Portada » Geografía » Desigualdades Territoriales en España y Políticas de Cohesión
En España existen desequilibrios económicos, demográficos y sociales. Las causas están relacionadas con diferentes recursos naturales, las diferencias en actividades económicas y las decisiones políticas hasta épocas recientes. Los indicadores que permiten medir estos desequilibrios son diversos: económicos como el PIB, PIB per cápita, entre otros; demográficos como el crecimiento y densidad de población; y sociales, que miden la renta disponible por hogares y el bienestar.
a) Las regiones más dinámicas son las que han concentrado las actividades económicas más pujantes en cada momento histórico. Entre mediados del siglo XIX y 1975, el factor principal de desarrollo económico fue la localización de la industria, que se centró primero en las áreas de temprana industrialización de la periferia cantábrica y catalana; y en la década de 1960, en las áreas beneficiadas por la difusión industrial y por la implantación de una industria diversificada o por la política de polos de desarrollo del franquismo. Desde 1960, también se beneficiaron las áreas turísticas del litoral mediterráneo y de las islas Baleares y Canarias.
Desde 1975-1985, la industria pierde peso como factor de desarrollo económico, debido a la crisis y reestructuración de los sectores maduros y a la tendencia a descentralizar parte de la producción. Su lugar es ocupado por la innovación y la alta tecnología, centrados en Madrid y en la ‘Y’ constituida por el País Vasco, el valle del Ebro y el litoral mediterráneo. Estas regiones incrementaron el PIB y el PIB per cápita por encima o cerca de la media española. Aumentaron su crecimiento demográfico y su densidad de población.
b) Los nuevos ejes dinámicos han surgido desde 1985 por la difusión de actividades desde las regiones más desarrolladas, buscando espacios menos congestionados, precios del suelo más baratos, o beneficios a la inversión en las zonas desfavorecidas.
c) Las regiones menos dinámicas son las que han mantenido el predominio de actividades económicas menos pujantes, como las agrarias o pesqueras poco competitivas; los sectores industriales tradicionales o maduros; y los servicios banales o poco especializados, como las regiones del interior peninsular. Estas regiones crecieron en PIB y PIB per cápita por debajo de la media española. Han sido tradicionalmente regiones de emigración, y han resultado poco atractivas para la reciente inmigración extranjera. Como resultado, cuentan con peores dotaciones en infraestructuras, equipamientos y servicios.
d) Las regiones de industrialización antigua o inducida perdieron su antiguo dinamismo a raíz de la crisis de 1975. La recesión ocasionó el declive de sus sectores industriales maduros; y las medidas para la reindustrialización y modernización económica han tenido escasa incidencia. Por este motivo, sus indicadores económicos, demográficos y sociales han pasado de situarse por encima o parejos a la media española, a localizarse por debajo, en la mayoría de los casos.
e) Las islas Canarias se han encontrado siempre muy condicionadas por su situación insular ultraperiférica y por problemas específicos derivados de su escasez de recursos hídricos y energéticos y de su excesiva dependencia del turismo.
f) Los desequilibrios intrarregionales. Las áreas rurales se dedican principalmente a la actividad agraria poco competitiva, tienen escasa diversificación productiva, insuficientes oportunidades de empleo y destacadas carencias en equipamientos, servicios y accesibilidad. Esta situación impide satisfacer las expectativas de sus habitantes y ha generado despoblamiento. Las áreas litorales, concentran actividades económicas más dinámicas: agricultura intensiva, turismo y comercio marítimo. Por eso, en ellas se concentran la población; los principales núcleos urbanos; y los mayores equipamientos sociales.
Las políticas regionales y de cohesión social pretenden corregir los desequilibrios territoriales y fomentar el desarrollo regional. Se iniciaron sin éxito con los Planes de Desarrollo en la década de los 60 y se impulsan desde 1986 aplicando el principio de solidaridad interterritorial establecido por la Constitución, con el establecimiento del estado de las autonomías y con la adhesión a la Europa comunitaria.
La política regional europea invierte en crecimiento y empleo para disminuir las desigualdades a través de tres fondos:
Las regiones que más ayudas reciben son aquellas con PIB per cápita inferior a la media europea, siendo algunas de las más beneficiadas Extremadura, que es de las menos dinámicas, y Canarias, por ser región ultraperiférica.
La política estatal tiene tres objetivos: consolidar el crecimiento en las regiones más dinámicas, impulsar a las más atrasadas o en declive y paliar los desequilibrios fomentando el desarrollo endógeno. Los instrumentos son los incentivos regionales y los fondos de convergencia.