Portada » Magisterio » Unidad Didáctica: Contenidos, Geografía y Desarrollo Temporal Infantil
Una Unidad Didáctica es una herramienta de planificación educativa que organiza el proceso de enseñanza-aprendizaje en torno a un tema o una serie de actividades. Entre sus elementos se encuentran los contenidos, que se clasifican en tres tipos:
El equilibrio entre estos tres tipos de contenido es fundamental para una formación integral del alumnado.
La Geografía es la ciencia que estudia los fenómenos y procesos que ocurren en el territorio como consecuencia de las actividades humanas. Tiene una dimensión espacial, centrándose en cómo se organiza, transforma y percibe el espacio. Nos permite conocer mejor nuestro entorno y reflexionar sobre las relaciones entre los lugares, las personas y las acciones que modifican el paisaje. Potencia el desarrollo de habilidades, destrezas y sensibilidades vinculadas a la forma en que representamos mentalmente y físicamente el espacio que habitamos.
En el área de las Ciencias Sociales, es fundamental distinguir entre tiempo cronológico y tiempo histórico.
El tiempo histórico es la combinación simultánea de movimientos, cambios y permanencias que se producen en una colectividad durante un periodo determinado.
Entre los dos y seis años, los niños atraviesan una etapa llamada pensamiento intuitivo o preoperatorio. En este periodo, la percepción del espacio es totalmente vivencial. Perciben el espacio como algo vivido, no como algo que se mide. Se basan en relaciones simples como cerca, lejos y solo reconocen los objetos que pueden tocar o ver. Su cuerpo es el centro desde el que organizan el entorno, y entienden el espacio a través del movimiento. Su visión del mundo es egocéntrica y antropocéntrica; creen que todo gira en torno a ellos.
Poco a poco, empiezan a diferenciar elementos como pueblo y ciudad, aunque solo sea por el tamaño, y aún confunden conceptos como país, calle o comunidad, porque no comprenden que unos están dentro de otros (parte-todo). Niegan pertenecer a ellos, considerándolos dos cosas distintas.
A partir de los 6 años, comienzan a usar mapas emocionales y personales de su entorno cercano, siempre que no tengan que leer mucho, con elementos conocidos como su casa, escuela, mascota o familia. Se orientan usando los llamados mojones, objetos o puntos con rasgos distintivos que recuerdan bien. Todavía no tienen escala, orientación, dirección ni distancia real, porque ven el espacio de forma afectiva, sincrética, rígida y estática. Como dice Hannoun, en esta etapa piensan el espacio como lo sienten, lo adaptan a su manera de entender el mundo. Por eso, hablamos de un espacio vivido.
La Historia es la disciplina que trabaja con la dimensión temporal, estudia el paso del tiempo y analiza cómo han ido cambiando y evolucionando las sociedades humanas. Gracias a ella, podemos comprender distintas formas de vida y organización social a lo largo del tiempo. También es importante mostrar los procesos de evolución, explicando cómo se produce el cambio histórico entre dos momentos y los contenidos que tratan, ya que permiten conectar la Historia con las demás Ciencias Sociales. En este sentido, tiempo y espacio deben entenderse como conceptos interrelacionados: el tiempo no puede explicarse sin un espacio que lo sostenga, y el espacio tampoco se puede comprender sin tener en cuenta su evolución temporal. Incluso los procesos naturales tienen una dimensión temporal, como ocurre en la formación de un paisaje.
Según Hannoun, el egocentrismo infantil significa que el niño se coloca como centro del espacio y lo interpreta según su propia perspectiva. Este egocentrismo afecta a tres aspectos:
En un inicio, su referencia espacial es su propio cuerpo, que explora desde los primeros meses. Más adelante, empieza a percibir el espacio exterior (muebles, objetos…), pero lo adapta a su tamaño con la imaginación. Por eso, le gusta jugar debajo de mesas o en rincones pequeños, donde se siente seguro. El espacio real aún le resulta extraño, y lo comprende a través de la fantasía, tanto en tamaño como en significado. Por eso, el profesor debe ayudarle a acceder a espacios más amplios y reales.
Además, el niño no tiene todavía realismo intelectual, por lo que no entiende la perspectiva ni reconoce bien los objetos si cambian de forma o lugar.
En cuanto a la lateralización, divide el espacio en cuatro partes. Las nociones delante, detrás son más fáciles de adquirir porque las vive, pero con la derecha e izquierda tiene más dificultad. Entre los 5 y 8 años, sabe cuál es su derecha o izquierda, pero no puede identificar la del otro. Entre los 8 y 11 años comienza a hacerlo y a partir de los 11 o 12 años logra situar objetos en relación con otras personas y puntos de vista distintos al suyo.
La primera noción de tiempo que aparece en la mente infantil antes de los 2 años está relacionada con los ritmos biológicos (comer, dormir…). A partir de esa edad hasta superados los 5 años, los niños avanzan progresivamente en la comprensión del tiempo, mostrando cada vez más interés y capacidad para entenderlo.
Los objetivos indican cómo se adapta la unidad didáctica a los objetivos generales del área. También se concretan los objetivos específicos que se pretenden conseguir con la unidad. Estos objetivos deben formularse siempre con verbos en infinitivo, como: comprender, conocer, comprobar, recordar, etc.
La Historia del Arte estudia las características de los objetos artísticos a partir del conocimiento de obras, autores y clientes, dentro de distintas épocas y sociedades.
Para Piaget, el concepto del espacio no se entiende de golpe, sino que se va construyendo poco a poco (construcción evolutiva), desde el nacimiento hasta la adolescencia. Él distingue tres tipos de relaciones espaciales:
Piaget muestra cómo el niño va diferenciando progresivamente las propiedades geométricas del espacio. Además, señala que también influye el contexto cultural del niño en cómo construye su idea del espacio.
El descubrimiento del tiempo por el niño pasa por etapas similares a las del espacio. Tanto Piaget como Hannoun (1977) coinciden en señalar tres etapas denominadas por Hannoun: tiempo vivido, tiempo percibido y tiempo concebido.
También va adquiriendo una visión más cronológica, que le permitirá entender la Historia tanto desde lo sincrónico (cosas que pasan al mismo tiempo en distintos lugares) como diacrónico (una secuencia de hechos en el mismo lugar). Para esto, el uso del reloj es clave.
Este nivel permite una comprensión real del tiempo histórico, tal como se trabaja en la escuela desde Primaria en adelante.