Portada » Biología » Impacto de la Radiación Ionizante en Órganos y Sistemas Humanos
La radiación provoca la depopulación de células hematopoyéticas en la médula ósea, lo que resulta en una parada proliferativa. Esto conlleva la pérdida de leucocitos (glóbulos blancos) y plaquetas, culminando en muerte celular (necrosis y apoptosis).
La radiación forma radiodermitis, cuyos síntomas incluyen eritema y descamación (similar a una quemadura de tercer grado). Esto puede llevar a la muerte o transformación de los folículos pilosos, resultando en alopecia (un efecto determinista).
La radiación provoca el descenso del número de espermatozoides y puede causar esterilidad.
La radiación puede causar privación hormonal, lo que puede llevar a menopausia precoz y alteraciones genéticas en la descendencia.
La radiación en el cristalino provoca cataratas (opacificación del cristalino).
Las lesiones importantes están relacionadas con el aporte sanguíneo. La radiación puede provocar la rotura o alteración de los vasos sanguíneos, lo que resulta en trombosis y/o embolias, así como hemorragias petequiales, telangiectasias y esclerosis.
La radiación provoca retraso mitótico, osteoporosis (afectando a osteoclastos y osteocitos) y la muerte de células inmaduras (en mitosis), lo que puede llevar a la detención del crecimiento óseo.
Se observan modificaciones estructurales hepáticas debido a la gran cantidad de vasos sanguíneos que irrigan el hígado (órgano hipervascularizado). La radiación puede provocar hepatitis post-irradiación, cirrosis o necrosis, lo que resulta en un cuadro de insuficiencia hepática.
Las lesiones son consecuencia de los daños vasculares. La radiación puede causar glomerulonefritis membranosa, atrofia y fibrosis renal, lo que conduce a hipertensión y fallos funcionales.
Las lesiones morfológicas son mínimas. Las alteraciones en la glía (un tipo de célula) y las vasculares se traducen en lesiones en el parénquima. La radiación puede provocar inflamación, que progresa a fibrosis, esclerosis o trombosis en el sistema craneal.
La radiación puede afectar los vasos sanguíneos, provocando a nivel celular la expulsión de tejido intracitoplasmático y descamación. Dosis elevadas de radiación pueden provocar la esterilización de las células foliculares. Se han observado efectos como hiperplasia, hipertrofia, hipotiroidismo y, en casos severos, cáncer de tiroides.
Müller, en 1959, describió tres etapas diferentes en el desarrollo embrionario:
Dura unos días, desde la fecundación del óvulo hasta su implantación en el útero. En este periodo, el embrión está formado por una pequeña cantidad de células muy indiferenciadas (células totipotentes).
Si la irradiación provoca una lesión celular que puede ser compensada por las células supervivientes, el embrión llegará a término sin ninguna alteración en el recién nacido. Si las células supervivientes no compensan el daño producido por la radiación, el desarrollo del embrión es inviable y se produce un aborto. Se aplica la “ley del todo o nada”: o se produce la muerte del embrión o nacerá un niño completamente normal.
Esta etapa comprende desde la implantación en el útero del embrión hasta las 12-15 semanas de gestación. En este periodo se forman la mayor parte de los órganos del embrión.
La lesión que puede ocasionar la radiación ionizante dependerá de la dosis de radiación y del momento en el que se produzca la exposición. El efecto de la radiación dependerá del momento en que el embrión se expone a la radiación ionizante, ya que lesiona las células con mayor actividad mitótica, es decir, las que están formando los órganos en ese momento.
Si la irradiación ocurre con dosis elevadas entre las semanas 11 y 12, las lesiones afectan al tejido musculoesquelético que forma las extremidades superiores e inferiores. Si la irradiación se produce en semanas posteriores, las lesiones esperadas afectarían al Sistema Nervioso Central (SNC).
Las lesiones tampoco son específicas, ya que numerosos agentes químicos (como la talidomida) o biológicos (como la rubéola o la toxoplasmosis) pueden producir lesiones similares, en función del momento en que el agente tóxico entre en contacto con el embrión.
Comprende desde el final de la organogénesis hasta el nacimiento. Se caracteriza por los fenómenos de maduración de los diferentes procesos funcionales, y por ello su resistencia a la radiación es mayor que la presentada en los estados anteriores.
Dosis altas de radiación pueden producir alteraciones funcionales, entre las que se describen la esterilidad masculina y femenina, idiocia y oligofrenia. Los pacientes con idiocia y oligofrenia presentan cierto retraso.
Durante los primeros años de vida, en los niños irradiados dentro del útero, se ha descrito un aumento en la frecuencia de aparición de algunos cánceres (como la leucemia y el carcinoma de tiroides) con dosis elevadas.
El conocimiento de estos riesgos impone extremar el cuidado, desde el punto de vista radiodiagnóstico, con la mujer embarazada y con el feto, mediante la ausencia de exposición innecesaria y el máximo cuidado en radioprotección (incluso de la radiación dispersa) cuando se realice cualquier tipo de exposición en estas situaciones.
La radiación ionizante se ha relacionado con numerosos tipos diferentes de neoplasias, como osteosarcomas, carcinomas de pulmón o de piel, entre otros.
Cabe destacar que otros agentes infecciosos también pueden provocar cáncer, como las ETS (Virus del Papiloma Humano), que pueden producir cáncer en el cuello del útero y en la zona de la faringe, o la bacteria Helicobacter pylori, que puede producir cáncer de estómago.
Los valores estimados por la ICRP (Comisión Internacional de Protección Radiológica) representan una incidencia relativamente baja en comparación con otros factores lesivos y carcinogénicos a los que se enfrenta el ser humano en su actividad habitual.
La respuesta orgánica del organismo se refiere al síndrome de irradiación orgánica cuando la exposición afecta simultáneamente a todo el organismo. Para que se produzca este cuadro clínico, deben cumplirse las siguientes condiciones:
La dosis letal porcentual (DLm/n) es el cociente donde ‘m’ representa el porcentaje de la población que sufre muerte y ‘n’ los días de supervivencia tras la irradiación. Permite comparar los efectos letales producidos por distintos niveles de dosis.
Desde el punto de vista clínico, en la irradiación corporal total se pueden apreciar diferentes etapas:
La respuesta a la radiación de un sistema u órgano se define como los cambios morfológicos y/o funcionales, visibles o detectables, producidos por una dosis determinada en un cierto intervalo de tiempo. Se distinguen dos fases:
Son el resultado de lesiones celulares. En función de la dosis, pueden ser reversibles o no. Se manifiestan en los primeros días o semanas después de la irradiación. Ejemplo: edemas y lesiones de las zonas irradiadas.
Son la consecuencia de cambios iniciales irreversibles que perduran o se cronifican. Se manifiestan meses después de la irradiación. Ejemplo: fibrosis (cicatrización) y ulceraciones de las zonas irradiadas.
El daño producido por las radiaciones puede ser eliminado por: