Portada » Historia » Crisis y Transformaciones en España (1917-1939): Un Análisis de la Conflictividad Social y Política
En este caso, nos encontramos con un documento doble. Aparece una gráfica con el número de huelgas en España entre 1905 y 1923, y por otro, un mapa con la incidencia de la crisis de 1917 en el ámbito urbano e industrial, así como la incidencia de las huelgas en el medio rural entre 1918 y 1921, durante el conocido como Trienio Bolchevique.
Centrándonos en la clasificación, vemos que el gráfico tiene un carácter social y económico. Es una fuente historiográfica (fuente secundaria) y alude a la situación social y económica de España durante el reinado de Alfonso XIII y antes de la dictadura de Primo de Rivera. Es un gráfico lineal de doble entrada, con los años en la parte inferior y el número de huelgas en la izquierda. El mapa también es una fuente secundaria; es un mapa temático que hace alusión a la incidencia de la crisis de 1917 en España, tanto en el medio rural y agrario como en el medio urbano e industrial. Se centra exclusivamente en 1917 para las zonas industriales y abarca de 1918 a 1921 para las huelgas agrícolas.
Para hablar de las ideas más importantes, empezaremos, como antes, con el gráfico. La evolución del número de huelgas nos da a entender la conflictividad social y el aumento del precio de los productos básicos. La evolución de las huelgas muestra un número importante entre 1909 y 1914, pero el punto máximo se inicia en 1917 y llega a su punto culminante en 1920 con más de mil huelgas, para bajar rápidamente a partir de 1921. El primer auge coincide con la Semana Trágica de Barcelona y el segundo momento se inicia con la crisis de 1917.
En el mapa, apreciamos los paros obreros y movimientos reivindicativos en zonas como Valencia, Barcelona y su cinturón industrial, Vizcaya y Asturias. Otros focos secundarios serían Madrid, Alicante, Linares y La Carolina en la provincia de Jaén, así como las minas de Río Tinto en Huelva. Las huelgas agrarias tienen una incidencia muy importante en la Andalucía del Guadalquivir, y con menor intensidad en el resto de Andalucía, Extremadura y algunas zonas de Castilla-La Mancha y Castilla y León. Se refleja un desigual reparto de la propiedad, siendo Andalucía Bética la zona con más latifundios de España, junto con Extremadura y gran parte de Castilla-La Mancha, aunque en estos territorios no alcanza la misma intensidad.
La crisis de la Restauración es un periodo muy complejo, marcado por la Semana Trágica de 1909. Tras el desastre del Barranco del Lobo, se reclutan reservistas catalanes, lo que da lugar a una movilización popular en Barcelona. Solidaridad Obrera convoca una huelga que desemboca en una insurrección revolucionaria, antimilitar y anticlerical, con fallecidos, heridos, edificios destruidos, juicios y la ejecución de Ferrer y Guardia. Como consecuencia, cae Maura y habrá una gran crisis de gobierno.
La Gran Guerra supone un auge económico en nuestro país, pero esconde problemas como una gran inflación y pérdida de poder adquisitivo. La entrada de EE. UU. en la guerra hace que nuestras exportaciones caigan, y con esa inflación y el paro, habrá una crisis en 1917 en tres campos: militar, político y social. En el primero, se formarán juntas de defensa que defienden la poca posibilidad de ascenso por parte de los oficiales peninsulares frente a los africanistas, así como la subida de salarios y la modernización del ejército. Caerá Prieto y será sustituido por Dato, quien, ante la presión de los militares, cederá a algunas de sus demandas, legalizará las juntas y además acabará con las garantías constitucionales y cerrará el parlamento, lo que lleva a la creación de la asamblea de parlamentarios en Barcelona, como respuesta al cierre del parlamento.
