Portada » Francés » Poder, Autoridad y Sociedad: Claves de las Relaciones Humanas y Culturales
Autoridad: poder que ejerce alguien con ciertas capacidades o cualidades reconocidas por los demás que hacen que acepten la relación de mando.
Legitimidad: creencia en la autoridad de una persona, grupo o institución.
Quienes ejercen autoridad no lo hacen de manera ilimitada; siempre deben cumplir determinadas condiciones y los destinatarios de la autoridad deben otorgarle un mínimo de legitimidad y prestar conformidad con esa autoridad.
Relaciones de dominación: existen en la sociedad más allá de cómo creamos en cada caso que perjudican o benefician a grupos; son influencias que son permanentes y limitan la capacidad de actuar de algunas personas. Para eliminarlas es necesario que sus integrantes vivan en condiciones igualitarias y sus objetivos sean casi los mismos.
El poder político se concentra en el Estado (institución con mayor profundidad que organiza y regula las relaciones del conjunto de la población, establece y legitima un orden social). Muchos lo definen como un sistema de dominación (el Estado establece un sistema económico y social, decide las formas en que se distribuye la riqueza en la población y dicta normas; si alguien no cumple, el Estado puede castigarlo).
Los gobernantes son la cara visible y el referente de la legitimidad del Estado; esta deriva del consentimiento que los gobernados le otorgan.
Según Weber, el poder es la posibilidad de imponer la voluntad propia en una relación social contra cualquier tipo de resistencia por parte de los otros participantes de esa relación. Supone una relación de mando-obediencia. En esa relación existe un sujeto que actúa, un objeto sobre el que se puede actuar y medios que posibilitan la acción.
Los componentes de la relación social son:
Existen diferentes ejercicios de poder:
La relación entre autoridad y legitimidad se fundamenta en que la creencia en la autoridad de una persona, grupo o institución es lo que se denomina legitimidad. Quienes ejercen autoridad no lo hacen de manera ilimitada; siempre cumplen condiciones y los destinatarios de la autoridad deben otorgarle, aunque sea, un mínimo de legitimidad y prestar conformidad con esa autoridad.
Intersubjetividad y asimetría: Para que exista el poder tienen que existir por lo menos dos subjetividades (personas, perspectivas, intereses). Para la asimetría, tiene que existir alguien en posición de imponer al otro su voluntad porque tiene mayor fuerza, dinero o prestigio.
Para Weber, existen tres tipos de dominación:
Seres humanos entre humanos: Ser humano es ser con otros humanos, es la relación con nuestros semejantes. Nacemos dentro de una comunidad que tiene su lenguaje, sus tradiciones y sus normas. Nacer es entrar al mundo de los humanos. A medida que crecemos, nos identificamos con personas. La identificación más temprana es la exteriorización de una unión afectiva con otro ser humano. El ser humano es naturalmente social, necesita a sus semejantes; todos nacemos dentro de una cultura, pero no significa que seamos cultos.
Sociedad y cultura: La sociedad remite a los distintos grupos integrados por las personas; la cultura tiene que ver con las cosas y las acciones que esos grupos realizan y con los valores que consideran válidos. Se relaciona con los modos de regular el comportamiento de las personas, con los valores que sustentan los grupos humanos, con las normas explícitas o implícitas que los rigen, con las prácticas que realizan.
Contexto sociocultural: Es la combinación de varios procesos sociales, económicos, políticos y culturales que conforman la realidad que vivimos. Los sujetos son personas situadas en el tiempo y en el espacio, actúan dentro de un contexto sociocultural y se relacionan entre sí originando relaciones sociales.
Semejanzas entre personas: Somos semejantes, hay algo en común a todos los seres humanos que trasciende. Algunas semejanzas son:
Tolerancia: implica el reconocimiento del otro como un semejante, como un ser digno de respeto. La tolerancia positiva y el reconocimiento del otro son la condición necesaria del diálogo.
Diálogo: Debemos reconocer que somos falibles, no siempre tenemos razón y que todos necesitamos de los otros para acercarnos a la verdad. Los que entran en un diálogo se reconocen como semejantes.
Etnocentrismo: Es la postura que valora fuertemente lo propio y desprecia lo extraño. Quienes la adoptan generalizan algo particular que les es familiar, que se encuentra en su sociedad, y creen que sus propios valores son los únicos. Consideran que si algo es un bien para ellos, también lo es para el otro, imponiendo así su «bien».
Relativismo: Sostiene que todas las culturas son diferentes pero equivalentes; no hay culturas superiores ni otras que sean inferiores. Hay diversas culturas y en todas existen funciones e instituciones que responden a las necesidades de los seres humanos. Todas las costumbres son igualmente válidas; no se cree tener el derecho a juzgar. Puede ser una postura abierta y tolerante, pero su tolerancia puede devenir en indiferencia, en una falta de interés por el otro.
Respeto por la diversidad: Todos somos semejantes, pero vivimos en contextos de desigualdad. Existen culturas más poderosas, y sus posturas etnocentristas han llevado a la invasión y conquista de pueblos. Es posible respetar la diversidad cultural, pero solo a condición de denunciar las relaciones de poder existentes entre las culturas.
Las diferencias entre las personas surgen de sus oportunidades distintas para acceder a la educación, la cultura, el trabajo, la vivienda y la salud. Necesitamos proyectar para sentirnos humanos; la falta de oportunidades ataca y vulnera nuestra misma humanidad porque limita gravemente nuestra libertad.