Portada » Otras materias » Prevención y Seguridad en Deportes de Montaña: Riesgos y Técnicas Esenciales en Barranquismo y Espeleología
Una gestión del riesgo basada en la planificación y la adaptación a cada actividad reducirá de manera considerable la posibilidad de un incidente.
Dichos riesgos pueden ser objetivos o subjetivos:
Los riesgos objetivos son aquellos derivados de procesos naturales. Por lo tanto, no dependen de nosotros ni podemos evitar que sucedan, de ahí la importancia de planificar y prevenir.
En la Tabla 1 se muestra con una gama cromática la peligrosidad que entraña cada evento climatológico en nuestras actividades.
Riesgo inherente a cada fenómeno meteorológico en cada deporte
(Foto: tabla de colores)
Los riesgos subjetivos dependen de nosotros. Son aquellos que vienen definidos por nuestras propias actuaciones, la toma de decisiones, nuestras actitudes, los errores de apreciación, etc. En este contexto, los más relevantes que debemos conocer y tener en cuenta son:
El porcentaje más alto de lesiones y accidentes en actividades de montaña está relacionado con los peligros subjetivos.
En espeleología, se asume un compromiso por la complicación que entraña una evacuación o rescate en caso de accidente debido a las características de la actividad y el medio en el que se desarrolla. Se recomienda la elección de cavidades horizontales sin pasos excesivamente estrechos. El equipamiento deberá incluir iluminación complementaria, punto caliente y ropa de abrigo, además de alimentación.
En barranquismo, uno de los primeros puntos a tener en cuenta será la revisión de los datos hidrometeorológicos (lluvias y caudales) y la previsión meteorológica días previos. Los riesgos del descenso de barrancos se pueden agrupar en: ahogamientos, traumatismos y politraumatismos, hipotermia, desfallecimientos, picaduras, heridas, rozaduras y golpes.
En escalada, además de los riesgos más obvios, como caídas, traumatismos y todo lo relacionado con los riesgos subjetivos, debemos considerar la caída de piedras o la rotura de presas. También son cruciales el diseño de la vía y el estado de los anclajes.
En las actividades de multiaventura, los principales riesgos que podemos afrontar son:
En un contexto diferente del nuestro, peligro y riesgo serían sinónimos. Sin embargo, en el lenguaje técnico no representan lo mismo y dependen de ciertos matices que es preciso entender y diferenciar.
Peligro es cualquier elemento real o potencial que puede causar un daño, mientras que riesgo es la posibilidad de que ese peligro se materialice y produzca consecuencias. Los riesgos pueden ser valorados y cuantificados porque son magnitudes que tienen tres variables:
Por lo tanto, para gestionar los riesgos debemos seguir los siguientes pasos:
Diferentes tipos de riesgos:
El control de riesgos en montaña es la evaluación de todos los riesgos que pueden darse en una actividad. Debe ser un proceso estructurado y continuo. Los factores de riesgo presentes en los accidentes e incidentes son:
Como se puede percibir, una palabra que sobrevuela continuamente a lo largo de este apartado es «formación».
Son muchos los factores que pueden influir en la toma de decisiones en montaña y tenemos que tratar de reducirlos o evitarlos:
Tres tipos de comunicadores:
(FOTO: CUADRO)
Los procedimientos de actuación serán los siguientes:
Será importante que cumplamos, además, las siguientes normas básicas de seguridad:
Por definición, el término aguas vivas hace referencia al agua que está en movimiento y fluye. Sin embargo, en nuestro contexto lo emplearemos para referirnos a los movimientos peligrosos de agua que podemos encontrar dentro de un barranco.
La peligrosidad depende del caudal del barranco, la configuración o morfología del cauce, la velocidad del agua y la flotabilidad.
La densidad del agua es aproximadamente de 1 g/cm³, mientras que la densidad de nuestro cuerpo es mucho mayor, motivo por el cual nos hundimos. La densidad del neopreno, sin embargo, es menor y ello hace que flotemos mejor. Debemos tener en cuenta, en este sentido, que cuando el agua está aireada, es decir, llena de burbujas, su densidad disminuye y eso hace que nos hundamos mucho más.
La velocidad del agua siempre es proporcional a la pendiente del lecho por donde discurre, lo cual quiere decir que a mayor pendiente, mayor velocidad. Esta es una regla general, pero existe una peculiaridad: en los tramos estrechos de los barrancos.
El caudal de un río es el volumen de agua que fluye por él y constituye uno de los aspectos más relevantes a tener en cuenta en un barranco puesto que, a mayor caudal, mayor velocidad, mayor fuerza y, en consecuencia, mayor peligrosidad.
Los principales movimientos de agua que podemos encontrar en nuestras actividades son:
La natación es fundamental en las actividades en aguas vivas a la hora de evitar zonas conflictivas, entrar en zonas de remanso, cruzar el cauce, etc.
