Portada » Historia » Revoluciones, Ilustración y Capitalismo: Claves de la Transformación Histórica (Siglos XVII-XIX)
Desde la Edad Media, el poder real estaba limitado por el Parlamento (nobles, clérigos y burgueses). Los monarcas necesitaban su autorización para ciertas decisiones.
La dinastía Estuardo pretendió gobernar sin el Parlamento, lo que provocó un enfrentamiento entre los defensores del Parlamento y los de la monarquía. Este conflicto tuvo dos etapas:
Las trece colonias británicas estaban establecidas en la costa este de América del Norte.
Los colonos estaban descontentos porque no se les permitía enviar representantes al Parlamento y se les imponía un monopolio comercial, además de fuertes impuestos.
La guerra contra la metrópoli fue larga, y tras la derrota de Yorktown, Gran Bretaña reconoció la independencia en 1783. Posteriormente, redactaron una Constitución, la primera constitución escrita de la historia, y George Washington fue proclamado primer presidente.
La influencia del pensamiento ilustrado alcanzó a las cortes europeas, donde algunos soberanos unieron la concepción absolutista de la monarquía con las ideas de progreso de la Ilustración.
Su filosofía se resumía en la frase: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo».
El Tercer Estado: Los campesinos (el 80% de la población) se oponían a las pesadas cargas feudales impuestas por los señores. Los burgueses aspiraban a la libertad de comercio y de negocios, y a participar en la vida política.
Los Estados Generales se abrieron en Versalles en 1789, con la presencia del rey y los representantes de la nobleza, el clero y el Tercer Estado. La negación de los privilegiados a aceptar que el voto fuese por persona y no por estamento (lo que daría superioridad al Tercer Estado) provocó que sus diputados abandonaran la reunión.
En esta primera etapa, la burguesía moderada intentó llegar a un acuerdo con el rey para convertir Francia en una monarquía constitucional y parlamentaria.
La familia real y los privilegiados no aceptaron los cambios y buscaron el apoyo de las monarquías extranjeras. Austria invadió Francia y Luis XVI huyó para unirse a los austriacos.
Cavour, al frente del Piamonte, inició el proceso unificador y se enfrentó a Austria. Paralelamente, un levantamiento popular, dirigido por Garibaldi, derrocó a los monarcas absolutos de los Estados del centro y sur de Italia. En 1861, el primer parlamento italiano proclamó rey de Italia a Víctor Manuel II. Posteriormente, los austriacos abandonaron el Véneto, y Roma se convirtió en la capital.
Prusia tomó la iniciativa y potenció una unión aduanera (Zollverein) que agrupaba a gran parte de los Estados alemanes. Guillermo I accedió al trono prusiano y nombró canciller a Otto von Bismarck. Bismarck impulsó una política agresiva con los Estados vecinos: declaró la guerra a Dinamarca, a Austria y a Francia. La victoria permitió unir a todos los Estados alemanes y se produjo la proclamación del II Imperio Alemán.
En el siglo XVIII existía un gran comercio de indianas. El gobierno británico prohibió su importación y con ello estimuló la producción de tejidos de algodón en el país.
Aumentó la demanda de hierro para fabricar barcos y máquinas, lo que impulsó la búsqueda de un combustible menos costoso y más efectivo que el carbón vegetal. Se adoptó el uso del carbón de coque en los altos hornos para la fundición. El perfeccionamiento de técnicas como la pudelación fue crucial. El convertidor de Bessemer permitió la producción de acero, un material de gran elasticidad utilizado para la construcción de maquinaria y herramientas.
Reino Unido se mostró partidario del librecambio (libre comercio sin aranceles). Por otro lado, el proteccionismo aplicaba impuestos a la entrada de productos extranjeros, con el objetivo de encarecerlos para que no fuera rentable su importación.
Es un sistema económico en el que los instrumentos de producción son predominantemente de propiedad privada y cuyo objetivo es la búsqueda del máximo beneficio. Los intereses de los particulares se regulan mediante la ley de la oferta y la demanda. La competencia entre los empresarios para conquistar el mercado da lugar a una carrera para reducir precios. El capitalismo se ve azotado por las crisis de sobreproducción, cuyas consecuencias incluyen la disminución de ventas y el cierre de empresas.
