Portada » Biología » Fisiología Humana Esencial: Sistema Nervioso, Sangre y Metabolismo Energético
El sistema nervioso es considerado el sistema más importante, ya que controla el resto de sistemas y al organismo.
Se encarga de la Función de Comunicación:
Es la unidad estructural y funcional del sistema nervioso. Es la célula «noble» del tejido nervioso, especializada en recibir los estímulos, excitarse y transmitir los impulsos recibidos.
La sinapsis es la forma en que se propaga el estímulo nervioso entre las neuronas. Es un mecanismo químico, ya que las neuronas no son continuas entre sí. En el extremo del axón hay neurotransmisores que, al llegar el impulso nervioso, se liberan al exterior. La presencia del neurotransmisor es la que origina un nuevo impulso nervioso en las dendritas de la neurona siguiente, asegurando así la propagación del estímulo. Ejemplos de neurotransmisores son la acetilcolina y la noradrenalina.
El sistema nervioso central está formado por el encéfalo y la médula espinal.
Es el conjunto de estructuras nerviosas alojadas en el interior del cráneo e incluye:
Está alojada en la columna vertebral y está recubierta por las meninges* para su protección. La médula espinal está compuesta por los nervios raquídeos. Cada nervio raquídeo se divide al atravesar la columna vertebral:
*Las meninges son tres capas (duramadre, aracnoides y piamadre) que rodean a todo el SNC (encéfalo y médula espinal) y que contienen el LCR (líquido cefalorraquídeo).
Está compuesto por nervios (sensitivos y motores), que son una «agrupación de miles de axones» cuyo origen (cuerpo neuronal) se encuentra en el encéfalo y la médula espinal (es decir, en el SNC).
Es el encargado de regular automáticamente las acciones viscerales de manera involuntaria. En el SNA podemos distinguir dos tipos: el simpático y el parasimpático.
Cabe señalar que el sistema nervioso funciona de una forma altamente jerárquica, estableciendo diferentes niveles de funciones.
Por lo tanto, la relación entre la maduración y organización del sistema nervioso en el ámbito de la Educación Primaria ha dado lugar a lo largo de la historia a diferentes teorías del aprendizaje motor, entre las que destaca el modelo del esquema de Richard Schmidt (1976):
El plasma sanguíneo constituye la parte líquida de la sangre.
Existen tres tipos principales y varios subtipos de elementos formes:
Los explicamos a continuación:
Los hematíes maduros no tienen núcleo y, debido a su gran número y a su peculiar forma (sin núcleo y «excavada» por ambos lados), el área superficial total de estas células es enorme. Esto se debe a que en ellas se realiza el intercambio de gases (oxígeno y dióxido de carbono) entre la sangre y las células corporales de los tejidos.
Los hematíes realizan varias funciones dentro del cuerpo:
Anemia: Trastorno patológico causado por la incapacidad de la sangre para transportar oxígeno a las células.
Los leucocitos tienen una función vital, ya que defienden al cuerpo frente a los microorganismos que consiguen llegar a los tejidos o al torrente sanguíneo. Por ejemplo, los neutrófilos y monocitos engloban a los microbios; este proceso se llama fagocitosis. Otra clase de leucocitos, los linfocitos, también ayudan a protegernos contra las infecciones, pero lo hacen con un procedimiento diferente a la fagocitosis.
Desempeñan un papel esencial en la coagulación sanguínea. Un coágulo tapona los vasos desgarrados o seccionados y detiene la hemorragia que podría ser fatal.
Esta coagulación tiene como base una reacción en cadena rápida:
A veces se forman coágulos en vasos no rotos del corazón, el cerebro, los pulmones o algún otro órgano. Cuando un coágulo permanece en el lugar de su formación se conoce como trombo y el proceso se denomina trombosis. Si, por el contrario, parte del coágulo se desprende y circula a través del torrente sanguíneo, se conoce entonces como émbolo y el cuadro se denomina embolismo o embolia.
Nuestro cuerpo necesita energía para mantener las constantes vitales de la actividad diaria y las actividades físicas.
Las células almacenan un compuesto altamente energético: el Trifosfato de Adenosina (ATP).
En reposo, la energía (ATP) de nuestro cuerpo se obtiene de la descomposición de hidratos de carbono y grasas. Las proteínas se encargan de la formación celular.
