Portada » Filosofía » Principios Fundamentales del Pensamiento Social Cristiano: Origen y Aplicación
El Pensamiento Social Cristiano (PSC) se refiere a dos aspectos fundamentales:
La Cuestión Social, un fenómeno complejo que emergió con fuerza en el siglo XIX, fue profundamente influenciada por la Revolución Industrial. Los factores clave que propiciaron su nacimiento incluyen:
En el siglo XIX, la figura del Papa León XIII fue crucial en la búsqueda de respuestas a la Cuestión Social. Su encíclica más destacada en este ámbito es la Rerum Novarum, publicada en 1891.
La Antropología Samaritana, defendida por la Iglesia, se caracteriza por los siguientes puntos:
El principio de la dignidad de la persona es central en el Pensamiento Social Cristiano y se apoya en cuatro premisas fundamentales:
El concepto de dignidad se sustenta en la creencia de que el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios y posee un fin trascendente, más allá de esta vida terrena.
El hombre es el centro de la sociedad, y esta debe favorecer el desarrollo pleno de sus facultades, aspiraciones y la búsqueda de la felicidad. La dignidad es, por tanto, un don recibido en Jesús y, a la vez, una conquista y desarrollo personal en las situaciones concretas, tanto individuales como sociales.
La cuestión de los Derechos Humanos y su problemática actual ha sido abordada por el Pensamiento Social Cristiano, destacando la encíclica Pacem in Terris de Juan XXIII.
Aspectos clave sobre los Derechos Humanos:
El Bien Común es un principio fundamental en el Pensamiento Social Cristiano, cuyas características principales son:
La Solidaridad es la afirmación de que toda persona, como miembro de la sociedad, está indisolublemente ligada al destino de la misma y, en virtud del Evangelio, a un destino de salvación de todos los hombres. La solidaridad contempla dos aspectos fundamentales:
La Subsidiariedad complementa el principio de la solidaridad. Es el principio que se encarga de promover las expresiones originarias de sociabilidad (protegiendo o dejando hacer). Según este principio, las organizaciones superiores deben estar en actitud de ayuda (del latín, subsidium), promoción y desarrollo de las inferiores, sin suplantarlas.