Formada en gran parte por la burguesía catalana (Cambó) y algunos otros miembros (republicanos como Lerroux o socialistas como Pablo Iglesias), será un intento regeneracionista. Acabará disuelta por el temor a la revuelta social que se estaba produciendo, ya que se convoca una huelga general en julio de 1917, dirigida por la UGT y la CNT, muy influenciada por los acontecimientos que se estaban viviendo en Rusia y por la evidente crisis económica del país. Las huelgas se generalizarán por todo el país, con una gran represión; más de 80 muertos, 2000 detenidos, entre ellos miembros destacados del PSOE. La consecuencia será un gran golpe para el sistema de la Restauración. El ejército vuelve a salir a la palestra, cae el gobierno de Dato y comienzan los gobiernos de concentración nacional, lo que supone el fin, de alguna manera, del turnismo político.
Este documento es el manifiesto dirigido a la nación española por el general Primo de Rivera desde la Capitanía General de Barcelona, publicado el 13 de septiembre de 1923 en el periódico de Barcelona La Vanguardia. Es una fuente histórica primaria; de naturaleza expositiva en tanto manifiesto o declaración de intenciones del general que da el golpe de estado; de contenido político en el que encontramos la justificación y los propósitos de los golpistas. Autor: Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, y militar de bastante prestigio en el Ejército. Destinatario: es público y colectivo, puesto que es el conjunto de la sociedad española y el ejército, directo responsable del golpe.
La idea principal es el golpe de estado que da Primo de Rivera y que supondrá el fin del sistema de la Restauración. Como ideas secundarias, se encuentra la justificación del golpe. Los profesionales de la política, es decir, el sistema político corrupto de la Restauración. Desde el Desastre del 98, tuvieron lugar reflexiones y movimientos de todo signo entre las diversas fuerzas políticas, culturales y ciudadanas, el llamado regeneracionismo, algunos de cuyos intelectuales, como J. Costa, abogaban por la necesidad de “una mano de hierro”.
Primo de Rivera se arroga el conocer la verdadera voluntad del «sano» pueblo español, actitud propia de todos los salvadores de la patria, despreciando a quienes piden explicaciones (las responsabilidades de Marruecos, es decir, el Informe Picasso). Orden público que justifica su golpe refiriéndose a la violencia, sobre todo del periodo 1918-21, con asesinatos políticos, como el del presidente del gobierno Dato. Otra preocupación será la actitud separatista de Cataluña, donde los partidos regionalistas-nacionalistas desde principios de siglo tienen la hegemonía de la representación política de los catalanes en casi todas las elecciones. Todos estos son motivos más que suficientes para que el Ejército se hiciera cargo de los destinos de España a través de un pronunciamiento, aunque implicase la suspensión de la legalidad hasta entonces vigente, instaurándose una dictadura militar que se denominó Directorio Militar.
Este pronunciamiento sigue el modelo de las soluciones autoritarias que se dan en el periodo de entreguerras en toda Europa. No es una solución fascista al estilo mussoliniano, pero sí con las connotaciones autoritarias y militares de otros regímenes, llamando la atención la llamada a la masculinidad, valor este muy castrense.
El golpe de Primo es el resultado de la crisis de la Restauración. A partir de 1918, nos encontramos con gobiernos de concentración, muy inestables, con doce gobiernos en cinco años, y una conflictividad social creciente. El uso de la huelga como instrumento para mejorar las condiciones de trabajo será constante. Barcelona será el foco de tensión social. La respuesta de la patronal catalana, los Sindicatos Libres (Somatén), se manifiesta en la constancia del pistolerismo y la aplicación de la «ley de fugas», así como la intervención del ejército. La constante ocupación de tierras y huelgas de temporeros en Levante y Andalucía, donde el campesino vive en unas condiciones lamentables, son duramente reprimidas por el ejército y la guardia civil.
El problema marroquí es una constante durante estos años, con la parte norte del protectorado en 1906. En 1921 se produce el desastre de Annual, donde 12,000 soldados españoles mueren y se pierde gran material frente a los rifeños (julio de 1921) dirigidos por Abd-el-Krim. En el expediente Picasso se buscan responsabilidades. La enorme corrupción de los oficiales del ejército, la posible responsabilidad del monarca y la conflictividad social harán que, en 1923, Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, con el beneplácito del rey, dé un golpe de estado y se constituya un Directorio Militar.
