Portada » Psicología y Sociología » Dimensiones del Ser Humano: Métodos de Aproximación, Capacidades y Esencia Natural
En primer lugar, debemos tener en cuenta que ambos métodos se utilizan para la antropología. El método analítico se centra en los elementos aislados y en las características de cada uno. Esto provoca una serie de limitaciones, ya que solo ofrece una visión parcial del ser humano y considera que se ha llegado a la verdad cuando ya no se puede continuar con el análisis, lo cual nos lleva a la simplicidad, y la verdad no es simplicidad. A su vez, es arriesgado e inadecuado aplicar este método a asuntos humanos, ya que provoca más problemas de los que resuelve. El ser humano es un sistema unitario desde el principio, no una máquina. Por ello, la intimidad de la persona es mucho más importante que su composición.
Mientras tanto, el método sistémico parte de un sistema en relación con los demás elementos que lo componen. Sus diferentes partes no pueden entenderse por separado. Para aplicarlo a las personas, debemos tener en cuenta la dimensión humana. En ella se encuentra la inteligencia, que permite al ser humano ser un solucionador de problemas, adquirir experiencia (un aprendizaje interminable) y enfrentarse a la novedad. El ser humano, más que una composición de elementos, es una interrelación entre ellos. Al ser un sistema abierto, posee una integridad dinámica con una coordinación constante de elementos. Esta integridad es creciente, no definitiva, y cambia a lo largo del tiempo; gracias a ello, el ser humano es libre. De lo contrario, estaríamos hablando de fijismo. El método sistémico es adecuado para la antropología, aunque puede que en otras disciplinas no lo sea.
El ser humano es capaz de tener, es un ser poseedor. Se apropia de cosas no materiales (ideas, sentimientos y cualidades). El tener es un modo de relación entre el sujeto (ser humano) y lo poseído (objeto). Es una capacidad esencial que puede variar y aumentar. Por ello, permite la humanización de la persona. El tener también indica carencia, porque podemos perder lo que poseemos, y el tener siempre precede a una carencia.
En primer lugar, el tener corpóreo-práctico es el grado más básico de posesión. El cuerpo humano permite este modo de tener, diferenciándose del de los animales por sus manos (instrumento) y el bipedismo, entre otras características. Su cuerpo no está especializado, sino que tiene una pluralidad de funciones. Podemos tener en el cuerpo o mediante el cuerpo. Tener en el cuerpo se refiere a aquella modificación o control que el ser humano puede ejercer sobre su cuerpo, demostrando su plasticidad. Esto incluye el uso de instrumentos con una parte del cuerpo o con el cuerpo en su conjunto. Además, el ser humano es el ser que habita el mundo, en el cual existe un plexo (relación entre todas las cosas) donde se da significado a las cosas a través de su uso. Lo más complejo del plexo es su carácter abierto.
En segundo lugar, el tener inmanente es superior al corpóreo. Para explicarlo, debemos diferenciar entre dos tipos de acción:
Dentro de las operaciones inmanentes se encuentran la inteligencia y la voluntad. La inteligencia es una facultad espiritual, la forma de apropiarse de algo externo. Es infinita, ya que no hay nada que la detenga y está abierta a toda realidad. Es capaz de negar. La voluntad es una facultad apetitiva, la capacidad de querer y desear algo. Tenemos dos tipos de voluntad: el querer racional (deseo deliberado) y el querer impulsivo (apetitividad).
Por último, el tener habitual se refiere a las características que las facultades van adquiriendo y que son incorporadas por la persona. El perfeccionamiento de una facultad es la virtud, y su imperfección es el vicio. Las virtudes se llaman intelectuales si perfeccionan la inteligencia, y morales si perfeccionan las tendencias. El ser humano es capaz de configurarse mediante la repetición de acciones. El hábito se diferencia del tener corpóreo porque es gratuito, no hay que dar nada a cambio.
Es la capacidad nativa del ser humano de tener según los tres niveles (corpóreo, inmanente y habitual). Es algo común para todos e idéntica en todos. El ser humano tiene una dimensión intemporal y otra temporal. La naturaleza humana es libre; solo la libertad puede desarrollarla plenamente.
Lo natural no es lo espontáneo, ya que los impulsos no son lo mismo que la naturaleza humana, porque esta tiene la capacidad de controlarlos mediante la inteligencia y la voluntad. A su vez, lo natural no se puede confundir con lo primitivo, ya que no es contrario a la sofisticación. Debemos controlar la técnica para que no nos controle. Tampoco debemos confundir lo natural con lo mayoritario, ya que la naturaleza humana surgió para medir los diversos comportamientos de las diferentes culturas. Lo natural es un modo de actuar independientemente de lo que a cada uno le parezca.
Su fin es perfeccionar al máximo sus capacidades, en especial la inteligencia y la voluntad. Lo natural es actuar como le es propio, articulando los tres modos de tener como una relación jerárquica. Esto es así porque la naturaleza está hecha para este crecimiento. A su vez, esta tiene dos dimensiones: lo constitucional y lo dinámico. Lo constitucional es la capacidad de tener, mientras que lo dinámico es el ejercicio y crecimiento de dicha capacidad. Ambas son inseparables. La capacidad de tener se divide, a su vez, en la voluntad (para querer) y en la inteligencia (para conocer).