Portada » Geografía » Transformación Urbana y Conservación del Patrimonio: De la Ciudad Histórica a la Industrial
El Tema 7 aborda la transición de la ciudad histórica a la ciudad industrial, analizando los modelos de transformación y su problemática inherente. Las consecuencias urbanas de la Revolución Industrial fueron profundas:
Diversas razones motivaron la transformación de la ciudad histórica y la aparición de la ciudad burguesa (industrial):
La aparición del “plan general regulador”, un conjunto de normas legislativas, facilitó esta implantación. Sus características principales eran:
Para su preparación, se realizaron levantamientos planimétricos topográficos (en España, destacan los de Ibáñez de Ibero), estadísticas demográficas e investigaciones epidemiológicas sobre “patologías urbanas”, como las sufridas por las epidemias de cólera.
La tipificación de los nuevos edificios públicos, basada en el principio de la distribución isotrópica (autonomía de los barrios), y toda la legislación municipal, su estudio e implantación, fueron cruciales para la distribución de la nueva ciudad.
Se pueden identificar dos tipos de reformas para evaluar el cuidado del patrimonio municipal:
PLANO DE PARÍS
Además, se llevó a cabo una construcción de edificios dirigida directamente por la prefectura, lo que llevó a la demolición de 27.500 casas para la realización de 100.000 nuevas.
Barcelona fue una de las ciudades más complicadas en relación con las huelgas y las revueltas. El casco antiguo de la ciudad, donde se quedaron los obreros, se convirtió en la zona más conflictiva. Este es un ejemplo del segundo modelo, donde se busca la construcción de una nueva ciudad. La Revolución Industrial provocó una migración y un aumento de la población. Físicamente, Barcelona era una ciudad pequeña debido a sus murallas, que finalmente fueron demolidas en 1854.
El Ensanche de Cerdá fue preparado de forma científica, cumpliendo el modelo de ensanche implantado por el modelo central. Para ello, Cerdá realizó un estudio exhaustivo de las necesidades de la ciudad, un análisis estadístico y del entorno geográfico (plano topográfico). La clave fue la ocupación de una llanura o franja llamada Glacis (campo de tiro de la artillería que se situaba en la muralla). La organización de las calles se basó en manzanas cuadradas con chaflanes en las esquinas, que mejoraban la iluminación y la aireación. En el plan original se preveía una gran cantidad de zonas verdes, aunque en la práctica quedaron muy reducidas. Además, se contempló algo impensable hoy día: introducir pequeños focos de industria dentro de la ciudad.
Camille Sitte surge como un antecedente importante en un contexto de reacción contra las transformaciones urbanas de la ciudad industrial. Intelectuales, élites cultas y asociaciones para la protección monumental manifestaron su preocupación. Existían dos concepciones encontradas sobre la ciudad histórica:
Camille Sitte mostró interés en dotar de unas bases artísticas al planteamiento urbano. Su estudio y descripción de las características estéticas de las ciudades históricas (medieval, renacentista y barroca) defendían el espacio urbano histórico (la ciudad irregular). Sitte acuñó la noción de “ambiente artístico” de las ciudades históricas, entendida como una escena urbana con teatralidad. Criticó la pobreza de la geometría urbanística (línea recta, cuadrícula, manzana compacta), oponiéndose al “culto al eje”, y también el aislamiento artificial de los monumentos.
Problema: Los “culturalistas” no ofrecieron una alternativa a los problemas globales de la ciudad, como el tráfico, la higiene o la conservación monumental.
La teoría del “diradamento” de G. Giovannoni se basa en varios puntos clave:
Giovannoni criticó el sventramento (demolición masiva).
Defendió que el monumento debe estar inserto en un contexto urbano. Extendió la consideración de monumento a arquitecturas modestas que tuvieran valor de testimonio artístico e histórico. Propuso una doble valoración del monumento:
Destacó la importancia de los volúmenes de los edificios y calles en relación con los monumentos, así como la valoración de la jerarquía histórica creada entre los distintos edificios.
El ambiente urbano (monumento + entorno) debe mantenerse. Propuso la prohibición de introducir arquitectura nueva, ya fuera:
También abogó por alejar las funciones urbanas modernas del viejo centro histórico (lo que llamó “congelación funcional”).
El objetivo del “diradamento” es mantener las condiciones ambientales de los centros históricos sin recurrir a los sventramenti. Se define como el saneamiento y restauración de los núcleos históricos mediante la aplicación de demoliciones controladas y limitadas de pequeñas zonas degradadas y sin valor. El resultado de estas intervenciones sería la aparición de nuevas plazas (jardines) que mejorarían las funciones modernas y la salubridad.
En cuanto a la metodología, resulta esencial el proceso de análisis y elección de las casas a demoler:
El método del “diradamento” recibió críticas por:
A pesar de las críticas, el “diradamento” representa la primera formulación práctica para salvar los centros históricos. Aprecia únicamente los valores sentimentales y contemplativos (artísticos e históricos), mostrando la influencia de Sitte, pero no plantea su integración vital (funciones modernas) y, por tanto, no resuelve el problema de forma completa.
Tras la posguerra, surgió un debate sobre las “inserciones” de arquitectura nueva (coetánea) en los centros históricos, con propuestas radicales que se confrontaban con la arquitectura tradicional.
Esta formulación se plasmó en la Carta de Gubbio de 1960.
Se propuso el rechazo de los métodos anteriores, considerando el centro histórico como un bien económico. Se adoptó un enfoque global de todos los factores que intervienen en la conservación de los centros históricos, ponderando tanto los criterios funcionales como los físicos y estéticos.
Se plantearon mecanismos de revitalización como el desarrollo de las actividades turísticas, la activación de las actividades comerciales, el mantenimiento del tejido social y la prioridad al destino residencial.