Así se inició una dictadura que mantuvo en el poder a Primo de Rivera hasta enero de 1930, con un Directorio Militar (1923-1925) y un Directorio Civil (1925-1930). Durante el Directorio Militar se suspendieron las garantías constitucionales, se reorganizó el Somatén para controlar el orden público y se implementó una política de represión de los sentimientos nacionalistas catalanes y sus símbolos de identidad. Con el Directorio Civil, se pretendió hacer pervivir la situación provisional que supone un golpe militar. Para ello, se buscó aglutinar a todas las fuerzas conservadoras españolas (Unión Patriótica), siguiendo el modelo de las dictaduras autoritarias europeas de entreguerras (Hungría, Polonia, Italia, Portugal), con un importante programa de intervencionismo económico en materia de infraestructuras y comunicaciones.
Son fragmentos de los discursos que pronunció la diputada Clara Campoamor durante las sesiones del Congreso de los Diputados en las que se estaba discutiendo el voto femenino en la nueva Constitución republicana. Es, por tanto, una fuente histórica primaria, de naturaleza expositiva y de contenido político. La autora, Clara Campoamor, abogada de profesión, obtuvo el acta de diputada en las elecciones de junio de 1931 por el Partido Radical Republicano, y junto a Victoria Kent (Partido Republicano Radical Socialista) y Margarita Nelken (PSOE), fueron las primeras diputadas de nuestro país.
Su principal labor será convocar elecciones para Cortes Constituyentes (junio de 1931). De ellas salió triunfadora una coalición formada por republicanos y socialistas, cuya primera tarea será la redacción de una nueva Constitución. Las discusiones fueron muy intensas, especialmente en lo referente a la «cuestión religiosa». Mención especial, dada la naturaleza del texto que comentamos, tiene el tema de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y, en consecuencia, el referente al sufragio. Había dos mujeres de un total de 465 diputados: Clara Campoamor (Partido Radical) y Victoria Kent (PRRS). A finales de aquel mismo año ingresó Margarita Nelken (Partido Socialista).
Clara Campoamor, abogada, fue la que más se implicó en la defensa de los derechos de la mujer y desempeñó un papel importante en el debate acerca del sufragio femenino. Clara Campoamor defendió el sufragismo femenino y Victoria Kent se opuso, «no por la capacidad de la mujer, sino por la oportunidad de la República». El artículo 34, que establecía la equiparación de derechos para los ciudadanos de uno y otro sexo mayores de veintitrés años, fue finalmente aprobado por 161 votos a favor y 121 en contra.
Ante la cuestión de la poca presencia política de la mujer en la vida pública, la autora argumenta que en los momentos de crisis que afectaron a la sociedad española, como la guerra de Cuba (protestas de 1896 en Zaragoza) y la petición de responsabilidades por el desastre de Annual, han sido las mujeres las que han estado en primera línea de las protestas, dado que son sus hijos, sus maridos, sus hermanos los que morían en estas guerras, y han estado en la lucha por la libertad y en defensa de los ideales de la recién nacida República. Las primeras elecciones en las que participaron las mujeres fueron las de 1933, e inevitablemente se les echó la culpa de la victoria de la derecha.
La coalición formada por republicanos y socialistas salió triunfadora, y su primera tarea fue la redacción de una nueva Constitución. La constitución, tras los debates parlamentarios en los que se fue debatiendo artículo por artículo, se aprobó el 9 de diciembre de 1931. Se querían plasmar la base esencial del nuevo régimen republicano que expresara los principios ideológicos de la izquierda burguesa, así como las aspiraciones de las clases trabajadoras, e intentar encajar las nuevas reclamaciones regionalistas y nacionalistas, y poner en marcha un programa modernizador y democratizador de España. Esto provocará grandes discusiones parlamentarias sobre la «cuestión religiosa», la educativa y las correspondientes a la reforma agraria.
