Portada » Historia » La revolucion del 68 y el Gobierno provisional
Esta revolución puso fin al reinado de Isabel II. Se produjo el 19 de septiembre de 1868, cuando la escuadra del brigadier Topete se sublevó contra el gobierno de Isabel II. Prim fue sublevando sucesivamente Málaga, Almería y Cartagena. Muy pronto, se constituyeron Juntas Revolucionarias que organizaron el alzamiento y lanzaron llamamientos al pueblo. Las consignas eran parecidas en todas los lugares: sufragio universal, abolición de los impuestos de consumos y de las quintas, y elecciones a Cortes constituyentes. Cuando las escasas tropas fieles al gobierno fueron derrotadas en Alcolea, el gobierno no vio más salida que dimitir. Isabel II partió hacia Francia el 29 de septiembre de 1868. Al Pacto de Ostende, firmado por progresistas y demócratas en el exilio para conspirar unidos contra la monarquía, acabaron por sumarse los unionistas en 1868, tras la muerte de O`Donnell, ahora bajo el liderazgo de Serrano, convencido al fin de la inviabilidad del régimen. Éstos constituyeron un Gobierno provisional, y ordenaron disolver las Juntas y desarmar a la Milicia Nacional que les había dado apoyo.
Las diferentes fuerzas sociales también confluyeron hacia la revolución puesto que el gobierno isabelino era incapaz de solventar la crisis económica. Fue encabezado por los generales Serrano, Prim, Topete y Ros de Olano.
El gobierno provisional a cuyo frente se situaron Serrano y Prim, puso rápidamente en marcha un programa de reformas. Se aprobó la reforma de la enseñanza, la democratización de Ayuntamientos y Diputaciones y la emancipación de los hijos de los esclavos en las colonias. El Gobierno provisional convocó elecciones a Cortes constituyentes, mientras la monarquía se pronunciaba para el futuro del nuevo régimen político. Éstas dieron la victoria a los progresistas, unionistas y un sector de los demócratas y se crearon dos importantes minorías dentro de las Cortes: la carlista y la republicana. La monarquía se mantuvo como forma de gobierno, correspondiendo al rey el poder ejecutivo y la facultad de disolver las Cortes. Fuerzas politicas: El reconocimiento del sufragio universal tuvo importantes consecuencias en la organizacion de los partidos, la politica estaba dominada por 4 tendencias.Muy cercanos a ellos se situaban los moderados, que se mantuvieron fieles a Isabel II, reclamando su vuelta al trono y que obtenían el apoyo de la burguesía agraria de base latifundista y entre sus líderes destacaba Canovas del Castillo. En el centro se hallaba la conjunción monárquico-democrática, integrada por los firmantes del Pacto de Ostende. Estos grupos contaban con el apoyo de la burguesía financiera e industrial, de las clases medias urbanas, de amplios sectores del ejército y de un buen grupo de intelectuales y profesionales liberales. Contaba con 70 diputados dirigidos por Pi y Margall, Figueras y Castelar, y eran partidarios de las más amplias sociales y políticas en un sentido democrático: defendían la forma republicana de gobierno, la supresión de las quintas o la abolición de la esclavitud.
Politica económica. Uno de los objetivos esenciales de la revolución de 1868, era una radical reorientación de la política económica. Se pretendía establecer una legislación que permitiera o facilitara la implantación del capitalismo y que protegiera los intereses económicos. La política de esta etapa se caracterizará por la defensa del librecambismo y por la apertura del mercado español a la entrada del capital extranjero. Con ello se pretendía favorecer la competencia y la libre iniciativa y transformar las estructuras comerciales e industriales del país.
Uno de los problemas fue la supresión de la contribución de consumos, que fue sustituida por un impuesto personal y universal. También se fijó la peseta como unidad monetaria, en un intento de unificar y racionalizar el sistema monetario. Pero el problema más grave fue la situación de la Hacienda que tenía una Deuda Pública que se elevaba a 22.109 millones de reales, con unos intereses de 591 millones aproximadamente, más las deudas a la banca extranjera, aparte de otros gastos, y además el gravísimo problema de Hacienda forzó a utilizar parte del patrimonio minero.
La medida era coherente con su programa de liberación de la economía y con la permisivilidad para la entrada de capitales exteriores. La última gran acción sobre la economía fue la liberación de los intercambios exteriores, aprobada mediante la Ley de Bases Arancelarias, que acababa con toda una tradición proteccionista de la economía española del siglo XIX. A esto se opusieron los industriales algodoneros catalanes y los cerealeros del interior, que veían peligrar su monopolio sobre el mercado español.
