Portada » Biología » Dinámica de Ecosistemas: Sucesión Ecológica, Ciclos de Nutrientes y Servicios Ambientales
Al comparar tres parches ecológicos, se observa que los parches 1 y 2 presentan la misma riqueza de especies, la cual es superior a la del parche 3. Por lo tanto, desde la perspectiva de la riqueza, los dos primeros parches son más diversos. Para este estudio se utilizaron métricas de diversidad alfa (riqueza dentro de cada parche) y diversidad beta (diferencia entre parches).
La comunidad del parche 3 muestra una mayor similitud con la del parche 1 que con la del 2. De hecho, su composición es un subconjunto de las especies que colonizaron el parche 1, lo que resulta en el índice de similitud más alto entre ambos. En contraste, la comunidad del parche 2 es la más disímil en su composición. La mayor diferencia en comunidades de polinizadores se encuentra entre los parches 1 y 2.
Según el modelo de filtros, las especies que conforman las comunidades locales de cada parche deben superar tres barreras principales:
En este caso, las siete especies de polinizadores presentes en el bosque fuente lograron colonizar los parches. Los parches 1 y 2 se encuentran a la misma distancia del bosque, por lo que el filtro de dispersión es idéntico para ambos. En consecuencia, las diferencias en su composición deben atribuirse a los filtros abióticos o bióticos.
Dado que los parches 1 y 2 contienen diferentes especies de árboles frutales, el factor determinante es un filtro biótico. Este filtro actúa como un recurso selectivo: las especies A, D y E no pueden alimentarse del frutal sp. 2, y viceversa (las especies C, F y G no se alimentan del frutal sp. 1). Las interacciones resultantes pueden ser de mutualismo (polinización) o competencia. La especie B, al ser generalista y buena dispersora, se encuentra presente en los tres parches. El parche 3 comparte el mismo filtro biótico que el 1 (mismo frutal), pero su comunidad es menos rica debido a un filtro de dispersión más intenso, ya que se encuentra a mayor distancia del bosque.
La sucesión ecológica es el proceso de cambio en la composición de las comunidades, el flujo de energía y la circulación de nutrientes a lo largo del tiempo, de forma continua y no estacional.
Los atributos clave de las especies que determinan su rol en la sucesión son:
Para diferenciar entre estos mecanismos, se pueden realizar experimentos de campo, que son preferibles por considerar la historia del sitio:
Las malezas exhiben características típicas de especies pioneras: ciclos de vida cortos, alta capacidad de dispersión, reproducción rápida y alta competitividad. Son persistentes en los sistemas agrícolas porque estos son ecosistemas simples, constantemente alterados y con alta disponibilidad de recursos. La recurrencia de los disturbios (como el arado) favorece que las malezas no solo no desaparezcan, sino que se adapten y mantengan sus poblaciones.
Es el tiempo promedio que una sustancia permanece en un reservorio específico en condiciones de equilibrio. Esta métrica ayuda a evaluar la estabilidad y la capacidad de regeneración de los reservorios ante perturbaciones. Se calcula con la siguiente fórmula:
Tiempo medio de residencia = (Cantidad almacenada del nutriente en el reservorio) / (Flujo de entrada o de salida)
El ciclo del agua es clave para el transporte de sustancias en todos los ciclos biogeoquímicos. El sistema Suelo-Planta-Atmósfera (S-P-A) es central en este ciclo y utiliza aproximadamente un tercio de la energía solar que llega a la Tierra.
Las actividades humanas han alterado este ciclo principalmente mediante:
Estos cambios afectan la distribución de las precipitaciones, la disponibilidad hídrica y la estructura de los ecosistemas.
Un sistema ganadero pastoril extensivo provee múltiples servicios ecosistémicos:
Para maximizar la energía almacenada en el compartimento de los herbívoros (ganado), un productor puede implementar las siguientes estrategias de manejo, enfocadas en maximizar la energía consumida (Ch) y minimizar las pérdidas (energía no asimilada NAh, no utilizada NUh, y respiración):
La estrategia de reducir la energía no asimilada (NAh), si bien aumenta la producción de carne, puede tener impactos negativos en otros servicios ecosistémicos, ya que disminuye el aporte de materia orgánica (heces) al suelo.
El carbono es esencial para la vida, ya que forma la base de las moléculas orgánicas y permite la transferencia de energía entre niveles tróficos. Su dinámica implica intercambios constantes entre componentes bióticos y abióticos mediante la fotosíntesis (que incorpora CO₂ a la biomasa) y la respiración (que lo devuelve a la atmósfera).
Los organismos autótrofos fijan anualmente grandes cantidades de carbono (aprox. 120 Pg en ecosistemas terrestres y 82,8 Pg en oceánicos). La respiración, especialmente la de los descomponedores, devuelve la mayor parte de este carbono a la atmósfera.
Las actividades humanas han alterado drásticamente este ciclo. La quema de combustibles fósiles libera cerca de 9,8 Pg de C/año, lo que ha provocado un aumento del CO₂ atmosférico desde 280 ppm (era preindustrial) a más de 400 ppm en la actualidad. La deforestación y los incendios también son fuentes importantes de emisiones. Aunque existen contraflujos como la reforestación y prácticas agrícolas que aumentan el carbono en el suelo, no son suficientes para compensar las emisiones.
El nitrógeno es el nutriente mineral que más limita la productividad primaria en ecosistemas terrestres y acuáticos. A escala local, la mayor parte del nitrógeno se encuentra en la materia orgánica del suelo, y su reciclado interno es el flujo más importante.
El nitrógeno disponible para las plantas es el nitrógeno reactivo (formas orgánicas o inorgánicas asimilables). En contraste, la atmósfera contiene nitrógeno en forma de N₂ no reactivo, un gas inerte que solo puede ser aprovechado tras ser fijado por microorganismos especializados o por procesos abióticos de alta energía (como los rayos).
Los principales procesos naturales del ciclo global del nitrógeno son:
La revolución industrial modificó profundamente el ciclo. El proceso Haber-Bosch (para producir fertilizantes sintéticos) y el cultivo extensivo de plantas fijadoras (leguminosas) han incrementado enormemente la disponibilidad de nitrógeno reactivo en la biosfera, provocando graves consecuencias ambientales:
