Portada » Economía » El Factor Empresarial: Motor del Desarrollo Económico y la Competitividad en España
Las empresas y los empresarios constituyen la base del conjunto económico de cualquier sociedad moderna. El mercado actúa como asignador de recursos, condicionando el crecimiento y el bienestar de los ciudadanos. De las empresas depende que las tareas sean realizadas de manera efectiva, y de los empresarios, su organización.
La estructura empresarial se caracteriza por el predominio de las PYMES (Pequeñas y Medianas Empresas). En 2012, la mayoría de las empresas tenían menos de 200 trabajadores, y el 95% eran microempresas (con menos de 10 empleados). El predominio de las PYMES se ha mantenido a lo largo de los años, a pesar de sus altas tasas de creación (natalidad) y cierre (mortalidad). A pesar de este predominio y la existencia de pocas empresas grandes, esta característica es más manifiesta en España y ocurre no solo en el sector servicios, sino también en la construcción, la manufactura y la energía. La reducida dimensión empresarial en España representa una desventaja, ya que limita la competitividad y dificulta la presencia en mercados exteriores.
Los factores que explican los resultados de la productividad incluyen: la capitalización de las empresas, el esfuerzo innovador y la cualificación de la mano de obra. Las empresas de gran tamaño tienen una ventaja, ya que cuentan con una mayor participación en actividades de I+D (Investigación y Desarrollo).
En España, encontramos grandes empresas exportadoras y competitivas que son determinantes para la cuota de exportación nacional. Estas destacan por su productividad internacional y eficacia exportadora.
Se observa una tendencia hacia la desintegración vertical, con una mayor especialización en las actividades principales de la empresa y la externalización del resto de bienes y servicios a otras compañías. Los objetivos son reducir costes, aumentar la eficacia y ser más competitivas.
El capital extranjero en España ha sido crucial para el desarrollo del sistema productivo nacional, favoreciendo la inversión productiva y el crecimiento de las grandes empresas. En la década de 1990, se produjo un proceso de deslocalización en sectores como los servicios tecnológicos, electrodomésticos y alimentación.
Las empresas extranjeras se diferencian de las españolas por su mayor capacidad tecnológica, mayor dimensión, una cualificación superior de sus trabajadores, plantillas más estables, mayor productividad y más rentabilidad.
En cuanto a sectores, destacan los servicios, energía y agua, y construcción. Dentro de los servicios, sobresalen las instituciones financieras y de seguros con mayor implantación en el exterior. En segundo lugar, se encuentran los transportes y comunicaciones, con una presencia mayoritaria en Iberoamérica. En el ámbito de las empresas manufactureras, destacan las de alimentos, bebidas, papel, artes gráficas, el sector químico y el de material de transporte.
La rentabilidad es el beneficio generado por cada unidad monetaria invertida y constituye el principal resultado de la actividad empresarial. La rentabilidad en España se ha situado normalmente por encima de la de Alemania (ALE) y en niveles similares a los de Francia (FRA) e Italia (ITA) desde 1980, viéndose afectada por la crisis de 1990. La evolución de la rentabilidad en España coincide con un periodo de apertura al exterior de la economía nacional y de integración económica y monetaria con la Unión Europea (UE).
Evolución temporal: 1980 (alza ↑), 1990 (baja ↓), 1994-2000 (alza ↑), 2001-2003 (baja ↓).
La crisis económica afectó especialmente a las PYMES, que vieron reducida su rentabilidad, pasando a obtener resultados inferiores a los que anteriormente las situaban por encima de Alemania, Francia e Italia. Las PYMES han soportado costes elevados en sus préstamos en comparación con los de las grandes empresas, a pesar de presentar, en general, menores niveles de endeudamiento e insolvencia financiera.
Las PYMES experimentan una mayor dificultad para acceder a la financiación externa, por lo que suelen recurrir en mayor medida a la autofinanciación. El acceso a la financiación a través de los mercados de capitales conlleva diversos costes y, a menudo, requiere un aumento en la dimensión de la empresa.