Portada » Magisterio » Desarrollo de la Competencia Lectora y Literaria en Educación Primaria: Estrategias y Recursos Didácticos
En el proceso de formación lectora del alumnado, adquiere especial relevancia la relación que existe entre la competencia literaria y el intertexto lector. Este último puede definirse como el conjunto de conocimientos lingüísticos, saberes discursivos, pragmáticos, etc., que el lector posee al enfrentarse a un texto.
Para la formación lectora en Educación Primaria, es importante distinguir entre enseñar a leer y enseñar a leer literatura, ya que para realizar una lectura literaria eficaz es necesario que el lector posea un intertexto relacionado con la forma en la que se transmite el mensaje.
A la hora de trabajar en el aula la formación lectora, es necesario fomentar un intertexto lector específico para adquirir con eficacia la competencia literaria del alumnado, siempre considerando los contenidos del currículo. Estos deben enseñarse en las aulas de manera progresiva y seleccionando aquellos relacionados con el contexto en el que han sido producidos los textos.
Para realizar una lectura literaria eficaz de carácter estético, es necesaria una competencia específica, por lo que el lector deberá poseer un intertexto lector que implique saberes específicos. Es el intertexto lectoliterario, integrado en el intertexto lector y configurado desde la competencia literaria, el que dota al lector de los instrumentos necesarios para intervenir activamente y de manera comprometida en el proceso de lectura de mensajes de intención literaria.
Según Mendoza, en uno de sus artículos, la competencia literaria se construye mediante la progresiva acumulación de conocimientos aportados, entre otros factores, por el intertexto del lector y su capacidad para establecer relaciones. Es evidente que el desarrollo de la competencia literaria es inviable sin la presencia de un sólido intertexto lector, que acumula saberes de diversa índole.
Mendoza (2001) señala que la lectura debe ser entendida como una actividad individual que utiliza los conocimientos, adquisiciones y aprendizajes lingüísticos del lector de manera necesaria para comprender los mensajes y para ampliar esos conocimientos. La lectura se caracteriza por ser un procedimiento de reconocimiento, integración y reconstrucción de formas discursivas, apreciar la intención expresiva e interpretar el sentido del texto. El intertexto lector actúa de manera significativa cuando activa el repertorio y estrategias de lectura, actualiza los conocimientos que posee, sigue las instrucciones y orientaciones internas del texto y descodifica tanto lingüística como semióticamente el texto para llegar a la competencia literaria.
En lo que respecta al intertexto lector, podemos afirmar que forma parte esencial del entramado comunicativo de intención estética y, lo que es más importante, constituye un instrumento fundamental en el proceso de configuración y consolidación de la competencia literaria. El intertexto lector se erige como elemento básico en la competencia literaria; esto se aprecia especialmente en el proceso de formación y en el desarrollo de las habilidades lectoras.
Para desarrollar un buen intertexto lector, desde el ámbito educativo se ponen de manifiesto tres grandes bloques de actuación didáctica:
La implementación de estas estrategias en el aula es un instrumento de especial relevancia en la configuración del intertexto lector específico de la competencia literaria. Lejos de ocultarse, su fomento directo debería considerarse de gran rentabilidad en el proceso de consolidación de dicha competencia.
Como conclusión, entendiendo estas apreciaciones, sería conveniente que, al menos desde un punto de vista funcional y didáctico, se distinguiera entre “enseñar a leer” y “enseñar a leer literatura”, como actividades formativas convergentes pero diferenciables, en la medida en que el intertexto del lector es necesario para realizar una lectura literaria eficaz y demanda saberes propios, relacionados con el modelo comunicativo especial que constituye el mensaje literario.
La comprensión lectora, tanto en su instrucción como en su evaluación, es sin duda el resultado más importante de los movimientos de reforma destinados a mejorar el currículo y la enseñanza de la lectura, o al menos debería serlo.
En resumen, la comprensión lectora es la capacidad de un individuo de captar lo más objetivamente posible lo que un autor ha querido transmitir a través de un texto escrito. Por lo tanto, es un concepto abarcado por otro más amplio: la competencia lectora. Asimismo, la competencia lectora es la habilidad de un ser humano de usar su comprensión lectora de forma útil en la sociedad que le rodea. Así, la comprensión lectora está ligada más al individuo que al entorno, a sus capacidades intelectuales, emocionales o su perfil psicológico, mientras que la competencia lectora añade más peso a una variable pragmática, la socialización, la inteligencia social o la inteligencia ejecutiva (Marina, 2012).
