Portada » Formación y Orientación Laboral » Desafíos Éticos y Sociales del Mundo Laboral: Desempleo, Informalidad y Riesgos Ocupacionales
El trabajo en negro es aquel en el que el empleador no realiza los aportes que corresponden según la ley. De esta manera, el trabajador queda desprotegido y no goza de ninguno de sus derechos y beneficios, tales como:
En la actualidad, el desempleo figura como uno de los principales problemas de nuestra sociedad. Se define como la situación del grupo de personas en edad de trabajar que no tienen empleo, aun cuando se encuentran disponibles para trabajar y han buscado trabajo durante un periodo determinado.
Existen 4 tipos principales de desempleo:
El desempleo genera en la persona diferentes experiencias que van desde el estrés, los conflictos familiares y de pareja, la depresión (uno de los más frecuentes), enfermedades crónicas, hasta la marginación y discriminación, lo que provoca que la persona se aísle del resto de la sociedad.
La discriminación en el empleo y la ocupación tiene muchas formas y ocurre en todo tipo de contexto laboral. Implica un trato diferente a causa de ciertas características como raza, color o sexo, y genera un deterioro en la igualdad de oportunidades y trato. La discriminación produce y fortalece las desigualdades. Limita la libertad de las personas de desarrollar capacidades y de escoger y realizar sus aspiraciones profesionales y personales sin importar las calificaciones. Cuando existe discriminación, la profesionalidad y la competencia no pueden ser desarrolladas, no hay gratificación por el trabajo y se genera un sentido de humillación, frustración e impotencia.
El Convenio 111 y la Recomendación 111 de la Conferencia General de la OIT del 25 de junio de 1958 establecen que el término «discriminación» comprende:
Según un trabajo del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), los pobres son los más discriminados. El documento, denominado «Mapa de la Discriminación», destaca además que los grupos poblacionales identificados como más segregados son:
Según un trabajo sobre discriminación presentado por el INADI, el 57% de las personas atribuye una «alta importancia» a esta problemática social, pero el 38% considera que la discriminación es solo «una falta de educación».
A través de la historia sobre la evolución del trabajo, desde los cazadores de la Edad de Piedra, pasando por la creación de las primeras máquinas, las consecuencias económicas y sociales de la Revolución Industrial, el surgimiento de la teoría del riesgo profesional y la seguridad social en el mundo, hasta nuestros días, se han presentado diversos lemas bioéticos. Todos estos acontecimientos revolucionaron el concepto sobre salud y trabajo y, por supuesto, la relación salud-trabajo-enfermedad como consecuencia del desempeño laboral.
Los gobiernos y los legisladores, particularmente, debieron tener en cuenta la prevención, el mejor modo de disminuir los costos por enfermedades profesionales y accidentes laborales y, además, la dignificación del trabajo del ser humano. Esto es lo que propone, entre otros postulados, la Bioética.
Las relaciones de la bioética con el derecho de trabajo se ven claramente en el concepto que manejan la OMS (Organización Mundial de la Salud) y la OPS (Organización Panamericana de la Salud):
«Estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias biológicas y la atención de la salud, en la medida en que esta conducta se examine a la luz de valores y principios morales.»
En la actualidad, aún persisten escenarios con elevados niveles de inseguridad y trabajos con nuevos riesgos no contemplados, frente a los cuales la sociedad debe responsabilizarse. Desde la disciplina de la bioética, el conflicto en relación con el derecho a la salud y seguridad del trabajador, y el legítimo objetivo de las empresas de maximizar la producción, sigue siendo un tema pendiente. En la actualidad persisten trabajos con elevados niveles de inseguridad y enormes diferencias en materia de seguridad laboral, entre países, sectores económicos, grupos sociales y rubros laborales, a pesar de los logros alcanzados en derechos laborales durante el último siglo. La persistencia de trabajos altamente riesgosos y procesos de innovación tecnológica, entre otros, han acarreado nuevos y desconocidos riesgos para la salud.
Frente a esta incertidumbre, el Principio de la Precaución, basado en los avances científicos y los valores sociales, permite adoptar medidas para evitar o disminuir el daño cuando la actividad humana se expone a un riesgo laboral que no es moralmente aceptable. Ello impone la necesidad de mantener eficientes programas de prevención, vigilancia y evaluación de riesgos. Lo anterior conlleva a considerar el principio de responsabilidad, considerando que cada miembro de una sociedad es responsable por el bien de los demás.
Se percibe claramente que el objetivo del empleador, empresario o fabricante, busca generar bienes y riqueza. Lo adecuado, desde la perspectiva ética, sería que respondiera voluntariamente a sus acciones u omisiones en un marco de responsabilidad frente a los trabajadores y la sociedad. El trabajador también debe hacerse responsable de sus decisiones y acciones; en otras palabras, respetarse a sí mismo mediante un actuar seguro y protegido frente a tareas riesgosas. Sin embargo, en este sentido, nuevamente la responsabilidad recae en el empleador, pues es legítimo exigir que este disponga de las condiciones de seguridad óptimas para la práctica laboral.
Es aquí donde el Estado, con una responsabilidad suprema, juega un rol primordial para velar porque estas obligaciones éticas de los empleadores y trabajadores se cumplan, propiciando un marco normativo y regulatorio que permita mantener los equilibrios entre los derechos y las obligaciones y velar por el bien común a largo plazo, con especial énfasis cuando se trata de trabajadores en condiciones de vulnerabilidad. La desregulación y el desempleo generan nuevos caminos de producción, donde los inmigrantes laborales pueblan las ciudades en busca de trabajos ocasionales, retornando formas desprotegidas de trabajo, como al inicio de la industrialización capitalista. Es crucial reconocer que las actuales condiciones laborales de subcontratación, trabajos temporales, trabajo sin contrato o trabajo informal e incluso trabajo infantil, que determinan diversos niveles de precariedad, son parte del escenario laboral contemporáneo.
Por lo tanto, las políticas públicas propiciadas en materia laboral y de salud deben hacerse cargo de esta realidad. Como hemos comentado, frente a la incertidumbre y al riesgo desconocido, la postura bioética debe basarse en el Principio de la Precaución, a pesar de que el trabajador consienta escenarios laborales inciertos en temas de seguridad, incluso siendo compensado en su salario, debe primar el cuidado de la vida humana.
