Portada » Medicina y Salud » Trastornos del Metabolismo Lipídico: Clasificación, Etiología y Manifestaciones Clínicas
Las hiperlipoproteinemias tipo I, o hiperquilomicronemia, se caracterizan por una intensa elevación de los triacilglicéridos (TAG) debido a la falta de actividad de la LPL (lipoprotein lipasa). Como consecuencia, los quilomicrones permanecen en el plasma sin metabolizarse.
El mal funcionamiento de esta proteína puede deberse a:
El resto de lipoproteínas presentan niveles normales.
Estas alteraciones son raras y se suelen manifestar en el período neonatal. La sintomatología incluye:
Se especula que la causa de las diversas alteraciones se debe a la captación de quilomicrones por el sistema reticuloendotelial.
Es la más frecuente de las dislipemias. Se caracteriza por un aumento de las VLDL de composición normal (no hay niveles altos de LDL, lo que marca la diferencia con la tipo IIb). Se cree que la cantidad de Apo B-100 presente en el hígado excede las demandas normales y que el factor determinante en la síntesis de VLDL es la disponibilidad de triacilglicéridos.
La etiología es variada, aunque en la mayoría de los casos es secundaria al consumo elevado de alcohol, diabetes, obesidad o hipotiroidismo. En la diabetes, la hipertriacilgliceridemia es muy acentuada, ya que se produce una disminución del consumo de VLDL y un aumento de su síntesis. Esto se debe a la falta de insulina, que disminuye la actividad de la LPL y provoca un mayor incremento de lípidos hacia el hígado, ya que aumenta la lipólisis.
La escasa actividad de la LPL viene acompañada de una mayor producción de VLDL hepática y quilomicrones. Este tipo es frecuente en alcohólicos, ya que el alcoholismo presenta varios factores que contribuyen a la síntesis de triglicéridos en el hígado, acumulándose glicerol y ácidos grasos, lo que puede producir hipoglucemia.
El aumento de NADH desplaza la ecuación redox, incrementando la concentración de glicerol y lactato, bloqueándose así la gluconeogénesis. De esta manera, se movilizan los ácidos grasos del tejido adiposo y disminuyen los niveles de NAD+, bloqueándose la β-oxidación.
Se caracterizan por un aumento de la concentración de colesterol en sangre.
Se produce como consecuencia de una menor actividad de los receptores que facilitan la captación de LDL, lo que impide la retirada eficiente de estas lipoproteínas.
Es una enfermedad genética autosómica dominante debida a:
Los pacientes con esta enfermedad presentan un riesgo aterogénico muy elevado, son de difícil tratamiento y requieren exploraciones bioquímicas especializadas.
Al ser una enfermedad que se transmite de modo autosómico dominante, también se manifiesta en individuos heterocigotos. En estos casos, la hipercolesterolemia puede detectarse en la sangre del cordón umbilical. Estos afectados presentan arco corneal y xantomas (depósito de colesterol en los tejidos) y síntomas coronarios en la cuarta década de la vida. En los pacientes homocigóticos, las manifestaciones clínicas se adelantan y su mortalidad es más elevada en edades tempranas, en la primera década de la vida.
La formación de ateromas suele ser un proceso lento que se inicia por una lesión en el endotelio vascular causada por diversos factores (hipoxia, hipertensión, virus, radicales libres, citocinas, lipoproteínas oxidadas), lo que aumenta la permeabilidad arterial a distintos componentes del plasma, incluidas las LDL.
Se considera una enfermedad multifactorial y los factores de riesgo más importantes son: trastornos del metabolismo lipídico, hipertensión, antecedentes familiares, tabaquismo, edad, obesidad y factores genéticos, entre otros.
Es un trastorno frecuente, con causas genéticas o adquiridas. Se observa una menor actividad de los receptores de LDL, lo que impide la retirada de las LDL, y un aumento en la síntesis de las VLDL.
Se produce como consecuencia de la alteración en la Apo E, que hace que no sea reconocida por su receptor hepático. Si la Apo E falla, se acumulan los remanentes, tanto de quilomicrones como de VLDL, con composiciones alteradas. En su conjunto, se denominan acúmulos de β-VLDL, que son más ricas en colesterol que las VLDL normales y más pobres en triglicéridos. Por ello, se llama disbetalipoproteinemia.
Las β-VLDL son también captadas por los macrófagos y contribuyen a la formación de ateromas. Las hiperlipidemias tipo III originan xantomas cutáneos (ateromas). Es una enfermedad de origen exclusivamente genético, muy aterogénica y de escasa frecuencia.
Se definen como una disminución de las lipoproteínas plasmáticas. Son enfermedades poco frecuentes.
Es un trastorno raro que se debe a la falta de ensamblaje de la Apo B, proteína indispensable para la formación de los quilomicrones. La imposibilidad de fabricar quilomicrones conduce al acúmulo de grasa en los enterocitos, lo que lleva a un proceso de malabsorción y puede dar lugar a trastornos neurológicos.
En esta enfermedad es característica la presencia de acantocitos (eritrocitos deformados), que se producen a consecuencia de la acción sobre los eritrocitos de la enzima LCAT (lecitina colesterol acil transferasa), cuya función es originar la esterificación del colesterol.
Los pacientes con esta enfermedad suelen presentar además retinitis pigmentosa, dando lugar al síndrome de Bassen-Kornzweig (asociado a la falta de tocoferol).
Es una enfermedad producida por una carencia de las HDL, debida a una síntesis defectuosa de la Apo A-1, que es destruida rápidamente. Esta carencia de HDL o la presencia de formas anómalas se traducen en trastornos del metabolismo del resto de lipoproteínas, fundamentalmente de los quilomicrones y de las VLDL, debido a la disponibilidad reducida de apoproteínas como la C-II.
Su prevalencia es baja y hay dudas respecto a su potencialidad aterogénica. Se caracteriza por un depósito de colesterol en órganos, lo que provoca hepatomegalia.