Cuando realizamos una actividad física moderada, se emplean más hidratos de carbono que grasas.
En actividades físicas con esfuerzos cortos y de gran intensidad, la energía se genera únicamente del metabolismo de los hidratos de carbono.
Hay dos vías principales para obtener energía (ATP):
Los hidratos de carbono se convierten en glucosa, que es transportada a través de la sangre a los tejidos activos, donde se metaboliza. Tenemos reservas limitadas en el organismo, en el hígado y en los músculos. Por tanto, dependemos de los alimentos para poder realizar una actividad física de carácter intenso. Los hidratos de carbono son un proceso «barato» y rápido.
También son una fuente de energía, pero para el metabolismo de la célula son menos accesibles. La grasa tiene que convertirse en triglicérido, este en glicerol y este en ácidos grasos. Una vez convertida en ácidos grasos, se puede obtener ATP. Es un proceso «costoso» y lento.
Son también una fuente de energía, pero de carácter secundario. Las proteínas, al igual que las grasas, se convierten en glucosa para obtener energía (ATP). Este proceso es la gluconeogénesis. Además, las proteínas también se pueden convertir en ácidos grasos, proporcionando energía a los músculos. Esta energía se utiliza en casos extremos. La función principal de las proteínas es la construcción celular; por ello, hay que tener cuidado al utilizarlas como energía, ya que puede causar una destrucción muscular.
Cuando la formación de ATP (energía) se produce sin oxígeno, se denomina metabolismo anaeróbico. Cuando la formación de ATP se produce con oxígeno, se denomina metabolismo aeróbico.
De este modo, las células van a generar ATP mediante tres métodos:
Este sistema es el más complejo de los tres. El cuerpo descompone combustibles con la ayuda de oxígeno para generar energía. Este proceso se llama Respiración Celular. La producción de energía se realiza dentro de las mitocondrias de las células. Este sistema oxidativo produce una gran cantidad de energía, por lo que el metabolismo aeróbico es el método principal de producción de energía durante las pruebas de resistencia.
Es el más sencillo de los tres sistemas. Las células contienen fosfocreatina (PC), una molécula altamente energética. Este proceso de energía es rápido, se realiza dentro de la célula y no necesita oxígeno. Se utiliza, por ejemplo, en un sprint, pero el PC se agota rápidamente; por lo tanto, los músculos necesitan otro proceso para conseguir ATP.
Este sistema libera energía mediante la descomposición de la glucosa.
El ritmo metabólico es la velocidad con la que nuestro cuerpo utiliza la energía.
Para estimar el consumo energético en reposo y durante el ejercicio, nos basamos en el consumo de oxígeno de todo el cuerpo y en su equivalente calórico.
El ritmo metabólico está directamente relacionado con los siguientes aspectos:
Cuando nuestro cuerpo pasa del estado de reposo al de ejercicio, nuestras necesidades energéticas aumentan. Nuestro metabolismo aumenta en proporción directa con el incremento en el ritmo del esfuerzo. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a demandas crecientes de energía, nuestro cuerpo alcanza el límite para el consumo de oxígeno (VO2). En este punto, el VO2 alcanza su punto máximo y luego permanece constante o cae ligeramente, aun cuando la intensidad del ejercicio siga aumentando. Este valor máximo recibe la denominación de capacidad aeróbica, consumo máximo de oxígeno o VO2 máx. Este VO2 máx. es considerado por la mayoría de los autores como la mejor forma de medición de la resistencia cardiorrespiratoria y del fitness aeróbico.
Las mejoras en la resistencia por el entrenamiento diario (correr, nadar, aeróbic, etc.) son el resultado de muchas adaptaciones al estímulo del entrenamiento. Algunas de estas adaptaciones se producen dentro del músculo y otras con cambios en los sistemas de producción de energía, volviéndose más eficientes.
Las adaptaciones más importantes:
El uso repetido de las fibras musculares estimula la producción de cambios en su estructura y función.
El entrenamiento aeróbico supone una demanda sobre las reservas musculares de glucógeno y grasas. Por tanto, el entrenamiento hará más eficiente la producción de energía, reduciendo así el riesgo de fatiga muscular.
La fatiga es la sensación de cansancio y la reducción del rendimiento muscular. Las causas subyacentes de la fatiga se centran en: