Portada » Economía » Financiación Externa a Largo Plazo: Opciones Estratégicas para Empresas
Las fuentes de financiación externa a largo plazo son esenciales para las empresas que buscan financiar inversiones significativas en la renovación y ampliación de equipos productivos, instalaciones, y otros activos de capital. Estas opciones permiten a las organizaciones adquirir los recursos necesarios para su crecimiento y desarrollo sostenido.
Las opciones más utilizadas por las empresas para obtener capital a largo plazo incluyen:
Se refieren a aquellos instrumentos financieros cuyo vencimiento es superior a un año. Son otorgados por entidades financieras y suelen implicar el pago de intereses y la devolución del capital en cuotas periódicas.
El leasing es un contrato de arrendamiento con opción de compra. Permite a las empresas que necesitan elementos patrimoniales (como maquinaria, vehículos o inmuebles) disponer de ellos durante un período determinado de tiempo, mediante el pago de una cuota fija. Una vez finalizado dicho período, el arrendatario tiene las siguientes opciones:
Esta modalidad ofrece flexibilidad y puede ser ventajosa fiscalmente.
El renting consiste en el alquiler de bienes a medio y largo plazo. En este contrato, el arrendatario se compromete al pago de una renta fija mensual durante un plazo determinado, y la empresa de renting se compromete a prestar una serie de servicios adicionales (mantenimiento, seguros, etc.). Al término del contrato, la empresa de renting ofrece al arrendatario la opción de sustituir los equipos o renovar el contrato por un nuevo período a determinar. A diferencia del leasing, no existe la posibilidad de compra para el arrendatario al final del contrato, lo que lo convierte en una solución de uso más que de adquisición.
Las grandes empresas, al necesitar capitales de cuantía muy elevada, a menudo encuentran dificultades para que una única entidad financiera les conceda préstamos de tales magnitudes. En estos casos, las empresas pueden conseguir fondos dividiendo esas grandes cantidades en pequeños préstamos, que son adquiridos por un gran número de acreedores o prestamistas. Para ello, la empresa emite unos títulos (como obligaciones, bonos o pagarés), que, en función de ciertas características diferenciales, suelen denominarse genéricamente obligaciones.
Al conjunto total de obligaciones emitidas de una sola vez se le conoce con el nombre de empréstito. Estos títulos representan una deuda para la empresa, ya que son una parte proporcional de un préstamo o un empréstito. Los inversores que las compran se convierten en acreedores de la empresa por el valor de los títulos adquiridos, y adquieren el derecho a cobrar un interés periódico y a la devolución de la cantidad entregada al vencimiento. La empresa recibe fondos contra la entrega de estos títulos, que constituyen el reconocimiento formal de la deuda.
Para conseguir fondos, una empresa puede llevar a cabo una ampliación de capital mediante la emisión de nuevas acciones. El capital así constituido refleja las aportaciones de los socios y representa recursos financieros propios, que no han de devolverse y que, por tanto, son permanentes en la estructura de la empresa.
Las acciones son títulos-valores que representan una parte proporcional del capital social de una Sociedad Anónima (S.A.). Quien posee una acción es socio de la empresa y propietario de esta en una parte proporcional al número de acciones adquiridas. Esto le confiere una serie de derechos, entre los que destacan:
El derecho preferente a favor de los socios tiene por objeto que los accionistas antiguos, después de una ampliación de capital, mantengan la misma situación jurídica y patrimonial. Es decir, que conserven el mismo número de votos y la misma proporción de participación en el capital social de la empresa que tenían antes de la ampliación, evitando así la dilución de su participación.
La elección de la fuente de financiación más adecuada para una empresa depende de varios factores clave:
Si se trata de financiar un bien de activo corriente (circulante), la fuente de financiación puede ser a corto plazo. Sin embargo, si el bien debe permanecer en la empresa por un período superior a un año (activo no corriente o inmovilizado), la fuente de financiación deberá tener también un plazo de devolución superior al año. Para inversiones que supongan la renovación de bienes existentes que han quedado obsoletos o presentan un elevado grado de deterioro, se suelen utilizar fondos internos como el fondo de amortización, complementados si es necesario con financiación externa.
Si la empresa busca disminuir su grado de endeudamiento, deberá priorizar las fuentes de financiación propias (como la ampliación de capital o la retención de beneficios). Las fuentes externas se utilizarán si la empresa quiere aumentar su rentabilidad económica o no dispone de recursos propios suficientes. La rentabilidad económica se calcula como:
Rentabilidad Económica = (Beneficio Obtenido / Capital Invertido) x 100
Generalmente, las fuentes de financiación a largo plazo suelen tener un coste más elevado que las de corto plazo. Es importante considerar que, en algunos casos, la financiación de proveedores y ciertas fuentes espontáneas pueden tener un coste cero o muy bajo.
Fondos Espontáneos de Financiación
Son aquellas fuentes que no requieren una negociación previa. Por ejemplo, las cantidades que la empresa debe a la Hacienda Pública o a la Seguridad Social, o los salarios de los trabajadores que habitualmente cobran a final de cada mes. Estos fondos representan un aplazamiento natural de pagos que la empresa puede utilizar temporalmente para mantener su nivel de inversiones sin recurrir a préstamos bancarios inmediatos.
Una vez determinados el plazo de devolución y la propiedad de los recursos (propios o ajenos), el criterio fundamental que debe determinar la fuente a utilizar será el coste. La empresa seleccionará la fuente financiera que tenga un menor coste, ya que ello contribuirá directamente a conseguir el objetivo final de incrementar los beneficios al disminuir los gastos financieros.