En barrancos de aguas vivas es imprescindible conocer los movimientos de agua y, para ello, es necesario aplicar la técnica adecuada manteniendo la calma:
Para cruzar estos obstáculos, el orden será el siguiente:
La palabra hidrotopografía está compuesta por el prefijo hidro (relativo al agua) y topografía, que se refiere al estudio de la superficie.
Los riesgos de las técnicas de aguas vivas incluyen: contracorrientes, rebufo, remolino, sifón, drosage y encorbatado.
Movimientos de agua en sentido contrario a la corriente. En este caso, se podrían denominar «remanso» si la velocidad es casi nula.
Los rebufos son resaltos hidráulicos que se producen al pasar de un punto con una velocidad muy alta a un punto de velocidad muy lenta. Los factores que influyen son: el escalón que lo produzca, el ángulo de entrada del agua, la profundidad de la zona de recepción y la forma que describe el agua al desplazarse.
El ángulo de entrada del agua más peligroso será el cercano a los 45 grados, puesto que son los que más fuerte agarran. Respecto a la profundidad, cuanto mayor sea, más fácil resultará salir.
Con respecto a la longitud, lo que marcará será la distancia de influencia que tiene el rebufo en la cual nos puede retener.
La mejor técnica para salvar los rebufos es tratar de evitarlos por completo. En caso de que no se pueda evitar, trataremos de hacerlo con un salto de cabeza lo más horizontal posible, intentando entrar con mucha velocidad y lo más próximos a la superficie. En caso de vernos atrapados en uno, deberemos buscar la corriente de salida.
Los remolinos son corrientes en círculo con eje de rotación vertical, lo cual hace que la corriente dé vueltas sobre sí misma en ese punto en el plano horizontal. Para descansar o relajarnos, el centro del remolino es la zona ideal, donde el movimiento es menor.
Es el punto donde el agua, al encontrar un obstáculo, se filtra por debajo de este, quedando dicho paso bajo la superficie.
Los podemos encontrar:
La dirección de la corriente choca directamente y perpendicularmente contra una de las paredes u orillas del barranco.
Situación en la cual cualquiera de los elementos anteriormente mencionados nos inmoviliza contra algún obstáculo. Son situaciones con consecuencias letales, por lo que resulta vital extremar las precauciones y conocer perfectamente cómo proceder ante cada uno de los elementos anteriores.
El respeto por el entorno y el medioambiente debe ser una constante en nuestra actividad.
Para planificar correctamente un descenso deberemos ser honestos con nuestras capacidades técnicas y nuestra formación, consultar la meteorología, prever posibles escapes y, por supuesto, avisar a alguien de adónde vamos a ir y cuál es la duración aproximada prevista para la actividad.
En cuanto a la información que debemos recopilar, incluirá:
Al terminar el descenso, deberemos prestar atención a la ubicación de su punto final y retorno: saber por qué lado del río se va a realizar para no saltárnoslo.
Debemos tener en cuenta que los barrancos son espacios dinámicos y en continua evolución.
Encontrarnos en esta situación implica que nos hemos adentrado en un barranco que creíamos que seríamos capaces de descender pero que, en un momento dado, ha resultado infranqueable o del cual no vemos la manera de salir ilesos.
Si los riesgos subjetivos son demasiado altos, si no vemos la posibilidad de salir del cauce o, sencillamente, no conocemos las técnicas necesarias, debemos solicitar el rescate llamando al 112. Todo el grupo deberá tratar de salir por el mismo punto.
Una de las posibles técnicas a seguir consiste en dejar una cuerda fija. Escalar por las paredes laterales para buscar un punto fijo en el que asegurar al resto de compañeros. Se recomienda máxima precaución con la caída de piedras.
Debemos evaluar la urgencia de la situación. Normalmente, las vías de escape serán las menos verticales o las de menor altura, aquellas en las que necesitemos menos material y, por supuesto, con menos opciones de caída. Si no vemos factible continuar, tendremos que observar los laterales del cauce en busca de un lugar seguro donde refugiarnos.
Mantener la calma, tomar la decisión de cómo escapar y elegir quién va a realizar las maniobras de escape.
La señalización en cavidades se realiza a través de elementos reflectantes y catadióptricos, en cualquier caso, dispositivos provisionales, colocándolos en cruces o pasos confusos y orientados de tal modo que con la iluminación sean fácilmente visibles de una baliza a otra.
Otras técnicas incluyen el acotamiento de zonas con cinta de balizaje o balizar el recorrido mediante hitos de piedra.
Importante: No se puede marcar la cavidad con elementos permanentes como las marcas hechas con elementos punzantes en la roca o por medio de pintura.
