Portada » Latín » Oratoria Romana: Las Claves de Cicerón y Quintiliano para Persuadir
La oratoria es el arte de hablar con elocuencia con el fin de persuadir por medio de la palabra. Tiene su origen en Grecia, en la sofística, que enseñaba a defender por igual tanto un punto de vista como el contrario.
En una sociedad como la romana, en la que también existían asambleas políticas y tribunales, el dominio de la palabra era necesario para quien quisiera dedicarse a la política, prácticamente la única opción que tenía un joven patricio, aparte del ejército. En Roma, las escuelas de retórica empezaron a asentarse en el siglo IV a.C. Las técnicas de la oratoria —la retórica— eran enseñadas por los retores, quienes transmitían distintas técnicas, como la suasoriae o la controversiae.
Con la llegada de la época imperial, dejaron de existir la libertad política y la independencia judicial, por lo que la oratoria se convirtió en un género literario ejercitado en el marco de las escuelas.
Desde el punto de vista literario, había dos tendencias o escuelas principales:
Los primeros romanos consideraban que en la oratoria lo importante era ser poseedor de la verdad. Su actitud en ese terreno era casi religiosa: desde su punto de vista, no hablaban solo ante los hombres, sino también ante los dioses. Por eso, consideraban que el orador debía tener las cualidades de la gravitas (seriedad), dignitas (dignidad), maiestas (superioridad) y bona fides (rectitud).
Para ser un orador se necesitaba, además, una sólida formación en derecho, historia, filosofía y literatura. Sin embargo, lo cierto es que muchas veces la verdad es plural, no la tiene una sola persona, y además hay que demostrarla. No siempre convence el que tiene más razón, sino el que defiende mejor su razón. En ese momento entra en juego la retórica, que es el conjunto de procedimientos para hablar bien. Esta habilidad la aprenderían los romanos con la práctica y gracias a las escuelas de retórica griegas, que existían desde el siglo V a.C. A medida que mejoraba la técnica de la oratoria, se perdió ese carácter sagrado y se pasó a considerar lo verosímil como más importante que lo verdadero, y la oratoria como un fin en sí misma, más que como un medio.
Marco Tulio Cicerón nació en Arpino, en el seno de una familia del orden ecuestre (equites). Su familia poseía, sin embargo, una gran fortuna, lo que le permitió recibir una esmerada educación.
Cicerón fue contemporáneo de César y vivió, como él, un período de guerras civiles y disturbios políticos, aunque en bandos claramente opuestos. La carrera política de Cicerón tuvo muchos altibajos. Su vanidad y su defensa del orden senatorial le enemistaron con muchos contemporáneos. A la muerte de César, apoyó al sobrino de este, Octavio Augusto, y se enemistó con Marco Antonio, escribiendo contra él varios discursos: Las Filípicas. Cuando se formó el segundo triunvirato entre Octavio, Marco Antonio y Lépido, acordaron eliminar a sus enemigos, y esto le costó la vida.
Cicerón es el principal representante de la oratoria en Roma y llevó la prosa latina a su máxima perfección. Escribió obras preceptivas sobre retórica, como De inventione, y los tratados de madurez: De oratore, Brutus y Orator, obras fundadas en las enseñanzas de los rétores grecolatinos y en su propia experiencia.
En sus obras, Cicerón describe las fases para la elaboración de un discurso:
Incluso diferenció cinco partes fundamentales en la estructura del discurso:
Como abogado defensor, destacan discursos como el Pro Roscio o Pro Archia. La obra de Cicerón fue estudiada en las escuelas e influyó en otros géneros como la historiografía o la tragedia. Aunque la oratoria como género literario clásico ha evolucionado, sus técnicas siguen siendo fundamentales en la comunicación actual.
Quintiliano era de origen hispano, nacido en Calahorra. Estudió en Roma, donde su padre era rétor, y volvió a Hispania. Fue un abogado famoso en su tiempo y recibió grandes honores. Formó parte de los cuadros de la enseñanza oficial y, cuando se jubiló, el emperador Domiciano le confió la educación de sus sobrinos herederos. Gozó de gran consideración en su época.
Su obra principal fue De institutione oratoria (Sobre la formación del orador). En esta obra recoge todos los saberes prácticos de un viejo maestro. Nos habla desde la experiencia y lo hace con sensatez, pragmatismo, honradez y claridad, dotando a su obra de grandes cualidades pedagógicas. Quintiliano defiende el clasicismo, un regreso a los valores literarios de la época de Cicerón, a quien toma como modelo.
