Portada » Historia » Evolución Militar de la Guerra Civil Española: Fases y Zonas
Las reuniones para preparar la insurrección armada comenzaron a finales de 1935. Militares de alta graduación se reunieron en Madrid con el objetivo de derrocar al gobierno del Frente Popular. La dirección recayó en una junta militar presidida por Sanjurjo, quien fue exiliado a Portugal tras su intento de golpe. Inicialmente, la conspiración careció de fuerza y organización hasta la llegada de Emiliano Mola, quien se convirtió en el verdadero jefe del golpe. Su plan consistía en un pronunciamiento simultáneo en las guarniciones militares, siendo las de Madrid y Barcelona consideradas clave. El ejército se erigió como el pilar esencial de la insurrección, y las formaciones políticas más derechistas se subordinaron a él. La CEDA, aunque informada, no se involucró directamente. Posteriormente, el asesinato de Calvo Sotelo por guardias de asalto puso fin a las últimas vacilaciones.
La sublevación comenzó en Melilla el 17 de julio y se extendió al protectorado español en Marruecos, concretamente en Ceuta. Posteriormente, el alzamiento militar alcanzó la península y los archipiélagos. El golpe triunfó en Galicia, Castilla y León, Navarra (con Mola al mando en Pamplona), Sevilla y Baleares (con Goded), y Canarias (con Franco). Sin embargo, el golpe fracasó en Asturias, Cantabria, País Vasco, Cataluña, Madrid, Murcia y parte de Extremadura. El fracaso más significativo se produjo en Madrid.
El fracaso inicial del golpe condujo a la división del territorio en dos zonas: la zona nacional y la zona republicana, marcando el comienzo de la Guerra Civil.
Madrid se convirtió en el principal objetivo de los sublevados. Las columnas de Mola fueron detenidas al norte del Sistema Central por milicianos republicanos. Franco y Yagüe planearon la entrada desde el sur, apoyados por tropas alemanas e italianas que cruzaron el Estrecho y avanzaron por Extremadura, tomando Badajoz, Talavera y liberando el Alcázar de Toledo. En el norte, las tropas nacionales tomaron Irún y San Sebastián se rindió. En noviembre, se intentó un ataque frontal a Madrid. El Gobierno se trasladó a Valencia, y la resistencia en la capital fue dirigida por una Junta de Defensa. Ante el fracaso del ataque directo, Franco ejecutó dos maniobras envolventes sobre Madrid: la batalla del Jarama y la batalla de Guadalajara, ambas con resultados adversos para los nacionales. A pesar de estos reveses, lograron hacerse con Málaga.
Segunda Fase: Campaña del Norte (abril 1937 – noviembre 1937). Franco cambió su estrategia y dirigió su ofensiva hacia el norte. Cayeron Vizcaya, Bilbao, Santander y Asturias. Durante esta campaña tuvo lugar el infame bombardeo de Guernica el 26 de abril, ejecutado por la Legión Cóndor alemana. El ejército republicano lanzó ofensivas para frenar el avance nacional, pero sin resultados decisivos, a pesar de algunas victorias en las batallas de Brunete (julio 1937) y Belchite (agosto 1937). La caída del norte reforzó a los rebeldes, proporcionándoles acceso a importantes recursos mineros e industriales.
La guerra se trasladó al frente este, iniciándose con un breve éxito republicano en la batalla de Teruel. Franco reorientó la guerra hacia el frente aragonés con el objetivo de alcanzar el Mediterráneo y dividir la zona republicana. Las tropas nacionales llegaron a Vinaroz y ocuparon Castellón. Los republicanos lanzaron una contraofensiva, cruzando el río Ebro, lo que dio inicio a la batalla del Ebro (julio-noviembre 1938). Esta fue la batalla más larga y sangrienta de la guerra, con aproximadamente 100.000 muertos, y supuso un duro golpe para las tropas republicanas. Entre diciembre de 1938 y enero de 1939 se desarrolló la campaña para conquistar Cataluña, que culminó con la caída de Barcelona en febrero.