La revolución de septiembre de 1868: significó la afirmación de un nuevo sentido de liberalismo, contrapuesto a rígido moderantismo, el fin del “régimen de los generales” de las décadas anteriores y el triunfo de la sociedad civil. La junta de Madrid toma la iniciativa de conferir el poder supremo al general Serrano, vencedor en Alcolea de las tropas gubernamentales, y éste forma un gobierno provisional integrado por progresistas y unionistas. La propia junta madrileña, al igual que otras, había aprobado un manifiesto reconociendo la necesidad de amplios derechos políticos: sufragio universal, libertad de cultos, de reunión y asociación.El gobierno provisional ponía rápidamente en marcha un programa de reformas gubernamentales y convocaba elecciones constituyentes, no sin antes pronunciarse a favor de la fórmula monárquica. En cambio, el estallido de la revolución cubana y el consiguiente reforzamiento del ejercito etc son los más graves problemas con que se encuentra el nuevo régimen. Pero prevaleció la mayoría parlamentaria liberal progresista, dispuesta a consagrar unas ideas puramente liberales, amantes de los principios de libertad, igualdad y de propiedad, y que no coincidían precisamente con las que defendían los que aspiraban al cambio social, por lo que independientemente se produjo la queja de los grupos radicales.
Intentava hacer efectivo el sistema de división de poderes de manera que la tradicional y casi autoritaria hegemonía del ejecutivo, perdiera poder en pro de un fortalecimiento de las Cortes, a la vez que, democráticamente, se aseguraba la independencia del poder judicial. Así, el poder ejecutivo quedaría concentrado en una función de equilibrio y moderación entre las fuerzas políticas. Todo ello debía sustentarse en el sufragio universal.
La busqueda de un rey demócrata.
Por ello, se intento solucionar provisionalmente la situación con la instauración de una regencia presidida por el general Serrano, mientras que Juan Prim se erigió en jefe de Gobierno.Descartada la vuelta de Isabel II de su exilio de Francia, resultaba imposible pensar en hacer rey a su hijo de doce años;
pese a ello, Cánovas del Castillo comenzó a formar un partido Alfonsino para asegurar la defensa de los derechos del futuro Alfonso XII.Mientras se iniciaba la búsqueda de un rey por las chancillerías europeas, resurgió el problema colonial, aunque con el régimen revolucionario parecían sólidas las promesas de conceder representación en las Cortes, de abolir la esclavitud y reformar el gobierno en Cuba y Puerto Rico.
La inestabilidad política peninsular trasladada a las Antillas y a la acción de sociedades secretas independentistas desembocaron en la insurrección cubana y así comenzó una guerra que se convertiría en unos de los problemas mas graves del sexenio y que iba a durar diez años hasta 1878.Amén de esto, el afán de Prim como jefe de gobierno, en los meses siguientes fue intentar conciliar la distintas posiciones de los partidos hasta que hubiera un rey.
Una frenética propaganda republicano-federal se extendió por España, y el resultado fue una serie de movilizaciones de masas populares que llegaron mucho mas lejos de lo propuesto por los ideólogos promotores porque, en muchos casos, acabaron convirtiéndose en una respuesta anarquista contra la propiedad privada.
Gracias a las nuevas gestiones de Prim y de las logias masónicas, la casa de Saboya presiono a don Amadeo, duque de Aosta, para que aceptara el trono de España. Este acepto, tras recabar el consentimiento de las potencias Europeas; y por fin las Cortes lo eligieron rey a mediados de noviembre.Cuando don Amadeo conoció esta decisión, embarco rumbo a Cartagena, donde llegó el 30 de diciembre.
Fue entonces cuando se entero de que Prim, llamado a dirigir sus pasos en el reinado “democrático”, había sido tiroteado tres días antes en la madrileña calle de turco –falleció ese mismo día treinta -. Por ello desde el principio y sin su principal valedor se considero desamparado para cumplir las perspectivas de gobierno derivadas de la constitución.El fracaso de su reinado no puedo quedar reducido al hecho de que, si bien aportaba buena voluntad, no conocía el idioma y además era joven. La nobleza, siempre fiel a la derrocada Isabel II y aleccionada por el clero mas conservador, consideró a don Amadeo I – por ser Saboya – enemigo del papado y responsable de la reducción territorial del vaticano; de modo que opto por hacerle el vació , alejarse de la corte y simpatizar con el nuevo partido Alfonsino de Canovas, quien, por otro lado, estaba procurando reunir a la alta burguesía, preocupada por la inestabilidad política, negativa para la marcha de sus negocios. Inmediatamente, el congreso y el senado, constituidos en una sola Asamblea nacional, dispusieron de forma ordenada y pacifica, la proclamación de la Republica. Esta había llegado al fin porque la monarquía se había quedado sin actuacion.