establecer el anarquismo libertario mediante la acción directa, la huelga general y la insurrección armada. Desde finales de 1931, los anarquistas protagonizaron una intensa agitación social con huelgas y graves alteraciones del orden público. El Gobierno reaccionó aprobando la Ley de Defensa de la República, que permitía suspender las garantías constitucionales.
En enero, la CNT protagonizó el primer conato de revolución en la cuenca minera del Alto Llobregat. Los sucesos más trágicos tuvieron lugar en el pueblo gaditano de Casas Viejas, donde los campesinos proclamaron el comunismo libertario y atacaron el cuartel de la Guardia Civil. La llegada de refuerzos provocó un enfrentamiento con algunos de sus habitantes. Las consecuencias fueron terribles por el número de víctimas. La oposición de derechas e izquierdas exigió una investigación, y tanto la prensa como la opinión pública responsabilizaron de los hechos a Azaña.
La oposición de la derecha conservadora al nuevo régimen y a las reformas del Bienio Republicano-Socialista adoptó dos formas diferentes:
A mediados de 1933, la CNT proseguía sus huelgas y movilizaciones. A la crisis de la coalición de republicanos de izquierda y socialistas contribuyó la postura de acoso y derribo del Partido Radical, liderado por Lerroux, quien veía en la caída de Azaña la posibilidad de alcanzar la presidencia. Otro gran problema fue el debate dentro del Partido Socialista sobre la continuidad o no de su colaboración con los republicanos en el Gobierno. Se fue afianzando la postura revolucionaria de Largo Caballero, partidario de poner fin a esa colaboración. El avance sustancial de los radicales y de la CEDA en las elecciones municipales de abril y en las de los vocales regionales del Tribunal de Garantías Constitucionales llevó a Alcalá Zamora a forzar la dimisión de Azaña. En septiembre encargó a Lerroux formar Gobierno, pero no recibió el respaldo de los republicanos de izquierda ni de los socialistas. Alcalá Zamora disolvió las Cortes Constituyentes y convocó elecciones para noviembre de 1933.
Las elecciones generales de noviembre de 1933 introdujeron una nueva ley electoral que permitió alianzas y el sufragio femenino. La derecha, encabezada por la CEDA, movilizó a los votantes católicos, mientras que la izquierda socialista, liderada por Largo Caballero, promovió un discurso revolucionario. En octubre de 1933, José Antonio Primo de Rivera fundó Falange Española.
La CEDA y el Partido Radical ganaron las elecciones debido a la unión de los partidos de derecha y la división de la izquierda. El Parlamento quedó fragmentado, con más de 20 partidos.
Liderados por Lerroux y Samper, con apoyo de la CEDA, impulsaron la revisión de reformas previas, favoreciendo a la Iglesia, los empresarios y los latifundistas. Se aprobó una amnistía para los golpistas de 1932. Enfrentaron huelgas campesinas, el conflicto autonómico catalán y el bloqueo de un estatuto vasco.
El PSOE (Partido Socialista Obrero Español) y la UGT (Unión General de Trabajadores), con un programa revolucionario, iniciaron una huelga general el 5 de octubre. Fracasó en Madrid y Cataluña, donde Companys proclamó el Estado Catalán. En Asturias, mineros y comunistas tomaron varias ciudades.
El Gobierno declaró el estado de guerra y envió la Legión y los Regulares a reprimir la insurrección, causando más de 1.000 muertos y 30.000 detenciones. La autonomía catalana fue suspendida.
La CEDA exigió dureza contra los revolucionarios y asumió más poder en el Gobierno. Se desmantelaron reformas laborales y agrarias. Gil Robles ascendió a militares antirrepublicanos. Tras escándalos de corrupción en el Partido Radical, Alcalá Zamora disolvió las Cortes y convocó elecciones para febrero de 1936.
Ante el avance del fascismo, los partidos de izquierda formaron el Frente Popular con un programa común.
Las últimas elecciones de la Segunda República se celebraron en febrero de 1936 con alta participación. La CNT recomendó votar, y los partidos de izquierda pactaron un programa con amnistía y recuperación de reformas. La derecha y el centro fueron desunidos. La CEDA no logró una coalición nacional y la extrema derecha, liderada por Calvo Sotelo, fracasó en recomponer el Bloque Nacional. El Frente Popular ganó ajustadamente, pero la ley electoral le dio mayoría en las Cortes. Hubo celebraciones y peticiones de amnistía.
Alcalá Zamora encargó a Azaña formar Gobierno con republicanos de izquierda. Se concedió amnistía, se restituyó a Companys en la Generalitat y se reanudaron reformas agrarias, religiosas, sociales y militares. La ocupación de tierras por jornaleros llevó a su legalización. La derecha vio estas medidas como subversivas y la Iglesia se opuso.
Las Cortes destituyeron a Alcalá Zamora y eligieron a Azaña presidente. No hubo acuerdo entre republicanos y socialistas, y Casares Quiroga formó un Gobierno frágil. El Frente Popular se debilitó con posturas revolucionarias en la izquierda, mientras la derecha, con Calvo Sotelo y Falange, fomentaba la insurrección. La violencia callejera aumentó y el Gobierno detuvo a Primo de Rivera, cerrando las sedes de Falange. El asesinato de Calvo Sotelo tras el del teniente Castillo incrementó la tensión. La crisis económica empeoró con inflación, caída de la peseta, desempleo y huelgas. Los empresarios respondieron con cierres y evasión de capitales.
Militares como Sanjurjo, Varela, Franco, Goded y Mola conspiraron con apoyo de la CEDA y sectores monárquicos. El Gobierno intentó frenar el golpe con traslados de mandos, sin éxito. En marzo, generales planificaron el alzamiento, con Mola como director y Sanjurjo como jefe. El golpe debía ser violento y eliminar a dirigentes de izquierdas. La sublevación comenzó en Marruecos el 17 de julio y en la Península el 18. Al fracasar en muchas ciudades grandes, el golpe derivó en una guerra civil de tres años.