Portada » Magisterio » Fases de una Intervención Socioeducativa con Enfoque Sociocrítico
El primer paso para realizar una intervención desde el modelo sociocrítico se basa en un análisis de la realidad que nos permita conocer el contexto en el que nos desenvolvemos. Este análisis puede comenzar con una fase de observación, denominada también fase de “vagabundeo”, en la que, observando el barrio y la población, se detecten posibles problemas, preocupaciones, carencias y características. Esta información subjetiva se redactaría y nos aportaría un primer acercamiento al contexto sobre el que queremos intervenir.
El siguiente paso consiste en la realización de una observación participante. Esta técnica es un paso más con respecto a la fase anterior, pues tiene por objetivo la implicación con la comunidad, lo que nos convierte en un observador interno con la oportunidad de promover la reflexión de las personas implicadas en torno a diversos problemas y tomar conjuntamente diversas decisiones.
Esta información nos permite empezar a establecer conclusiones que, aunque aún son un poco superficiales, nos ayudan a establecer núcleos de información para realizar posteriormente un coloquio grupal.
Seguidamente, llevaríamos a cabo un coloquio grupal sustentado en los núcleos de información recogidos anteriormente. Se basa en una conversación informal con la gente del barrio, donde esta comienza a ser protagonista de la intervención. De esta manera, afianzaríamos el conocimiento de la realidad social y detectaríamos núcleos de interés, expectativas, problemas o necesidades, con los argumentos de los participantes.
A partir de lo detectado en el coloquio, se pueden emplear otras técnicas para profundizar:
La siguiente fase consiste en detectar necesidades y/o problemas. Para ello, podemos basarnos en la técnica “bola de nieve”. Con esta técnica, se incorporan paulatinamente las opiniones de las personas de la comunidad, formando grupos que crecen desde dos hasta dieciséis miembros. De todos los problemas detectados, se elabora un listado del que se seleccionan los nueve más destacados para priorizarlos mediante la técnica del diamante.
Una vez priorizados los problemas, se buscan posibles soluciones. Partiendo de los problemas detectados, utilizaríamos una tormenta de ideas (brainstorming) para cada uno de ellos. Para organizar las alternativas, podemos partir de la técnica “pasado mañana”. Con ella, se dibuja una diana que clasifica las ideas según su repercusión a corto, medio y largo plazo, lo cual permite tener una percepción más organizada de las mismas y facilita que los participantes decidan cuáles son más relevantes.
Para planificar las actuaciones, podemos recurrir nuevamente a la técnica “pasado mañana”, ya que las ideas de la comunidad pueden ofrecer un contenido valioso que sitúe las actividades en su punto de interés.
Cada actividad planificada debe incluir:
Además, es crucial definir el carácter de cada actividad (sensibilizador, informativo, formativo, de actuación), siguiendo preferentemente ese orden gradual.
Una vez completada la planificación, el siguiente paso es su ejecución, es decir, actuar según el diseño establecido.
Para evaluar la intervención, podemos utilizar la técnica del “exprimidor” en cada una de las actividades realizadas.
Esta técnica consiste, tal y como su nombre indica, en exprimir toda la información posible sobre una situación o actividad. Su aplicación requiere seguir unas indicaciones y momentos específicos. En primer lugar, se cita a los participantes y se les divide en cuatro grandes grupos. Cada grupo es liderado por un portavoz que expone una pregunta y recoge las aportaciones de sus miembros. Así, se obtienen cuatro grupos aportando información sobre cuatro cuestiones distintas.
Esta primera fase dura 20 minutos. Al finalizar, los participantes rotan de grupo, pero los portavoces permanecen en su lugar para informar a los nuevos miembros sobre el tema y las aportaciones ya anotadas, con el fin de enriquecer la discusión con nuevos aspectos.
La técnica culmina con la exposición de la información recogida por parte de cada portavoz. Este proceso nos sirve para evaluar el grado en que cada actividad ha contribuido a cumplir los objetivos propuestos y, en definitiva, para valorar el resultado global de nuestra intervención socioeducativa.
