Portada » Historia » El Imperio Cartaginés en Hispania: Desde su Presencia Comercial hasta las Guerras Púnicas
La presencia cartaginesa (púnica) en la Península Ibérica se intensifica a partir del siglo V a.C., con la llegada de colonos procedentes de Cartago (actual Túnez), la colonia fenicia más importante del Mediterráneo occidental. En cuanto a su historia, el conocimiento es limitado y proviene principalmente de fuentes romanas, sus mayores adversarios, quienes documentaron las tres guerras púnicas que abordaremos más adelante.
Cartago fue la ciudad más importante fundada por los fenicios, establecida por Tiro en el 814 a.C., según las leyendas de Dido y Pigmalión (aunque estas son de carácter mítico y no histórico). Históricamente, Cartago fue desde sus inicios un asentamiento de élites, que rápidamente adquirió una gran relevancia internacional. Construyeron un imperio en el Mediterráneo Central, estableciendo su dominio en Sicilia, Córcega y Cerdeña. Sus enfrentamientos con otras potencias, como griegos y romanos, dieron origen a las célebres Guerras Púnicas. Posteriormente, expandieron su influencia hacia el interior de África.
Los cartagineses se organizaban en forma de república aristocrática (al estilo de las polis griegas), dirigida por los sufetes (magistrados), donde diversas familias ejercían el control a lo largo del tiempo. Un claro ejemplo es la familia Barca, que ostentaba el poder a la llegada de los cartagineses a la Península Ibérica.
Una vez que los romanos habían consolidado su dominio sobre la Península Itálica, su siguiente objetivo de expansión fue la isla de Sicilia. Sin embargo, la presencia cartaginesa en la isla generó una enemistad que desembocó en el inicio de la Primera Guerra Púnica, un conflicto predominantemente naval.
Finalmente, los romanos vencieron en dicha guerra, conquistando Sicilia y expulsando a los cartagineses. A partir de este momento, los cartagineses se vieron en una situación económica precaria, sin fondos para asuntos como el pago a sus mercenarios, lo que provocó revueltas internas y motines. Amílcar Barca (padre de Aníbal Barca) fue el único general cartaginés que logró victorias significativas contra los romanos. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, Cartago perdió Córcega y Cerdeña, islas que los romanos invadieron aprovechando la retirada de las tropas de Amílcar. Como consecuencia, los cartagineses se quedaron sin su imperio marítimo y sin una flota significativa en el Mediterráneo.
En Cartago, surgieron dos posturas principales:
Finalmente, se optó por la segunda postura, buscando refundar un imperio en el sur de la Península Ibérica.
El principal objetivo de la familia Barca era establecer un imperio en Hispania, sometiendo a las poblaciones indígenas. Esta expansión no fue bien vista por los romanos, quienes percibían a los Barca como una amenaza creciente a su propia hegemonía.
Amílcar Barca, el general que había logrado victorias contra los romanos, conquistó el Valle del Guadalquivir a mediados del siglo III a.C. A partir de entonces, los indígenas comenzaron a considerarlo un rey, ya que para los íberos, los reyes eran líderes guerreros, y Amílcar encajaba en esa descripción. Esta situación generó tensiones con Cartago, que temía que el creciente poder de los Barca pudiera llevar a una independencia de la metrópolis.
Durante diez años, Amílcar continuó la conquista de territorios, alternando la fuerza militar con tratados diplomáticos, hasta su fallecimiento. Fue sucedido por su yerno, Asdrúbal, quien implementó un cambio en la política. Asdrúbal fundó Cartago Nova (actual Cartagena), una ciudad estratégica desde donde se controlaba el distrito minero. Desde allí, estableció impuestos, organizó tropas y generó preocupación en Roma. Finalmente, se firmó el Tratado del Ebro (226 a.C.), que dividió la península en dos esferas de influencia y que, a la postre, sería uno de los detonantes de la guerra contra Roma. Este periodo también marca el inicio de la llegada de grandes familias romanas a la región, como los Escipiones, Pompeyos y Julios.
Poco tiempo después, Asdrúbal fue asesinado, aunque se desconoce la identidad de su asesino. Lo que sí se sabe es que Aníbal asumió el poder en el año 221 a.C., lo que provocó nuevos cambios en la política cartaginesa, incluyendo la solicitud a los celtíberos para que se unieran a su ejército. Con Aníbal al mando, se inició una nueva etapa marcada por una creciente tensión con Roma y un claro deseo de revancha, que finalmente desembocaría en la Segunda Guerra Púnica, un enfrentamiento directo entre Roma y Cartago.
La Segunda Guerra Púnica fue un conflicto que ocurrió entre el 218 y el 201 a.C. entre Roma y Cartago, dos de las potencias dominantes en el Mediterráneo occidental en ese momento. El conflicto se desencadenó por una serie de disputas territoriales y el deseo de ambas potencias de expandir su hegemonía.
El conflicto se inició cuando el general cartaginés Aníbal cruzó los Alpes con un ejército considerable, sorprendiendo a los romanos y causando estragos en Italia. Simultáneamente, en el frente occidental, Roma lanzó campañas para atacar las posesiones cartaginesas en Hispania y Sicilia.
Hubo una fase de estancamiento, donde la muerte de los Escipiones (Publio y Cneo Cornelio Escipión) inclinó la balanza de la primera fase del conflicto peninsular a favor de Cartago. Esta situación cambió cuando Publio Cornelio Escipión (hijo), conocido como el Africano, fue destinado a Hispania y venció a los cartagineses en Baecula y, decisivamente, en la Batalla de Ilipa.
La Batalla de Ilipa fue la última y más importante confrontación en Hispania, no solo porque supuso el fin de la presencia cartaginesa en la península, sino por su carácter decisivo, donde las fuerzas se enfrentaron directamente sin posibilidad de neutralidad. Publio Cornelio Escipión se percató del gran potencial de Hispania, un territorio rico en recursos y con altas probabilidades de ser conquistado. Temía que, si los romanos se retiraban, los cartagineses pudieran recuperar su dominio. Esta perspectiva no fue bien recibida por los indígenas, quienes habían apoyado a los romanos con la expectativa de expulsar a los cartagineses, y ahora veían que los propios romanos también deseaban establecerse en la Península. Esto generó revueltas por parte de los indígenas, que Escipión intentaría sofocar. También es importante señalar que en el año 207 a.C., Gadir cambió de bando, pasando de la esfera cartaginesa a la romana. Finalmente, los romanos decidieron establecerse de forma permanente, creando dos provincias (unidades administrativas con delimitación territorial y gestionadas por una autoridad superior).