Portada » Ciencias sociales » Perspectivas Críticas sobre la Educación: Teorías de la Desescolarización y sus Proponentes
En torno a los años sesenta del siglo XX, los avances sociales, económicos y científicos, el desarrollo tecnológico de los medios audiovisuales y la tecnología de la información, junto con la expansión de los medios de comunicación, llevaron a que desde distintos ámbitos se cuestionara si la educación impartida y la escuela existente respondían a las necesidades de la sociedad. La conclusión general fue que la institución escolar se había vuelto obsoleta, inútil, lenta e ineficaz, además de estar mal organizada y ser económicamente muy cara. Se argumentaba que la escuela no eliminaba las desigualdades sociales y se ponía en duda la eficacia de las titulaciones universitarias para encontrar empleo.
El conjunto de autores y corrientes que planteaban la desescolarización social, proponiendo incluso la clausura de las escuelas, reciben la denominación de teorías de la desescolarización.
McLuhan nos recuerda que, antaño, la enseñanza tenía lugar fuera de las aulas y propone un retorno a una culturización fuera de ellas, inmersa en la propia estructura social donde se encuentre el niño. Para McLuhan, la mayor parte de la enseñanza ocurre fuera de las escuelas, a través de medios como la prensa, las revistas, el cine, la televisión y la radio, los cuales superan la cantidad de información que pueden generar los profesores y las instituciones escolares.
McLuhan plantea destruir las aulas convencionales que aíslan al educando de la vida y, en su lugar, usar las nuevas tecnologías y los medios de comunicación. Entiende a estos últimos como una forma de apoyo divertida, capaces de hacer realidad el principio pedagógico: «lo que agrada enseña de modo mucho más efectivo». Además, estos medios democratizan la cultura y convierten a toda la sociedad en educadora, creando así aulas sin muros.
Para Illich, gran parte de lo que uno sabe se aprende fuera de la escuela, puesto que existe una desconexión entre la escuela y la realidad. Argumenta que no existe una función pedagógica clara desde el momento en que se confunde enseñanza con saber o competencia con titulación. Illich niega que a los niños les corresponda estar en las escuelas, que aprendan en ellas o que solo se les pueda enseñar allí. Lo que los niños saben, según Illich, es a pesar del maestro y de la escuela, no gracias a ellos.
La alternativa que plantea es la ampliación del control pedagógico sobre toda la sociedad; la escuela saldría de su entorno físico y se expandiría por toda la sociedad. Otra posibilidad sería la utilización de la tecnología moderna, que puede ser empleada como una ayuda, siempre que se tenga en cuenta que debe estar al servicio del ser humano y no al revés.
Illich valora mucho el aprendizaje informal, basado en el libre acceso a la naturaleza, a las herramientas y a las cosas, así como en unas relaciones interhumanas educadoras.
Everett Reimer denuncia que la escuela es la responsable de crear ambientes negativos que dañan la salud mental del ser humano, hasta el punto de que destruyen su esencia como persona. Para él, la escuela solo sirve para custodiar a los niños y jóvenes, y para transmitir mitos sociales a través del currículum oculto, tales como la igualdad de oportunidades, la libertad, el progreso y la eficacia.
Reimer plantea como alternativa a la escuela existente una institución democrática de servicio público con redes de oportunidades y redes de personas. Su intención es reincorporar a todos aquellos que sientan la necesidad de comunicar algo a los demás, en instituciones que dejarán de ser calificadoras para convertirse en redes de objetos educativos, modelos de habilidades y grupos de colegas.
También otorga importancia a la tecnología educativa, al considerarla capaz de acumular información sobre los objetivos y los contenidos de la educación, y de ponerlos a disposición de los usuarios de forma democrática.
Paul Goodman se preocupa por el niño y critica a la escuela porque la relaciona con la capacidad de represión que se ejerce sobre los niños, coartando su libertad e imposibilitando su adecuada construcción como persona. Aunque su postura es la menos radical, solo considera necesaria la abolición de la escuela para algunos cursos y clases.
Su tesis principal es que la escuela debe dejar de ser obligatoria, descentralizando las escuelas en pequeñas unidades escolares a fin de lograr una educación a medida. Sus alternativas escolares van orientadas a una educación no represiva de los alumnos, basada en la libertad personal y en el protagonismo del alumno en su propia formación.
Otra alternativa que propone es que todos los estudiantes, antes de entrar en la universidad, tengan una experiencia de trabajo de un par de años, o que las principales universidades eliminen la competitividad como criterio de selección.
Lo que busca Goodman es que el niño se vaya construyendo a sí mismo, ayudado por una sociedad que le aporte estímulos positivos, sin coacciones, represiones ni obligaciones. Estas últimas son, según su criterio, las que rompen y destrozan las virtudes que toda educación debiera poseer: libertad, autonomía, respeto, confianza, etc., y que son, según nuestro autor, lo que la escuela frustra e imposibilita.
Las alternativas globales no planteaban la supresión de las instituciones escolares, sino la creación de una sociedad educativa, de la ciudad educativa y de la sociedad del aprendizaje, utilizando todos los medios posibles.
En 1971, la UNESCO encargó un estudio sobre la situación educativa en el mundo. El resultado fue el informe Aprender a Ser, que postulaba que la educación no debe ser solo patrimonio de la institución escolar, ni exclusiva de unos pocos, ni adscribirse únicamente a unos grupos de edad. Todo individuo debe tener la posibilidad de aprender durante toda su vida y, para ello, la sociedad debe democratizar la educación, universalizarla, al tiempo que desarrolla las múltiples variantes propias de la educación no formal, poniendo en juego las capacidades de las instituciones que conforman la sociedad.
La educación debe salir de la escuela y convertirse en una constante en la vida del ser humano, lo que implica una revitalización de la formación permanente en las empresas y, en general, en el mundo del trabajo.
John Holt critica a la escuela y la considera un lugar nefasto para los niños. Argumenta que la escuela anula las capacidades educativas del niño, así como su libertad y espíritu independiente, frustrando sus capacidades de pensar y de autonomía. Además, factores como el magistrocentrismo, los exámenes y la asistencia obligatoria contribuyen al fracaso escolar, pero de manera muy especial, la falta de libertad y comunicación que existe en la educación.
Holt ideará un sistema alternativo de formación que implicaría a la familia, pretendiendo suprimir la escuela. Para ello, iniciará la publicación de una revista con el objeto de aconsejar a los padres sobre cómo educar a sus hijos en el hogar.
En líneas generales, este movimiento se muestra convencido de que en ningún otro lugar como en el hogar es posible comenzar una educación coherente y homogénea desde el nacimiento. Hasta más o menos los 6 años de edad, los ámbitos formativos fundamentales serán la imitación, el juego y el lenguaje.
A partir de esa edad, la formación del sentimiento, de la voluntad, de la sensibilidad, así como una pertinente educación moral y social, se desarrollaría contando con el asesoramiento de las revistas que para tal fin se publican.
Otro aspecto a destacar en este tipo de educación es que los niños se autogobiernan y son ellos quienes se dedican a trabajar en las cuestiones formativas e instructivas, aunque al mismo tiempo se encargan de las labores del cuidado de una casa, sin solución de continuidad con el ocio y el juego.
En España, este movimiento tuvo también su revista Aprender sin Escuela desde agosto de 1989, planteando la educación de los niños desde el hogar. El problema es que en España la educación es gratuita y obligatoria hasta los 16 años; por ello, los padres partidarios de no mandar a sus hijos al colegio se exponen a recibir la sanción correspondiente.