Portada » Magisterio » Optimización del Proceso Educativo: Evaluación y Diseño de Unidades Didácticas en Matemáticas
El tratamiento de la información, azar y probabilidad adquieren su pleno significado cuando se presentan en conexión con actividades que implican a otras áreas de conocimiento. Deben iniciar en el uso crítico de la información recibida por diferentes medios, especialmente los de comunicación.
La evaluación es el proceso de recogida y análisis de información que permite conocer si se está produciendo un buen proceso de enseñanza-aprendizaje. Con estos datos, el profesor puede analizar su intervención educativa y detectar errores.
Hay tres momentos complementarios en la evaluación:
La evaluación se considera una parte importante del proceso de instrucción, porque es un proceso dinámico y continuo que tiene un fin principal: mejorar el aprendizaje de los alumnos.
Sus fines secundarios son:
La evaluación debería ser más que un examen al final de la instrucción, ya que debería ayudar al profesor como retroalimentación (feedback) en su enseñanza-aprendizaje.
Una evaluación ejemplar de las matemáticas debería:
Criterios de evaluación relevantes incluyen:
Para conseguir aprender a diseñar y gestionar una unidad didáctica (UD), se tendrán en cuenta los documentos oficiales (primer nivel de concreción) y el proyecto de centro (segundo nivel de concreción). Elaborar una UD implica la toma de decisiones en distintos ámbitos hasta culminar con un documento que incluya objetivos, contenidos, actividades, evaluación, recursos y metodología. Este instrumento de planificación, generalmente para unas 3 o 4 semanas, se debe centrar en un contenido matemático que posea cierta unidad temática.
Debe estar basada en seis elementos:
La organización de una unidad variará en función de la metodología que utilicemos.
Una vez terminada la planificación, procedemos al diseño. Tras recoger información sobre los seis elementos mencionados, podemos concretar las actividades que se realizarán en el aula. Estas actividades “ricas” deben intentar superar el aprendizaje pasivo del alumno para no caer en la reiteración del uso de fórmulas, prestando atención a aspectos como: la actividad del alumno, el uso de materiales manipulativos, problemas contextualizados, trabajo en grupo, uso de diferentes representaciones, contextualización de contenidos, etc.
Esta UD debe tener la siguiente estructura: objetivos, contenidos, descripción de actividades (incluyendo la metodología), actividades de refuerzo y ampliación, recursos y materiales, bibliografía y actividades para los alumnos.
La gestión de la UD en el aula es tan importante como la selección de actividades “ricas”. Debemos analizar la implementación de la UD en el aula, ya que en cada clase encontramos diversidad de alumnos y es posible que la planificación inicial deba ajustarse respecto a lo previsto, basándonos en datos de cursos anteriores y la evaluación inicial.
Por ello, la UD debe ser flexible y estar abierta a adaptaciones para atender la diversidad y las dificultades que puedan presentar los alumnos. Hay que ser conscientes de que podemos encontrar alumnos que necesitarán una adaptación curricular, ya que nuestro currículo escolar tiene un carácter abierto, flexible y adaptable. Así, puede surgir la necesidad de realizar una Adaptación Curricular Individual (ACI), que es una planificación específica elaborada por especialistas para alumnos con necesidades educativas concretas.