Antes de hablar de la evaluación de la competencia lectora y la comprensión lectora, cabe mencionar la importancia de la evaluación. La evaluación de un proceso educativo determina la configuración integral de todo el proceso y, lo que es más importante, condiciona la actuación didáctica.
En cuanto a la evaluación de la competencia lectora, implica preguntarse las siguientes cuestiones:
Dichos requisitos se tienen en cuenta desde metodologías innovadoras, pero es cierto que en la mayoría de procesos de evaluación de la lectura, se tienen en cuenta metodologías tradicionales como pueden ser las siguientes:
No resulta difícil comprobar que los instrumentos utilizados para evaluar las actuaciones lectoras del alumnado no plantean la lectura como una actividad comunicativa en la que el sujeto activo por excelencia es el lector, sino que se centran en el propio texto y en la exclusiva voluntad comunicadora del autor.
Actualmente, para llevar a cabo una evaluación de la competencia lectora, se ha de tener en cuenta el programa PISA, fundamentado en las siguientes cuestiones:
Respecto a la evaluación de la capacidad lectora, podemos hacer uso de los modelos que propone el programa PISA, ya que no evalúa la competencia lectora en su totalidad, sino la capacidad lectora. Solo pone a prueba conocimientos y procesos cognitivos como los siguientes:
Sin embargo, no evalúa la puesta en acción de todos esos conocimientos, capacidades, actitudes, valores y emociones en contextos concretos de la vida real.
Leer y escribir textos, y leer y escribir textos literarios, no implican, como ya sabemos, una misma habilidad; o, por decirlo de manera más precisa, requieren de aprendizajes diferenciados. Por esta razón, tal vez se deberían plantear reflexiones también diferenciadas para la evaluación de estas destrezas.
Primeramente, analizaremos cada término. La competencia escritora se relaciona directamente con la eficacia, no solo lingüística, sino también comunicativa y sociopragmática, en la producción del mensaje. Por otro lado, la competencia lectora se vincula con las opciones y posibilidades de actuación en diversas situaciones pragmáticas. La competencia lectoliteraria, por su parte, se define como la capacidad de leer con eficacia textos de intención estética o literarios.
Se considera que son dos aspectos que marcan diferencias, debido a que la competencia lectora se refiere a las estrategias y conocimientos en base a formas leídas, y la competencia escritora se refiere más bien a aspectos relacionados con las formas escritas. Aunque marcan caminos diferentes, dichos términos presentan similitudes, por ejemplo, a la hora de considerarlas como competencias integradas en la competencia literaria o en cómo hemos de evaluar a cada una de ellas.
Hablando de la evaluación de cada una de estas competencias, cabe destacar que la evaluación se ha de considerar como una parte imprescindible de cualquier proceso de aprendizaje. La consideración de los objetivos propuestos que cada estudiante ha alcanzado y en qué grado al final del proceso, a menudo resulta imprecisa. La evaluación de un proceso educativo determina la configuración integral de todo el proceso y, lo que es más importante, condiciona en alguna medida la actuación didáctica.
De ese modo, evaluar la competencia lectora implica preguntarse:
Por su parte, evaluar la composición escrita implica del mismo modo, preguntarse:
Antes de finalizar, se puede añadir una última similitud entre ambas competencias: están destinadas a mejorar el currículo y la enseñanza de la lectura, ya que estas afectan al aprendizaje.
En las líneas que siguen nos centraremos en las aplicaciones didácticas de los textos visuales. Sucesivamente, se tratará el uso que pueda hacerse en el aula de los textos visuales estáticos y dinámicos, como el álbum ilustrado, el cómic y el cine.
La lectura se caracteriza por ser un procedimiento de reconocimiento, integración y reconstrucción de formas discursivas. El intertexto lector actúa de manera significativa cuando activa el repertorio y estrategias de lectura, actualiza los conocimientos que posee, sigue las instrucciones y orientaciones internas del texto y descodifica el texto para llegar a la comprensión definitiva. Así, por ejemplo, podríamos hablar de “estrategias de lectura” para referirnos a las pautas de actuación que el alumnado ha aprendido a poner en funcionamiento cuando lee y que le permiten hacerlo con eficacia en distintas situaciones de lectura.
