Portada » Psicología y Sociología » Psicología y Sociología de la Motivación y la Sexualidad
La motivación se define como un estado interno de activación, derivado de algún estímulo que activa la conducta y la dirige hacia una meta. De acuerdo con esta definición, estamos motivados siempre que nos sentimos impulsados internamente a realizar alguna actividad orientada a la consecución de una meta determinada.
Podemos clasificar los motivos en fisiológicos y sociales. Entre los primeros, la mayoría son innatos, mientras que los sociales precisan del medio ambiente para desarrollarse; es decir, son adquiridos.
Algunas motivaciones son fijas para todos los individuos de todas las culturas, tales como el hambre, la sed y el sueño.
Otros motivos, siendo físicos, admiten excepciones. Otros son típicos de determinadas culturas, mientras que algunos son personales.
Los psicólogos han elaborado diversas teorías para explicar la motivación humana desde perspectivas biológicas, psicológicas y sociales.
Una hipótesis central de la motivación humana es la homeostática. La homeostasis representa las condiciones óptimas de equilibrio en el organismo. Según esta teoría, la conducta humana se origina en una perturbación de la homeostasis y opera hasta que ésta se recupera.
Según Hull, el proceso de la motivación sería:
Necesidad → Impulso → Conducta → Reducción de la necesidad.
Freud postuló que la fuerza motivacional proviene de la tensión y de la organización de la conducta alrededor de la reducción de la tensión. Señaló que la motivación fundamental es inconsciente y se alimenta de impulsos agresivos y sexuales. Destacó dos fuerzas impulsivas: eros (sexo, supervivencia, obtención de comida…) y tánatos (que incluía el deseo de muerte).
Lewin, perteneciente a la escuela cognitiva, plantea la conducta en términos de persona y ambiente. Enfoca el tema a través del nivel de aspiración de las personas, considerando la dificultad de la tarea y la probabilidad de éxito.
Las teorías homeostáticas declinaron al descubrirse otras motivaciones primarias distintas de los impulsos homeostáticos restauradores. (Harlow comprobó que los monos preferían la exploración del ambiente a la satisfacción de las propias necesidades y Young la existencia de preferencias de comida no fundamentadas en la homeostasis).
El aprendizaje instrumental de Thorndike y la teoría del refuerzo de Skinner apuntan a que las consecuencias de una conducta determinan su frecuencia.
McClelland y Atkinson han estudiado, desde distintos puntos de vista, el desarrollo teórico del concepto de motivación.
“La tendencia al éxito es una función multiplicativa entre la motivación de éxito, la probabilidad de éxito y el incentivo de éxito”.
Una hipótesis cognitiva importante es la de Festinger, llamada disonancia cognitiva. Este concepto alude a la discrepancia entre lo percibido y lo esperado. La disonancia provoca un estado de tensión motivacional, similar al hambre.
Cuando una persona no cumple sus expectativas, se produce disonancia.
Weiner ha tratado de identificar las causas del comportamiento y sus dimensiones esenciales, que son tres:
El locus o lugar de las causas, que puede ser interno o externo al sujeto.
Atribuimos el éxito o fracaso de nuestros actos a factores externos o internos, lo que repercute en nuestra autoestima.
La estabilidad, relacionada con las expectativas. La atribución de éxito o fracaso a la capacidad genera expectativas de cara al futuro.
La controlabilidad, relacionada con los sentimientos personales.
Por ejemplo: “la culpa por no haber estudiado más”.
Allport cree que las motivaciones adultas, aunque se desarrollan a partir de sistemas motivacionales anteriores, mantienen una independencia o autonomía funcional. Al principio, puede no haber interés en realizar una tarea, pero su desempeño puede llegar a agradar y motivar por sí misma.
Maslow organiza las motivaciones en una escala jerárquica. Cuando una motivación se satisface, otra ocupa su lugar y controla la conducta del sujeto.
La persona autorrealizada, según Maslow, tiene motivaciones de crecimiento, mientras que en la persona no autorrealizada prevalecen las motivaciones de deficiencia.
Podemos diferenciar dos grandes grupos de motivaciones:
Motivaciones fisiológicas o primarias: se originan en las necesidades fisiológicas del organismo. Acompañan al organismo desde el nacimiento.
Son, por ejemplo, sed, hambre, sexualidad maternal, mamar, huida del dolor, dormir, excretar, respirar, etc.
Motivaciones sociales o secundarias: se adquieren durante la socialización y varían entre individuos y culturas.
Así: los motivos de agresividad, prestigio, contacto social, comunicación, etc. Algunos se vinculan con los fisiológicos, pero otros tienen un origen y desarrollo autónomo.
Tanto las fisiológicas como las sociales se vuelven más complejas al interactuar con otros. En el ser humano, toda motivación social posee un matiz social, adquirido mediante aprendizaje.
En el desarrollo y complejidad de las motivaciones intervienen tres componentes:
Simple asociación condicional de un estímulo a otro: un mismo objeto adquiere nuevos valores.
Por ejemplo: “ir a un banquete supone no solo comer, sino participar en la fiesta, relacionarse, lucir ropa, etc.”
Contagio de valores: a veces, un medio se convierte en un fin. El dinero, medio para conseguir cosas, se ha convertido en un fin en sí mismo.
Transmutación de motivaciones: Freud llamó sublimación a la transformación de unos motivos en otros.
Por ejemplo: “Un deseo sexual insatisfecho puede sublimarse en deseo de comida”.
Algunas alteraciones frecuentes de la motivación son las toxicomanías, la anorexia y la bulimia.
