Portada » Tecnología » Principios de Metrología: Medición, Errores y Control Dimensional
Es imposible determinar el valor verdadero de una magnitud. A continuación, se detallan los diferentes tipos de errores que pueden surgir durante el proceso de medición.
La persona que interviene en el proceso, realizando las mediciones, influye en los resultados obtenidos.
En la fabricación de un instrumento siempre se cometen imperfecciones que condicionan sus mediciones. Con el paso del tiempo, la utilización y el desgaste, se van generando derivas en la medida.
El mensurando es la magnitud particular sometida a medición. Los errores pueden originarse en la propia pieza.
Es un parámetro asociado al resultado de una medición que indica el intervalo de valores que podrían ser razonablemente atribuidos a la magnitud que se mide. Para calcularlo, intervienen varios factores, como el análisis de la distribución estadística de una serie de valores, basándose en la desviación típica muestral; la incertidumbre será proporcional a esta desviación.
Inventados por Carl Edward Johansson, poseen la forma de un paralelepípedo rectangular y presentan dos caras paralelas que formalizan la longitud de referencia. Están construidos con material resistente al desgaste y con buenos acabados superficiales. Esto posibilita la unión de varias galgas (calas) entre sí para construir una medida de referencia, permitiendo múltiples combinaciones mediante acoplamiento. Estos patrones suelen venir en juegos con dimensiones escalonadas, dentro de estuches de madera, y se utilizan normalmente en la calibración de instrumentos. Tienen costes muy elevados y requieren una manipulación cuidadosa: usar guantes o tener las manos limpias y secas, mantener una temperatura entorno a 20 °C, no sujetarlos por la superficie de medida y, al terminar, limpiarlos, aplicarles un aceite neutro o vaselina y guardarlos con cuidado.
Es un sistema de ruedas helicoidales en el que una tiene muy pocos dientes. Están compuestos de dos partes:
Es el conjunto de irregularidades que posee la superficie real de un objeto en una sección determinada, donde los errores de forma y las ondulaciones han sido eliminados. Dependiendo de la aplicación, una pieza tendrá un acabado superficial determinado. Por ejemplo, la superficie de una guía deslizante debe tener un buen acabado, pero si es una superficie irrelevante para el correcto funcionamiento del equipo, el acabado no será de alta calidad. Cuanto mejor es el acabado, mayor es el coste de realización.
Hay multitud de factores que intervienen en la fabricación de las superficies. La superficie de un cuerpo sólido puede presentar estos defectos:
Es un aparato dotado de un palpador de diamante que se desplaza linealmente sobre el material. Es capaz de ampliar el perfil superficial que recorre, mostrando las crestas y valles que definen la superficie efectiva. Emplea procedimientos electromecánicos, convirtiendo los desplazamientos verticales de la punta del palpador en señales eléctricas que amplifica, filtra y procesa, para finalmente mostrar el valor numérico que representa la rugosidad.
Los valores que caracterizan la rugosidad se definen en función de la norma o estándar empleado (DIN, JIS, ANSI, ISO). Los parámetros más utilizados para determinar la altura de la rugosidad son:
Para superficies grandes que no requieran una excesiva precisión, se usan reglas de cuchillo que se colocan sobre la superficie a verificar, comprobando visualmente la medida de la rendija que se forma, pudiendo alcanzar apreciaciones de hasta 0,01 mm. Cuando se requiere más precisión, se usa un reloj comparador que deslizamos sobre la superficie a verificar; el soporte del reloj estará sobre una regla apoyada en bloques patrón. También puede verificarse aplicando sobre un mármol una capa fina de azul de Prusia; se apoya la superficie a verificar y esta quedará marcada en una serie de puntos. Si son pocos los puntos marcados, será señal de un error de forma.
Se realiza mediante una escuadra. Para verificar la perpendicularidad entre dos planos, se puede usar un rodillo o escuadra de verificar y bloques patrón, o una escuadra de precisión y un reloj comparador. Si queremos hacerlo entre dos ejes móviles, anclamos el reloj comparador a un eje y lo apoyamos sobre el otro, haciendo girar el primero 180°. La lectura la tomaremos cuando la aguja cambie el sentido de giro, al ser el punto de menor distancia. Cuando los ejes son inmóviles, emplearemos una escuadra de precisión con una base en forma de V que apoyaremos sobre un eje, mientras que sobre el otro eje reposaremos el soporte del reloj comparador para deslizarlo longitudinalmente.
Se describen los métodos para verificar el paralelismo entre diferentes elementos.
Se acopla un reloj a un soporte deslizante, se apoya en una superficie haciendo reposar el palpador del reloj en la otra de forma perpendicular y después desplazaremos el conjunto.
Se apoya la base en forma de V de un reloj comparador en un eje, el palpador entra en contacto con el otro eje y oscilaremos el elemento de verificación para determinar el punto más bajo. Se repetirá esto a lo largo del eje en varios puntos. Si el resultado de la lectura coincide, quiere decir que los ejes son paralelos; si hay diferencia, el plano no está en concordancia.
Mediante un comparador colocado en un soporte con la forma adecuada, verificaremos el paralelismo entre los dos planos de la guía y el eje.
Consiste en la comprobación de la distancia de un cuerpo respecto de otro. Para la verificación de la equidistancia de dos ejes respecto a un plano, se colocará el reloj comparador en una base que se apoyará sobre la superficie plana. Se pondrá el palpador en el eje y se desplazará lateralmente hasta que la aguja cambie su sentido de giro, lo que implica el punto más bajo. Una vez hecho esto, realizamos la misma operación en el otro eje.