El álbum ilustrado, como texto visual estático, es una herramienta valiosa para el desarrollo de la imaginación y el lenguaje. Por su parte, la educación fílmica, al trabajar con textos dinámicos como el cine, contribuye al desarrollo del espíritu crítico y la capacidad de interpretar.
Se consideran también estrategias al conjunto de actividades diseñadas por el maestro para conseguir que el alumnado asiente y desarrolle su competencia literaria. A continuación, se muestra una tipología de actividades relacionadas con el cómic que se podrían realizar:
En cuanto al cine, se pueden destacar las siguientes estrategias, teniendo en cuenta sus objetivos:
Arturo Medina Padilla, nacido en Almería en 1915 y fallecido en Madrid en 1995, compiló este libro a partir de una selección de poemas, cantos populares y villancicos. Destaca por sus obras sobre literatura infantil y su didáctica, además de escribir prólogos y ponencias.
El libro es adecuado para el comienzo de la lectura por su contenido. Tiene una portada algo opaca, lo cual no resulta muy atractivo para que los niños elijan el libro. Muestra una contraportada con solo el nombre de la editorial. Las ilustraciones del libro son constantes y relacionadas con cada uno de los poemas que hay; son algo pequeñas, pero muy adecuadas para el formato del poemario. Tiene un formato de letra muy pequeño, que puede complicar la lectura al alumno, pero al ser cortos, puede que no presente complicaciones.
Consta de 108 páginas, divididas en 15 secciones diferenciadas, que incluyen cuentos, canciones populares, juegos populares y tradicionales, entre otros. Los elementos literarios que emplea varían según el autor, ya que cada uno tiene sus características propias. Las figuras literarias más empleadas son la personificación y las metáforas, que son las más comunes. También se juega con la musicalidad de los poemas. Destaca el uso de poemas de arte menor, ya que la mayoría tiene menos de 8 sílabas.
El objetivo principal del libro es que los niños se adentren en el mundo de la poesía. Por ello, en la selección de poemas, el autor incluye muchas composiciones (poemas/canciones) que los niños utilizan a diario. Este poemario puede ayudar a los alumnos a mejorar su expresión corporal, memoria auditiva y favorece la libertad de movimientos mientras leen o realizan cualquier acción. Generalmente, presenta rima asonante, caracterizada por la repetición de fonemas vocálicos.
Desde mi punto de vista, el libro puede resultar algo denso para los niños debido a su extensión y no es el más adecuado para una iniciación a la poesía, ya que el tamaño de la letra puede dificultar la lectura. Por otro lado, el uso de distintas selecciones de poemas conocidos para ellos es útil, lo cual facilita una lectura más familiar.
José Luis Ferris, nacido en 1960, es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y ganó el Premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana por su primer libro, Piélago. Max Hierro nació en Salamanca en 1975.
El libro es la 1.ª edición publicada en 2015. Está dirigido a niños con edades a partir de 5 años. Es de tapa blanda, pero con hojas más rígidas y gruesas de lo normal para facilitar la manipulación de los niños de esas edades. El libro está lleno de ilustraciones muy llamativas, con colores muy vivos y alegres. La portada del libro muestra el título y a un pequeño Miguel con su cabra favorita.
El libro tiene 15 páginas, de las cuales solo la mitad está escrita, pero todas están llenas de ilustraciones. El contenido del libro trata sobre cómo el pequeño Miguel buscaba su sueño de ser poeta tras aprender a leer y cómo, a pesar de los obstáculos que le presentó la vida, como el abandono de los estudios por petición expresa de su padre, logró alcanzar su objetivo y cumplir su sueño.
El objetivo principal del libro es que, a través de la lectura inicial, los niños puedan conocer un poco la historia del gran poeta Miguel Hernández. Con esto, busca fomentar la lectura a través de una historia divertida.
Desde mi punto de vista, es un libro muy bonito para iniciarse a la lectura, porque además de fomentar la lectura, se conoce un poco la vida de uno de los poetas más maravillosos que hemos tenido a lo largo de nuestra historia. Además, al ser un libro muy manipulable y con imágenes muy llamativas, el libro anima a seguir leyendo.