“Nuestra sexualidad es parte de nuestra identidad básica; se expresa en nuestro estilo de vida, en nuestros roles masculinos o femeninos, en cómo expresamos nuestro afecto y también en nuestro comportamiento erótico.” Roberts 1977.
Podemos distinguir cuatro funciones:
Reproducción: Biológicamente, el fin último de la sexualidad es la reproducción. Sin embargo, esta perspectiva, que explica el comportamiento sexual de muchas especies animales, es menos determinante en la especie humana, ya que nuestro comportamiento sexual no se limita a los periodos de ovulación.
Placer: La búsqueda del placer está en la base de muchas expresiones y comportamientos sexuales, no solo el placer de la excitación y el orgasmo, sino el de dar, recibir y comunicarse en una relación sexual positiva.
Expresión de sentimientos: La sexualidad es un canal para expresar cariño, afecto o amor, ya que la relación sexual es una forma íntima y excitante de relacionarse y comunicarse con la persona amada.
Refuerzo de la autoestima: Nos ayuda a mejorar nuestra autoimagen, a sentirnos más vitales y a protegernos de la alienación de una sociedad a veces regida por la competitividad y el consumo. Sin embargo, la sexualidad también se usa para ejercer dominio o como reclamo comercial.
Según Grossman, la motivación sexual no es homeostática; su satisfacción no es necesaria para la supervivencia. No obstante, es difícil afirmar que sea fácil vivir equilibradamente ignorando la motivación sexual.
Hay dos clases de estímulos: externos e internos.
Estímulos externos: Constituyen un factor importante en las motivaciones no homeostáticas. El principal es la pareja, pero existen otros indirectos, estudiados sobre todo por etólogos en animales:
Estímulos internos: Dos influencias fundamentales son las estructuras cerebrales y las funciones hormonales. El hipotálamo parece ejercer mayor control sobre el comportamiento sexual. Las hormonas se relacionan con la actividad sexual; una mayor afluencia de algunas incrementa la actividad sexual.
Las feromonas, expulsadas al aire, son captadas por otros, motivando reacciones de deseo.
La estimulación sexual se produce a través de cualquier sentido y la imaginación. El tacto juega un papel importante. Todo el cuerpo es susceptible de ser estimulado, pero existen zonas erógenas con mayor sensibilidad.
La respuesta sexual es similar en hombres y mujeres. Ambos experimentan reacciones básicas ante un estímulo sexual excitante:
Estos fenómenos causan los cambios corporales ante estímulos eróticos, aunque varían entre personas y situaciones. La respuesta sexual es un continuo, pero se divide en cuatro fases:
Excitación: Erección del pene y lubricación vaginal. Aumenta el ritmo respiratorio y la tensión muscular.
Meseta: La excitación llega al máximo y se estabiliza. Los cambios anteriores se mantienen.
Orgasmo: Liberación de la tensión sexual acumulada. Sensación de mayor placer. Contracciones que concluyen con la eyaculación en el hombre.
Resolución: Retorno al reposo. Relajación generalizada. Periodo refractario en hombres, sin respuesta sexual a nuevos estímulos.
La respuesta sexual puede alterarse, impidiendo la participación o el disfrute del sexo. Masters y Johnson las clasificaron así:
Causas psicológicas:
Algunas disfunciones son consecuencia de trastornos físicos (hipertensión) o sustancias (alcohol, fármacos), pero la mayoría surgen por causas psicológicas:
La mayoría de las disfunciones se curan con terapia.
La sexualidad no tiene edad y cambia a lo largo de la vida. La orientación sexual se refiere al tipo de objetos por los que sentimos atracción y deseo. Consideramos las siguientes formas de comportamiento sexual: masturbación, homosexualidad, heterosexualidad, bisexualidad y parafilias.
Masturbación: Expresión temprana y duradera de la sexualidad. Bebés y niños sienten curiosidad y placer al tocar sus genitales. Freud atribuye a la maduración sexual fases desde el nacimiento (oral, anal, genital, latencia…). Se le atribuyeron males, pero es un medio de autoconocimiento y aprendizaje sexual.
Homosexualidad: Atracción sexual entre personas del mismo sexo. Frecuente antes y durante la pubertad. En la madurez, la mayoría define su orientación sexual, mayormente heterosexual. Considerada contra natura o enfermedad mental, pero desde 1980 la Asociación Psiquiátrica Americana la eliminó de los trastornos mentales. Su origen se debate entre factores genéticos o aprendizaje. Algunos países han eliminado restricciones legales, admitiendo matrimonios y adopción.
Heterosexualidad: Atracción entre individuos de distinto sexo, la más habitual. En la mayoría de las culturas se da entre hombre y mujer, pero existe la poligamia (poliginia o poliandria). Se asienta en la juventud. Hombres y mujeres toman conciencia de sus necesidades, preferencias y respuestas sexuales. El sexo es importante en las relaciones de pareja, generalmente monógamas.
Variaciones de la conducta sexual: Parafilias: comportamientos sexuales poco habituales. Se busca excitación y gratificación sexual a través de experiencias insólitas, más frecuentes en hombres. Las más frecuentes son:
La sexualidad está condicionada por la educación. Una educación rigurosa y autoritaria puede repercutir en cómo se vive la sexualidad y las relaciones. Los valores que deben guiar la conducta sexual son libertad, respeto y responsabilidad:
Libertad: Para elegir mantener o no relaciones y cómo hacerlo, sin forzar ni ser forzado. Consentimiento mutuo.
Respeto: Considerar a la pareja como persona, no como objeto de placer. Aceptación mutua de la relación sexual.
Responsabilidad: Conciencia del riesgo de embarazo no deseado, enfermedades de transmisión sexual o daños emocionales. Actuar responsablemente para evitarlos.