Portada » Historia » El Sistema Político de Cánovas en la Restauración Española
Cánovas del Castillo había diseñado un nuevo sistema político por el cual se debía regir la monarquía a partir de entonces. Aspiraba a construir un sistema político estable y sólido. Su fuente de inspiración era el modelo inglés, cuya estabilidad, en su opinión, se basaba en la alternancia en el Gobierno de dos grandes partidos y en la consolidación histórica de dos instituciones fundamentales: la Monarquía y el Parlamento.
Se trataba de aplicar la doctrina inglesa de la balanza de poderes, según la cual la estabilidad se basaba en el equilibrio de fuerzas opuestas de igual poder: Corona y Parlamento; partido gobernante y partido de la oposición.
De este modo, pues, el proyecto político de Cánovas tenía tres vértices:
Para Cánovas, la nación era una creación histórica, y de la experiencia histórica surgía una constitución interna, propia de cada nación, que estaba por encima de las Constituciones escritas.
La historia había convertido al Rey y a las Cortes en las dos instituciones fundamentales de la constitución interna de la nación española.
De esta manera, ambas formaban la columna vertebral del Estado y debían ejercer la soberanía conjuntamente.
Cánovas retornaba así los planteamientos del liberalismo doctrinario y su defensa de la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, que constituían la base ideológica del antiguo Partido Moderado.
Siguiendo el modelo bipartidista inglés, Cánovas pretendía que la labor de Gobierno recayera en exclusiva en dos partidos principales, alternándose en el poder y en la oposición.
Pero para poner en práctica este sistema, no solo configuró el Partido Conservador, el suyo propio, sino que también organizó su oposición, con la colaboración de Sagasta, que creó el Partido Liberal.
El Partido Conservador se había formado en el contexto de la Revolución de 1868, como continuador del Partido Moderado. Integraba a los antiguos moderados, partidarios de la Constitución de 1845, a los miembros de la Unión Católica y, por supuesto, a los alfonsinos de Cánovas.
El Partido Liberal aglutinó a la izquierda moderada burguesa, a partir de la fusión del Partido Constitucionalista de Sagasta, un sector de demócratas, los republicanos posibilistas y otros grupos menores.
Excluidos del proyecto político de Cánovas quedaron los carlistas, por la derecha, y los republicanos.
Tras la celebración de las elecciones, se reunieron las Cortes Constituyentes. El resultado fue la Constitución de 1876, de carácter moderado y basada en lo esencial en la de 1845, aunque con algunos derechos de los proclamados en la Constitución progresista de 1869.
Su gran ventaja radicaba en la elasticidad, es decir, su articulado poco preciso era compatible con Gobiernos de muy distinto signo político. Así, podrían variar las leyes ordinarias sin tener que cambiar la Constitución, lo que ofrecía estabilidad política. Sus principales características eran:
En resumen, el régimen institucional creado con esta Constitución era similar al del reinado de Isabel II, con un claro predominio del papel del monarca.