Portada » Economía » Fundamentos de la Economía de la Salud: Escasez, Mercado y Evaluación de Intervenciones Sanitarias
La economía es la ciencia que estudia la forma en que los seres humanos resuelven el problema de cómo satisfacer sus necesidades materiales ilimitadas con una disponibilidad de recursos escasos.
Al ser las necesidades ilimitadas y los recursos escasos, es imposible satisfacer todas las necesidades, por lo que es necesario establecer (identificar y seleccionar) prioridades.
La escasez se define como la deficiencia, ya sea en cantidad o calidad, de bienes y servicios que es posible adquirir con los recursos disponibles.
En base a estos modelos se formulan hipótesis que, si resultan verdaderas en la mayoría de los casos, se convierten en teoría.
La economía de la salud es la ciencia que estudia las consecuencias de la escasez en los sistemas sanitarios. Por lo tanto, analiza la forma en la que se organizan las instituciones que proveen, aseguran, regulan y supervisan los servicios de salud de un país.
La economía de la salud se divide en dos grandes áreas:
La microeconomía estudia el comportamiento económico de los productores y consumidores en el sector salud.
La productividad es la cantidad de bienes y servicios obtenidos en relación con los recursos empleados.
(Nota: El mercado de la salud presenta características que lo diferencian de un mercado tradicional.)
La macroeconomía estudia los fenómenos económicos en función de todo el sistema sanitario para conocer los flujos financieros y determinar quiénes reciben los beneficios de las acciones públicas.
En la economía general, las relaciones son:
El excesivo incremento del gasto sanitario se debe a las siguientes razones:
La evaluación de la eficacia de una intervención sanitaria responde a la pregunta: ¿Proporciona la intervención más beneficios que daños a los individuos a los que se ha aplicado?
Siempre que sea posible, la evaluación de la eficacia debe ser experimental (mediante ensayos clínicos aleatorizados).
Un punto importante en la evaluación de la eficacia es la exclusión de los sujetos no cumplidores durante la fase de prealeatorización. La eficacia evalúa los resultados en los individuos a los que se ha aplicado la intervención. Siempre que sea posible, el ensayo clínico debe ser a doble ciego (ni el paciente ni el médico saben al grupo al que ha sido asignado el sujeto).
La evaluación de la efectividad solo debería llevarse a cabo cuando la intervención haya demostrado previamente ser eficaz en un ensayo clínico controlado.
Si en un nuevo ensayo controlado, de carácter comunitario, en el que los sujetos no cumplidores no son excluidos, el grupo experimental no presenta mejores resultados que el grupo control, se debe concluir que la intervención no es aceptada por la población. En este caso, es necesario centrarse en la mejora de la cumplimentación para que la intervención eficaz pase a ser también efectiva.
Para evaluar la efectividad, se pueden realizar ensayos controlados comunitarios aleatorizados. Cuando no es posible realizar un estudio aleatorizado por razones éticas, prácticas o de otro tipo, se puede recurrir a ensayos comunitarios no aleatorizados, donde se comparan una o más comunidades de intervención con una o más comunidades de control.
Los resultados sanitarios de una intervención que deben relacionarse con los costes son los obtenidos en la población, es decir, la efectividad de la intervención.
El análisis económico (evaluación de la eficiencia) es fundamental en la planificación sanitaria, tanto para establecer prioridades como para evaluar resultados. Los costes siempre se expresan en términos monetarios.
La evaluación de la eficiencia la llevan a cabo los economistas de la salud mediante dos tipos principales de análisis:
La evaluación de coste-efectividad y coste-beneficio compara las consecuencias negativas y positivas de las intervenciones.
El ACB requiere una valoración monetaria de los beneficios obtenidos, lo que teóricamente permite la comparación directa de las consecuencias deseables e indeseables de las intervenciones. Sin embargo, esta valoración monetaria de la salud es problemática. El Análisis Coste-Efectividad (ACE) evita esta valoración monetaria de la salud.
Estos análisis (eficacia, coste-efectividad y coste-beneficio) pueden usarse tanto para la evaluación de una intervención ya realizada como para la planificación de futuras intervenciones.
El ACE ayuda a elegir entre varias intervenciones que tienen el mismo objetivo. Permite determinar, a igualdad de resultados, cuál es la opción menos costosa.
Las consecuencias deseables del programa se valoran en términos de salud (ej. años de vida ganados, casos evitados).
El ACB se utiliza para analizar y evaluar el valor intrínseco o inherente de una intervención, es decir, si el beneficio obtenido supera los recursos gastados.
Busca la mejor asignación de recursos dentro de un mismo sector de actividad o entre distintos, con el objetivo último de maximizar el bienestar colectivo.
El ACB implica la estimación de cuánto estarían dispuestos a pagar los individuos por conseguir una determinada mejora en su estado de salud, o cuál es la compensación monetaria que aceptarían para tolerar un estado de salud peor.
