Portada » Ciencias sociales » Tres Perspectivas Clave sobre el Poder: Weber, Foucault y Gramsci en Ciencias Sociales
Para Max Weber, el poder reside en la posibilidad de imponer la voluntad propia al comportamiento ajeno. Todo lo que vivimos y poseemos es poder que podemos ejercer. Weber identifica dos grandes posturas sobre el poder:
Foucault analiza las instituciones sociales de encierro, que generan nuevos saberes, nuevos objetos y nuevos sujetos, dando forma al sujeto moderno.
Las Biopolíticas aparecen debido a una nueva concepción de la vida. Se conoce la teoría de Darwin. Nace la idea de la población como un problema político que debe ser administrado y controlado por el Estado.
Para Foucault, las biopolíticas son la manera en que se intentó racionalizar los problemas propios de un conjunto de seres vivos que forman una población (salud, higiene, natalidad, razas). Las biopolíticas buscaban organizar la vida, protegerla, cuidarla y controlarla.
Foucault habla de instituciones de encierro que son mecanismos de poder que lograban que los sujetos interiorizaran la vigilancia, a menudo mediante castigos. Estos mecanismos se basaban en saberes de las ciencias obtenidos a través de la confesión, la observación y los exámenes, con el objetivo de aumentar la utilidad del cuerpo y domesticar las almas.
El Biopoder es un tipo de poder fundamental para la vida: hacer crecer, organizar, hacer vivir y dejar morir (no destruirlas).
El poder, según Gramsci, nunca está fijo en la sociedad, sino que está constituido por las relaciones de fuerza entre las clases sociales. Es crucial tomar la iniciativa para modificar estas relaciones de poder y fuerza.
Gramsci consideraba que el proletariado (aunque la historia la escriben los que ganan) estaba encargado de realizar en la práctica los sueños milenarios de los grandes filósofos sobre una vida mejor.
Gramsci desarrolló el concepto de Hegemonía: un proceso de dirección política de un sector sobre otro. Esta dirección no es solo política, sino también cultural e ideológica. La hegemonía burguesa no es solo política.
Aunque el capitalismo no resuelve los problemas materiales de la mayor parte de la población, es ideológicamente hegemónico (el poder se concentra en pocos, no en la mayoría).
La principal vía de construcción hegemónica son los medios de comunicación masiva (el verdadero poder lo tienen los medios), que difunden la idea de que es legítimo que ciertos grupos sean privilegiados. El consenso es fundamental para reproducir el sistema capitalista; el capitalista debe hacer creer a la sociedad que su sistema es lo que vale.
«Todo proceso de ejercicio de la hegemonía lleva implícito el intento de generalizar los valores particulares de un sector social para el conjunto de la población.»
La hegemonía siempre se enfrenta a un intento contrahegemónico por parte de los sectores subordinados. Todo intento hegemónico persigue neutralizar la contrahegemonía y, al mismo tiempo, alinear otros sectores tras las propuestas propias.
Gramsci identifica las instituciones económicas, las instituciones estatales y las instituciones intermedias con la finalidad de generar un consenso (un acuerdo social). A estas últimas las denomina Sociedad Civil. El capitalismo sobre los trabajadores se reproduce combinando la violencia que ejercen las instituciones del Estado y el consenso que fabrican las instituciones de la sociedad civil.
Gramsci apela al concepto de Bloque Histórico: la unidad del mercado, el Estado y la Sociedad Civil.
Las relaciones de fuerzas entre las clases sociales se dan en el plano político, el cultural y el político-militar. Cuando las relaciones de fuerza favorecen a los trabajadores en la economía y en la política, las clases sociales dominantes pierden su hegemonía y su autoridad sobre el resto de la población.
Cuando una sociedad experimenta una Crisis Orgánica, el Estado y el régimen político en su conjunto entran en crisis. Los sectores sociales se separan de sus partidos tradicionales.
(Ejemplo: Crisis Orgánica de 2001 en Argentina: la gente dejó de creer en el sistema, manifestada en el lema «que se vayan todos, que no quede ni uno solo»).
La salida de una Crisis Orgánica puede ser una solución positiva para los trabajadores, si estos desarrollan una fuerte labor cultural y toman la iniciativa política.
