Portada » Historia » El Manifiesto de Primo de Rivera: Justificación del Golpe de Estado de 1923 y sus Consecuencias en la España Contemporánea
El texto que vamos a comentar es un extracto del manifiesto que el general Miguel Primo de Rivera dirigió a la nación tras su golpe de Estado del 13 de septiembre de 1923, que puso fin a la larga crisis del sistema canovista. Es un documento histórico escrito en la primera mitad del siglo XX, en el contexto de la España Contemporánea, de tema político y de carácter público, ya que fue publicado en el periódico La Época el 14 de septiembre de 1923.
El autor del manifiesto, D. Miguel Primo de Rivera, nació en Jerez en 1870. Su brillante carrera política y militar culminó con el grado de general y, tras pasar por lugares como África y Cuba, ocupó diferentes capitanías generales. Ante la situación caótica de España, consideró necesaria la regeneración del país mediante un régimen militar de carácter temporal. Primo de Rivera se inspiró en el fascismo de Mussolini, que basaba su ideología en el amor a la patria, el orden, la disciplina, la eficacia y la autoridad.
La idea principal del texto es la justificación del Golpe de Estado contra el corrupto gobierno de la Restauración, demandado por quienes amaban la patria para solucionar los graves problemas que sufría España.
En el primer párrafo, el dictador comienza reconociendo la ilegalidad con la que ha actuado: “hubiéramos querido vivir siempre en la legalidad”. Sin embargo, para él, el golpe fue necesario para la salvación de España, evitando un fin trágico y deshonroso. En este párrafo podemos diferenciar dos partes:
Una en la que el autor hace mención a la Crisis del 98 como comienzo de las desdichas e inmoralidades. Crisis en la que España perdió sus últimas colonias americanas tras la guerra con Estados Unidos. Esta crisis tuvo importantes consecuencias políticas, económicas y sociales.
En la segunda parte de este primer párrafo, Primo de Rivera denuncia a los partidos políticos dinásticos (Conservador y Liberal), a los que denomina “profesionales de la política”, por alternarse la jefatura del Estado mediante el turnismo político y por utilizar el encasillado para ganar las elecciones, controlando las redes del poder a través de prácticas oligárquicas y caciquiles. Estas prácticas habían llevado al país a una situación caótica.
En el segundo párrafo, Primo de Rivera presenta el golpe y comunica que ha llegado el momento de la intervención del ejército para formar un nuevo gobierno bajo su ideología. Deja claro que lo que hace, lo hace por España, contando con el apoyo del Rey, la patronal, la burguesía, las clases medias derechistas y los católicos. El golpe se llevó a cabo el 13 de septiembre de 1923, encabezado por Primo de Rivera con el apoyo de otros generales, y triunfó en todo el país.
En el tercer párrafo, el dictador expone que no tiene que justificar su golpe, puesto que él ha llegado para salvar al país del caos en el que vive y que el golpe ha sido un acto respaldado pacíficamente por el pueblo sano. La llegada al poder del Dictador paralizó el llamado “Expediente Picasso”, por el que se pretendía descubrir a los responsables de dicha matanza y que podría implicar al Rey.
La consecuencia del pronunciamiento militar dirigido por el general D. Miguel Primo de Rivera significó el derrocamiento del gobierno constitucional y el acceso al poder del general al frente, primero de un Directorio Militar con representación de altos cargos de los tres ejércitos y una manifiesta sumisión al Rey. De esta manera, el ejército ocupó el primer plano de la política española hasta 1924, año en que algunos civiles ocuparon varios cargos provisionales bajo un Directorio Civil. Se intentó dar soluciones a los problemas más graves.
Respecto a la situación económica, hasta ahora manejada por prácticas inmorales, quedó en manos del Estado, que se convertiría en el dirigente de la vida económica, favorecido por una situación coyuntural positiva del momento: los “felices años 20”.
El problema de Marruecos quedó cerrado con la operación del “Desembarco de Alhucemas”, en el que participó personalmente y con éxito el general Primo, quien había asumido el papel de alto comisario en Marruecos.
Ante la situación de huelgas e indisciplina social dirigida por las centrales sindicales, la dictadura se mostró partidaria de una paz social o laboral, suprimiendo la lucha de clases. Para ello, reprimió el sindicalismo revolucionario de la CNT y la violencia de las huelgas; sin embargo, mantuvo a la UGT como vía de participación obrera.
Por último, la presión de los militares ante la “descarada propaganda separatista” hizo que Primo acusara a los regionalismos de querer romper la unidad de España, a pesar de que él contó con el apoyo de la burguesía catalana para su golpe de Estado. Además, adoptó una política restrictiva en el empleo de las lenguas cooficiales y en el uso de símbolos de identidad, como la prohibición de utilizar la bandera y el himno catalanes, de impartir enseñanzas en catalán e incluso los bailes regionales, como la sardana.