Portada » Biología » Fundamentos de la Fisiología Humana: Estructuras, Funciones y Patologías Clave
Existen tres tipos de neuronas según su función:
Las principales células nerviosas son:
La neurona posee tres partes diferenciadas:
El encéfalo se puede dividir en las siguientes partes:
Las meninges son tres capas de tejido conectivo que actúan como protección del SNC (Sistema Nervioso Central), recubriendo el cerebro y la médula espinal.
Hay tres capas meníngeas, organizadas de externa a interna:
Por tanto, su organización es: Duramadre – Aracnoides – Piamadre.
El sistema ventricular es un conjunto de cuatro cavidades localizadas en el interior del encéfalo que se encuentran interconectadas entre sí y con el espacio subaracnoideo. En él podemos encontrar cuatro ventrículos:
La relación que existe entre el sistema ventricular y el Líquido Cefalorraquídeo (LCR) es que en los ventrículos laterales (I y II) y el IV existen unas estructuras denominadas plexos coroideos, los cuales sintetizan y producen el LCR. Este es un líquido amortiguador transparente cuya función es actuar como protección para el encéfalo y la médula espinal.
Un tumor es un crecimiento y reproducción anormal de las células. Si nos centramos en los tumores relacionados con el sistema nervioso (tumores cerebrales), podemos diferenciar dos tipos:
Algunos de los principales tumores primarios son: los meningiomas, relacionados con la afectación de las meninges (tumores benignos); y los gliomas, que se originan a partir de las células gliales (células de soporte y protección de las neuronas).
Los principales accidentes cerebrovasculares y su diagnóstico son:
La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune del SNC, ya que ataca a estructuras del propio organismo y destruye las vainas de mielina (desmielinización) que se encuentran recubriendo los axones de las neuronas. Estas vainas son las encargadas de facilitar la transmisión del impulso nervioso. Por ello, al verse alterado, provocará que los mensajes entre el cerebro y el resto del organismo sean más lentos o queden bloqueados.
Circulación mayor o sistémica: Es el camino que sigue la sangre oxigenada (cargada de O₂) que sale del ventrículo izquierdo hacia la arteria aorta por la válvula aórtica, y es repartida por las células de todo el cuerpo. En las células es donde se produce el intercambio gaseoso celular y de nutrientes con los tejidos; por lo que pasa a convertirse en sangre carboxigenada (cargada de CO₂). Esta sangre cargada de CO₂ regresa por las venas cavas superior (cabeza y miembros superiores) y vena cava inferior (abdomen y miembros inferiores) a la aurícula derecha y seguidamente al ventrículo derecho, atravesando la válvula tricúspide, para pasar a la circulación menor o pulmonar.
Circulación menor o pulmonar: Es el camino que sigue la sangre cargada de CO₂ que sale por la arteria pulmonar desde el ventrículo derecho del corazón y llega a los pulmones, donde se realiza el intercambio gaseoso mediante el proceso de hematosis (libera CO₂ y fija el O₂). La sangre cargada de O₂ vuelve a través de las venas pulmonares a la aurícula izquierda y seguidamente al ventrículo izquierdo, y de ahí a la circulación mayor, cerrando el circuito.
El ciclo cardíaco se puede dividir en dos etapas, sístole (contracción) y diástole (relajación), por las cuales se produce el latido del corazón:
La sangre desoxigenada (cargada de CO₂) que viene del cuerpo entra a la aurícula derecha por las venas cavas. A su vez, gracias al nódulo sinoauricular se produce un impulso nervioso que hace aumentar la presión en la aurícula y, gracias a este cambio de presión, se abre la válvula tricúspide, introduciéndose la sangre al ventrículo derecho. La aurícula derecha queda en este momento en diástole, pudiéndose ya llenar de sangre nuevamente. El ventrículo derecho, ahora en sístole ya que contiene sangre en su interior, es estimulado por el nódulo auriculoventricular, lo que aumenta la presión dentro del ventrículo, excitando la válvula pulmonar y dirigiendo la sangre desoxigenada al circuito menor (circulación menor) por la arteria pulmonar, dejando el ventrículo derecho en diástole.
A la vez que ocurre la sístole de la aurícula derecha, ocurre la sístole de la aurícula izquierda, es decir, las dos aurículas se contraen al unísono con el ritmo del nódulo sinoauricular (marcapasos natural), dilatándose y entrando la sangre oxigenada (cargada de O₂) mediante las venas pulmonares que provienen del circuito pulmonar. Aquí, gracias al nódulo sinoauricular y al impulso nervioso que genera, se crea un cambio de presión abriéndose la válvula mitral e introduciéndose la sangre en el ventrículo izquierdo; quedando la aurícula izquierda relajada, en diástole, pudiéndose ya llenar nuevamente de sangre. Una vez que la sangre oxigenada se encuentra en el ventrículo izquierdo, el nódulo auriculoventricular crea una presión, contrayendo el ventrículo (sístole) y creando una diferencia de presiones, haciendo que la sangre salga por la válvula aórtica hacia la arteria aorta, empezando por tanto la circulación mayor, dejando el ventrículo izquierdo en diástole. Al igual que las aurículas, los ventrículos también se contraen y relajan al unísono.
La sincronización de la sístole y la diástole es lo que hace que el corazón cumpla su función de bombear, ya que cuando las aurículas están en la fase de diástole, los ventrículos están en la fase de sístole y viceversa.
La ventilación pulmonar, también denominada respiración, consta de dos fases:
Gracias a su elasticidad, los pulmones tienen la capacidad de expandirse y comprimirse. Por tanto, cuando inspiramos, la caja torácica se expande y los pulmones se llenan de aire; en este movimiento colabora la musculatura inspiradora: músculos intercostales y el diafragma. Por otro lado, cuando espiramos, el pulmón vuelve a su posición de reposo, gracias a la relajación de los músculos inspiratorios.
Las paredes de los alvéolos pulmonares están envueltas por una red de capilares sanguíneos y son muy finas; en su interior es donde tiene lugar el intercambio gaseoso (oxígeno y dióxido de carbono), que ocurre gracias al fenómeno de difusión. Este consiste en la movilización de moléculas desde donde hay más concentración a donde hay menos. La hemoglobina es la molécula encargada de transportar el oxígeno en sangre. Además, contiene hierro y es el encargado de fijar el oxígeno. Por otro lado, el dióxido de carbono circula disuelto en el plasma sanguíneo (no contiene células sanguíneas).
La EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) es una patología de las vías aéreas que impide la correcta movilización del aire y ocurre sobre todo en la espiración. Se manifiesta principalmente cuando se practica actividad física (disnea de esfuerzo). Conforme avanza la enfermedad, la disnea (sensación de ahogo) se manifiesta en actividades más leves.
El neumotórax ocurre cuando se escapa aire fuera del pulmón, ocupando el área externa entre este y la pared torácica. Esta acumulación ejerce presión sobre el pulmón, de manera que este no puede expandirse con normalidad durante la inspiración. Dicho colapso pulmonar puede deberse a una lesión directa en el pulmón, como una fractura costal o un arma de fuego.
La artritis es la inflamación de una o varias articulaciones. Afecta al cartílago articular provocando dolor, hinchazón, rigidez, enrojecimiento y aumento de temperatura. Podemos encontrar dos tipos:
La diferencia entre una artritis y una artrosis es que la primera (artritis) consiste en la inflamación del cartílago articular, mientras que la segunda (artrosis) consiste en una degeneración progresiva y constante del cartílago articular.