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La muerte de Carlos II en 1700 sin descendencia provocó la disputa entre Austrias y Borbones por el trono español desencadenando la guerra de sucesión. En su testamento Carlos II había nombrado heredero al Borbón Felipe de Anjo, nieto de Luis XIV de Francia frente al archiduque Carlos de Austria con dos condiciones: el mantenimiento de la unidad del Imperio español y la separación de las coronas de Francia y España. Así en Noviembre de 1700 fue coronado rey de España como Felipe V sin embargo Luis XIV no renunció a la uníón de los dos tronos por lo que el nombre del equilibrio europeo Austria, Prusia Gran Bretaña los países bajos Saboyá y Portugal declararon la guerra a Francia y España proponiendo como rey al archiduque Carlos que obtuvo el apoyo de la corona de Aragón. La guerra fue favorable al bando de los austrias La conversión del archiduque Carlos el emperador austriaco sin renunciar al trono español 1700 empujaron a la Coalición a solicitar la paz firmada en Utrecht en 1713. Cataluña siguió luchando hasta la toma de Barcelona por el Ejército borbónico (11septiembre de 1714 fiesta de la díada)
Sistema de Utrecht.
El tratado de Utrecht reconocía a Felipe de Anjo como rey de España Felipe V a cambio de renunciar a reunir los tronos de España y Francia. Además España perdíó sus territorios europeos a Austria obtuvo Flandes el Milanesado Nápoles y Cerdeña Saboyá recibíó Sicilia Gran Bretaña conservó Menorca y Gibraltar YouTube los privilegios comerciales en las colonias americanas que navío de permiso y el asiento de negros.
Los pactos de familia.
La paz de Utrecht supuso para España la pérdida de todas sus posiciones europeas convirtiéndose en una potencia de segundo orden. Para revertir la situación España firmó tres acuerdos con Francia conocidas como pactos de familia. Por los dos primeros los Borbones recuperaron Nápoles y Sicilia Con la condición de que quien reinase allí no lo hiciste también en España el tercer pacto por el que España recuperó Menorca
Con Felipe V se inicia la dinastía de los Borbones y comienza una nueva organización del Estado que tiene como referente a la monarquía francesa e impondrá las instituciones castellanas a todo el territorio. Se pone fin al sistema de consejos y a la política de pactos propia de la dinastía de los Habsburgo (en el que cada territorio manténía instituciones propias) y se impone una etapa de unificación y centralización del poder político y de la administración. Las principales medidas de esas reformas son: a) Entre 1707 y 1716 se promulgan los Decretos de Nueva Planta por los que se suprimían los fueros, leyes e instituciones propias de los territorios de la Corona de Aragón, por su apoyo al Archiduque. Sólo los mantienen Navarra y País Vasco. B) El rey ejerce un poder absoluto y suprime la convocatoria a Cortes. C) Castilla se convierte en el eje del Estado y su idioma en el único oficial. El Consejo de Castilla se convierte en Consejo de Estado.
para modernizar el Estado:
1) Se crean ministerios que sustituyen a los antiguos Consejos de los Habsburgo. 2) El territorio se divide en provincias o intendencias. Se crea la figura del intendente como encargado de asuntos económicos. 3) Fomento de la cultura. Se crean Reales Academias de Artes y Ciencias y Sociedades de Amigos del País. 4) Regulación económica:
Se limitan los privilegios de la Mesta; libertad de circulación de mercancías en el interior de España; control de la Deuda Pública y emisión de Vales Reales; realización del primer Catastro o registro de bienes (Catastro de Ensenada). 5) Reorganización de virreinatos e intendencias en América (se crea el virreinato de la Plata).
