Portada » Psicología y Sociología » Estrategias Familiares para el Desarrollo Óptimo del Lenguaje Verbal Infantil
Los psicólogos consideran que la ayuda de los padres en el desarrollo del niño es tan importante que no puede suplirse con nada. En esta ayuda, la atención y **estimulación del lenguaje** del niño ocupan un lugar muy especial, pues si estas faltan, su lenguaje no podrá desarrollarse normalmente y se tropezará con graves perturbaciones en dicho proceso.
Si bien es cierto que el niño puede entretenerse solo con un juguete, para hablar necesita un **interlocutor** que lo escuche y hable con él. No se trata tanto de tiempo sino de **actitud**. Hay familias con muchos hijos donde siempre se presentan ocasiones de estar a solas con uno de ellos, por ejemplo, cuando se le lleva a la cama o cuando se va al médico con uno de ellos. Esos momentos deben ser aprovechados para dialogar con el niño.
El niño, desde que nace, recibe información diversa del medioambiente: sonidos, luz, textura del pañal, etc. Todo esto influye y el niño lo asimila, ya que durante los 4 o 5 primeros años de vida son como una **esponja que todo lo absorbe**. En esta época es cuando el niño aprende la mayoría de las cosas que va a saber cuando sea adulto. Aquí, todo lo que hacen o dicen los padres influye en la conducta del niño. De ahí la **importancia de ayudar y estimular el desarrollo del habla** del niño. Los niños no crecen ni se desarrollan adecuada y óptimamente sin la ayuda de los padres.
<h4>3.1. Hablar con el niño desde el nacimiento</h4>
<p>La madre que mantiene una **relación afectuosa, serena y verbalmente estimulante** con su niño desde que nace, suele propiciar el desarrollo adecuado de su lenguaje y su personalidad integral. Más tarde, de manera natural, la madre debe estimularlo nombrando las cosas y actividades que realiza con él: “toma tu biberón”, “ahora te voy a poner el zapato”, etc. Así el niño irá aprendiendo que cada cosa tiene su nombre. También es conveniente que la madre llame a las cosas y situaciones por su nombre o con las mismas palabras o frases. De esa forma el niño empezará a entender las palabras y luego a hablar él mismo. En esta etapa el niño entiende las palabras pero no puede expresarse. Hay que hablar con el niño, pero no exigir o presionarlo a que hable.</p>
<p>¿Cómo conseguir esto?</p>
<ul>
<li>Nombrar con cierto énfasis todos los objetos y situaciones con los que el niño está en contacto.</li>
<li>“Imitar” todas las emisiones fónicas del niño (como guu, ta-ta, etc.). Al escuchar los sonidos que el adulto emite, se sentirá estimulado a balbucearlos él mismo otra vez.</li>
<li>Los gestos que acompañan al sonido son especialmente apropiados para estimular el habla del niño.</li>
</ul>
<h4>3.2. Saber escuchar activamente</h4>
<p>Cuando el niño es algo mayor, no solo es suficiente con hablarle, sino que también es importante **saber escucharlo**. El que sabe escuchar incita con su interés a su interlocutor a hablar. De esa forma se va estimulando y propiciando que el niño se exprese verbalmente, pero como su lenguaje está en evolución, este tarda bastante tiempo en formular algo en palabras.</p>
<p>Sin embargo, cabe señalar que no todos los padres saben escuchar debidamente al niño. Por ejemplo, la madre activa e impaciente, a la que se le hace interminable esperar a que el niño termine la frase, le quita, por decirlo así, la palabra de la boca al niño que lucha por expresarse. Con esta **actitud** le impide los intentos de hablar y, como tal, no ha de extrañarnos que su capacidad expresiva no crezca. Otros padres, si bien no interrumpen al niño, no saben escucharlo por mucho tiempo y siguen de modo impertinente realizando su actividad y solo lo escuchan a medias. Esto para el niño es como si hablara con la pared.</p>
Para propiciar la adquisición del habla, es fundamental:
Los susurros, chillidos o balbuceos no son todavía un lenguaje, pero no hay duda de que con ellos el niño intenta expresar importantes sensaciones y que espera alcanzar algunas reacciones de los demás. Para que el niño tenga la posibilidad de aprender a hablar sin dificultad, depende de la **cantidad y la calidad de estimulación lingüística**, así como de las oportunidades y **seguridad afectiva** que los padres le brinden.
<h4>Pautas Adicionales</h4>
<ul>
<li>Un niño aprenderá a hablar del mismo modo que oye hablar a sus padres y demás personas próximas a él.</li>
<li>En un comienzo, los padres deben imitar las emisiones fónicas del niño para estimularlo a que repita y perfeccione su expresión; posteriormente, a medida que crece, el niño imitará y no ha de ser imitado.</li>
<li>Si los padres hablan entre ellos y con el hijo de una manera sensata, clara e inteligible, el niño aprenderá a hablar exactamente de la misma forma.</li>
<li>El niño necesita un modelo para aprender a hablar, pero esto no quiere decir que deba ser corregido continuamente.</li>
<li>Se aprende a hablar bien si se tiene la ocasión de ejercitarse lo bastante para ello.</li>
</ul>
Estos deben ser **corregidos con tacto**: sin exaltaciones, de tal modo que no se provoquen sentimientos de vergüenza e impotencia. Es bueno propiciar que el niño mismo quiera y se esfuerce por hablar correctamente siguiendo el modelo que le brindan sus padres. Así, cuando el niño dice una palabra por primera vez y la pronuncia mal, deberíamos sonreírle mostrando aprobación y luego repetir la palabra diciéndola correctamente. Si al principio el habla del niño es una imitación imperfecta de la palabra, la clave del perfeccionamiento y éxito son la **paciencia y el buen ejemplo** que los padres le brindan.
Es importante que los padres asuman una **actitud comprensiva y tolerante** en la estimulación del habla del niño, procurando, además, no poner ante él metas imposibles de alcanzar. En algunos casos, cuando el niño pronuncia incorrectamente ciertos sonidos y palabras, los padres suelen impacientarse o irritarse con él, actitudes que de hecho suelen ser **perjudiciales**, ya que algunos defectos que pueden deberse a factores hereditarios o a una mala disposición biológica, tienden a ser empeorados por esa presión.
Por el contrario, cuando los padres frente a esos problemas no se muestran severos y lo tratan amorosamente, aceptándolo con una sonrisa, la **tensión disminuye** y hace que el impedimento también disminuya. Todo esto da una idea sobre la importancia de saber estimular y apoyar al niño en la adquisición y desarrollo de su lenguaje y no dejarlo a su suerte, sobre todo cuando se percibe que tiene dificultades.
