Portada » Economía » El Tipo de Interés y la Coordinación Económica: Una Perspectiva Intertemporal
En los procesos empresariales, la coordinación intertemporal tiene un papel protagonista: el precio de mercado, la relación entre bienes presentes y futuros, comúnmente conocido como la tasa o tipo de interés, que regula la relación entre el consumo, el ahorro y la inversión en las sociedades modernas.
Como ya sabemos, según la ley de preferencia temporal, el ser humano tiende a preferir bienes presentes a futuros, pero la intensidad de esta preferencia es un valor muy subjetivo en cada persona. Esa diferente intensidad psíquica de la valoración subjetiva de los bienes presentes por futuros da lugar a un mercado en el que existen muchos agentes económicos, generando múltiples oportunidades para efectuar intercambios mutuamente beneficiosos.
Denominamos tasa o tipo de interés al precio de mercado que refleja la diferencia entre bienes presentes y futuros. Este precio se establece anualmente y en tanto por ciento (por el ciclo contable).
El tipo de interés, por tanto, es el precio determinado de un mercado en el que los ofertantes o vendedores de bienes presentes son, precisamente, los ahorradores, aquellos que renuncian a bienes presentes por futuros; y los demandantes o compradores son aquellos que prefieren tener bienes presentes.
El mercado de créditos es una parte relativamente no muy importante del mercado general. De hecho, cabría la posibilidad de concebir una sociedad en la que existiera un mercado sin la necesidad de un mercado de créditos y, sin embargo, todos los agentes económicos intervinieran directamente; seguiría formándose un tipo de interés que vendría determinado por la relación de bienes presentes y futuros entre las diferentes etapas productivas. En estas circunstancias, vendría determinado por la tasa de beneficio a la que tenderían a igualarse los beneficios contables de cada etapa.
En el mundo exterior, los únicos tipos importantes directamente son el tipo de interés bruto de mercado (que coincide con el crediticio) y los beneficios contables brutos de la actividad productiva. El tipo de interés bruto, originario o natural, más la prima de riesgo que corresponde a la operación en cuestión, más o menos la inflación o deflación esperada; es decir, la disminución o incremento esperado en el poder adquisitivo de la unidad monetaria.
Los beneficios contables brutos, que se obtienen de una actividad productiva específica dentro de cada etapa productiva, tienden a igualarse en el mercado al interés bruto o de mercado.
Lo más importante es tener en cuenta que el interés, como el precio de mercado o tasa social de preferencia temporal, juega un papel clave a la hora de coordinar el comportamiento de ahorradores, consumidores y productores.
En una economía moderna, el ajuste entre los comportamientos presentes y futuros precisamente se realiza gracias a la actividad empresarial en el mercado. Los tipos de interés se fijan a partir del ahorro. Cuanto mayor sea el ahorro, más bajo será su precio en términos de los bienes futuros y, por tanto, más reducido el tipo de interés del mercado. Esto inducirá a los empresarios a disponer de mayores bienes presentes para aumentar la duración y complejidad de las etapas del proceso productivo, haciéndolas más productivas.
El valor de la renta bruta y su distribución entre las distintas etapas resulta de una gran importancia capital para la adecuada comprensión del proceso económico que se da en la sociedad. No existe ninguna ley natural que fuerce a que los empresarios reinviertan su renta en la misma proporción, sino que dependerá de las circunstancias del momento y las expectativas.
Pero la realidad es que el Producto Bruto Nacional (PBN) oculta la existencia de diferentes etapas de producción y, por lo cual, no puede calificarse de bruto al no recoger el gasto bruto monetario total que se produce en todas las etapas o sectores productivos. En cambio, solo tiene en cuenta la producción de bienes y servicios entregados a los usuarios finales.
En suma, el Producto Nacional Bruto (PNB) es una cifra agregada de valores añadidos que excluye las partes más importantes de los bienes intermediarios. La única razón que los teóricos de la contabilidad exponen es que siguen este criterio para evitar la doble contabilización. Pero esta práctica es peligrosa, pues elimina un cómputo de enorme volumen de esfuerzo empresarial. De hecho, en EE. UU. supone más de dos veces el total de sus importes reflejados en sus cifras oficiales de su PNB.
Si se modificara e incluyera la proporción que representan los bienes intermedios, podría seguirse la pista de la proporción que representa la cantidad que se gasta en bienes y servicios de consumo en las etapas intermedias. Esta proporción viene determinada por la tasa social de preferencia temporal, que establece la proporción de ahorro o inversión bruta y el consumo.