4.3. La España del Siglo XVIII. Expansión y transformaciones económicas: agricultura, industria y comercio con América. Causas del despegue económico de Cataluña. Durante el Siglo XVIII, la población española crecíó desde los siete millones de habitantes de 1680 a más de diez millones en 1797 (según el censo de Godoy). A esa expansión contribuyó la menor incidencia de las epidemias y la mejora de las condiciones económicas. La agricultura seguía siendo la base de la actividad económica pero era una agricultura de rendimientos muy bajos. El principal obstáculo para el desarrollo agrícola era el régimen de propiedad. La mayor parte de las tierras cultivables estaban en manos de la nobleza y del clero y estaban infrautilizadas, eran tierras amortizadas. Parte de esas tierras en régimen señorial eran arrendadas a campesinos que, normalmente, no tenían beneficios para mejorarlas. Durante el reinado de Carlos III, se hicieron proyectos de mejora (arrendamiento de tierras municipales; colonización de nuevas tierras; proyecto de una Ley Agraria de Jovellanos), pero sus logros fueron escasos pues no querían atentar contra los intereses de los estamentos privilegiados. La producción industrial se vio incentivada por el crecimiento de la población y la política industrial dirigida por la monarquía que se centró en tres medidas: proteccionismo de la industria española; creación de industrias de lujo conocidas como manufacturas reales (vidrio, porcelana, tapices) y fomento de la construcción naval (Cádiz, Ferrol). El comercio nacional interno era escaso pero el comercio con América recibíó un gran impulso. Cádiz sustituyó a Sevilla como puerto de embarque a América. Se crearon compañías comerciales como la Compañía Guipuzcoana de Caracas siguiendo el modelo de Holanda e Inglaterra. Se fue liberalizando progresivamente sustituyendo el sistema de flotas por el sistema de registros (los particulares podían enviar mercancías a América sin esperar a que se organizase una flota). A partir de 1778 se autorizó a cualquier puerto peninsular a comerciar con América. Cataluña experimentó en el Siglo XVIII un gran despegue económico. El sistema de enfiteusis (arriendos bajos y a largo plazo) permitíó a los campesinos catalanes tener beneficios y aumentar el consumo lo que estimuló la producción industrial, especialmente la textil. La industria catalana también se vio favorecida por la política proteccionista de la monarquía y la liberalización del comercio con América hacía donde exportaba sus productos.
4.4. Ideas fundamentales de la Ilustración. El despotismo ilustrado:
Carlos III. La Ilustración fue un movimiento ideológico que se desarrolló en Europa en el S. XVIII, que pretendía alcanzar el bienestar y la felicidad de los individuos por medio de los avances en el conocimiento y en el desarrollo de las artes técnicas. Fue definido como el “Siglo de las luces” y del culto a la razón. Su principal foco estuvo en Francia y su difusión en España estuvo alentado y protegido por la propia monarquía. La Ilustración española tuvo unos rasgos propios y diferenciadores del resto de Europa: a) fue un movimiento muy minoritario que prendíó entre unos pocos intelectuales de la nobleza y de la burguésía (Campomanes, Jovellanos, Olavide). Sus ideas se difundieron en tertulias y en sociedades locales como las Sociedades Económicas de Amigos del País. B) Fue fomentado y amparado por la propia monarquía (Fernando VI, Carlos III), por lo que no se le puede considerar un movimiento revolucionario. No plantea cambios ni sociales ni políticos. C) Bajo el patronazgo real los ilustrados impulsaron las expediciones científicas y la creación de Academias como las de la Lengua, las Bellas Artes, Historia y Medicina. D) Tuvo una gran influencia de la iglesia católica (algunos de sus miembros más relevantes, como el padre Feijoo, pertenecían al clero), por lo que rechaza el ateísmo y pretende hacer compatible Racionalismo y religión. E) Fue un movimiento, fundamentalmente, de las regiones periféricas Cataluña, País Vasco, Asturias. Un modelo de rey ilustrado fue Carlos III (1759-1788), convertido en rey de España por la muerte, sin descendencia, de Fernando VI. La experiencia que había adquirido como rey de Nápoles y el interés por los avances científicos y técnicos que permitiesen mejorar las condiciones de vida de sus súbditos, le convertirán en el monarca más representativo del Despotismo Ilustrado en España. Rodeado de ministros ilustrados como Esquilache, Floridablanca o Jovellanos, se emprenderán una serie de reformas económicas (libertad de comercio, creación de sociedades económicas, manufacturas reales) y urbanísticas para modernizar a España y a su capital Madrid (lo que le valdría el apelativo de “el mejor alcalde de Madrid”). Sin embargo, fiel a los principios políticos del Despotismo, no se pondrá en duda el poder absoluto de la monarquía ni la validez del régimen absolutista y de la sociedad estamental. Carlos III representa el ideal del rey filósofo, un pensamiento paternalista y aristocrático que consideraba que únicamente el rey, asistido por las minorías ilustradas del país, podía saber lo que convénía a sus súbditos. Se buscará la felicidad del pueblo pero no se le considerará maduro para tomar decisiones políticas propias. La situación política queda definida por el conocido lema “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”.