Portada » Francés » Gobernanza, Corrupción y Pobreza: Las Teorías del Fracaso y Desarrollo de las Naciones
La gobernanza se define como el proceso y las instituciones por los cuales la autoridad es ejercida en un país. Esto incluye cómo las autoridades son elegidas, evaluadas y reemplazadas; la capacidad de los gobiernos para gestionar de manera eficiente y eficaz, así como para formular, implementar y diseñar políticas y mecanismos de regulación; y el respeto de los ciudadanos y el Estado por las instituciones que gobiernan las relaciones entre ellos.
La mala gobernanza y la corrupción determinan el nivel de pobreza de forma inmediata a través de varios canales:
Esto se debe a políticas económicas e institucionales inadecuadas, impulsadas por:
La mala gobernanza resulta en pobreza a través de varios canales, incluida la corrupción. Para atacar la pobreza, la clave está en la interacción entre la responsabilidad, el Estado de derecho (*rule of law*) y la lucha contra la corrupción. Cuando la mala gobernanza es extrema, los países fracasan. La acción colectiva, si es decidida, puede marcar la diferencia en 5-10 años.
La corrupción actúa como un impuesto regresivo a las familias y empresas, pagado en forma de “sobornos” por los usuarios de servicios públicos.
Si no se arreglan las instituciones políticas, los países no pueden desarrollarse. Las buenas instituciones económicas incentivarán a los ciudadanos a que inviertan, acumulen y desarrollen nuevas tecnologías, para poder hacer una sociedad más próspera. Las malas instituciones (instituciones extractivas) tienden a perpetuar malas instituciones, creando un círculo vicioso, a veces llamado *the iron law of oligarchy*.
¿Cómo acabar con él? A través de una revolución social, económica o política, o mediante grandes cambios.
Si no puedes (re)conducir un país, subcontrata a alguien que pueda. Un ejemplo es Hong Kong, que fue desarrollado por los británicos y devuelto a China, y que actualmente es próspera. La mayor crítica de este método es que no está claro si los líderes de los países más pobres querrían participar en un acuerdo como este (¿colonialismo?).
Los países que se estancan en un círculo vicioso de mala economía y malas instituciones políticas deberían ser “rescatados” por otros países, incluso con intervenciones militares si fuera necesario para romper el círculo vicioso del conflicto interno. La ayuda exterior es importante, pero debe ser una ayuda económica bien orientada y controlada. Es fundamental que se difundan en los países pobres las leyes y normas del mundo desarrollado y que este último abra sus mercados a las exportaciones de aquellos países.
El problema real del desarrollo no es averiguar cuáles son las buenas políticas para acabar con la pobreza, sino poner orden en los procesos políticos. Hay que dejar o enseñar al país a solucionar sus propios problemas, dándole libertad para desarrollar su democracia y crear sus instituciones desde cero.
Lo peor que puede pasar en este esquema es:
La solución pasa por un gobierno decente que no incaute los ahorros y las inversiones de los pobres, sino que los deje prosperar. La ayuda al desarrollo puede resultar problemática si favorece sin quererlo la corrupción de las administraciones: los recursos de afuera son más fáciles de administrar mal que si tuvieras que obtenerlos de la misma gente.
Las instituciones son importantes, pero no lo explican todo. Frente a la corrupción y la trampa de la pobreza, es necesaria más ayuda para implementar programas básicos y necesarios, de fácil seguimiento (control de enfermedades), con el fin de reducir la pobreza y mejorar los estándares de vida. El empoderamiento de la sociedad civil facilitará la existencia de gobiernos que velen por el Estado de derecho y por hacer cumplir las leyes.
Esther Duflo, al igual que Acemoglu, no apoya la imposición de instituciones extranjeras. Pero a diferencia de Acemoglu, opina que sí ocurren cambios institucionales en ausencia de una invasión del exterior o una revolución social a gran escala. El argumento se sitúa dentro de una discusión sobre si la ayuda al desarrollo promueve el desarrollo, o más bien lo impide.
Hay que ver si se trata de una trampa de pobreza o no; en el primer caso, la ayuda es recomendable, en el segundo no tanto. Considera que la ayuda está bien, pero deben medirse sus resultados.
Otras teorías sobre las grandes diferencias entre países en cuanto a pobreza, prosperidad y patrones de crecimiento:
Muchos países pobres están localizados entre los Trópicos de Cáncer y de Capricornio, mientras que las naciones más ricas se encuentran generalmente en latitudes más templadas. Los primeros se enfrentan a enfermedades como la malaria y tierras menos productivas (suelos tropicales).
Sin embargo, esta teoría plantea interrogantes: ¿Qué pasa entonces en países como Botsuana, Malasia o Singapur? ¿O Corea del Norte y del Sur?
Algunos afirman que las diferencias vienen de diferentes dotaciones de especies de plantas y animales, que han influido en la productividad agrícola. No obstante, Acemoglu y Robinson señalan que una vez que los Incas tuvieron caballos, trigo y cebada, deberían haber alcanzado el nivel de ingresos de los españoles. Pero esto nunca ocurrió; ocurrió lo contrario.
Acemoglu y Robinson sostienen que la desigualdad podría provenir de la desigual difusión y adopción de tecnologías. Se deben crear instituciones que promuevan la innovación y difusión tecnológica.
Las razones culturales (creencias, ética, valores, religión, etc.) sugieren que unos son pobres porque carecen de una buena ética de trabajo, otros porque son intrínsecamente despilfarradores y tienen la cultura del “mañana”. La hipótesis de motivos culturales puede tener su parte de razón. Las normas sociales son difíciles de cambiar y pueden provocar diferencias institucionales.