Mención especial, dada la naturaleza del texto que comentamos, tiene el tema de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y, en consecuencia, el referente al sufragio, cuyo análisis ya hemos realizado en la idea principal. El gobierno que se configuró una vez aprobada la Constitución, donde se plasmó esa mayoría de republicanos de izquierda y socialistas, fue presidido por Manuel Azaña. Para el cargo de Presidente de la República se designó a Niceto Alcalá Zamora.
Este gobierno desarrollará el programa de reformas: Ley de Reforma Agraria de 1932, una reforma militar, una reforma educativa, separación de la Iglesia del Estado y permitir autonomías regionales dentro del Estado. La oposición de los sectores más conservadores que representaban al bloque de poder tradicional y del Ejército (Golpe de Sanjurjo de agosto de 1932), así como el descontento de los sectores más radicales de la izquierda obrera que veían insuficientes las reformas de la República, determinaron la crisis final de 1933, por la que el presidente de la República disolvió las Cortes y convocó elecciones para noviembre de 1933.
Documento doble, un texto con fragmentos de la Constitución de 1931 relativos a la posibilidad de expropiación de tierras si responde a un interés general, y un mapa con las provincias españolas y el porcentaje de fincas de más de 250 hectáreas con respecto a la superficie agraria total. En el caso del texto, es un fragmento de la Constitución de 1931, es fuente primaria de naturaleza jurídica, de destinatario claramente público. El mapa es una fuente primaria, elaborado en 1932, casi a la vez que la Constitución. El mapa es un mapa temático de carácter económico y social y se sitúa también en los primeros años de la II República.
En el texto, la idea principal es clara: toda la propiedad privada puede ser expropiada si el interés general lo requiere, con la posibilidad de una adecuada indemnización. Los intereses económicos particulares están sometidos al interés económico nacional. Otra idea secundaria es que los bienes privados contribuyen al sostenimiento de los servicios públicos. En el mapa se refleja el porcentaje de latifundios con respecto a la superficie agraria de cada provincia. Vemos la mayor concentración de latifundios (fincas superiores a 250 hectáreas) en gran parte de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, siendo estas superficies en Sevilla, Cádiz, Jaén, Huelva, Granada, Córdoba, Ciudad Real y Cáceres más del 40% de la superficie agraria provincial. Es muy reducido (en torno al 10% en Zamora, Valladolid, Palencia, Soria, Guadalajara, Cuenca y Castellón). No aparecen datos en gran parte del tercio norte peninsular, pero sabemos que el problema no era tan acuciante. Con los datos de este mapa, podemos deducir aproximadamente las provincias con un mayor número de jornaleros (agricultores sin tierras que trabajan las de otros), cuyas condiciones de vida son miserables y se convierten en un potencial foco revolucionario debido a la expansión de la ideología anarquista que tantos problemas ocasionará a los gobiernos republicanos.
Apagados los movimientos obreros con la dictadura de Primo de Rivera, en 1930 el monarca abandona la confianza en el dictador y pone a Berenguer como jefe de gobierno. La idea es volver a la Constitución de 1876. Los republicanos, en el pacto de San Sebastián, intentan acabar con la monarquía y que se instale una república democrática en nuestro país, lo que será un fracaso, pero las elecciones municipales de 1931. Ante la situación, el 15 de abril, el monarca abandona el país y se conforma la II República. El nuevo gobierno provisional comienza a hacer reformas en el país, con la Constitución de 1931 y con el gobierno del bienio reformista (1931-1933), siendo la reforma agraria una de las más importantes.
El ministro de Trabajo, Largo Caballero, ya durante el gobierno provisional decreta la ley de términos municipales, el decreto de laboreo forzoso y la jornada de 8 horas para el campo. La CNT convoca huelgas generales, reprimidas con dureza por las fuerzas del orden. La causa es que en el campo se está a la espera del «reparto de la tierra», por lo que es necesaria una Ley de Reforma Agraria. Esta reforma no se llevará a cabo con la celeridad necesaria, lo que llevará a levantamientos contra el gobierno de la república y generará inestabilidad. Los conflictos sociales vendrán por parte de anarquistas y comunistas que ven que las reformas no avanzan y consideran al gobierno burgués. Los sucesos de Castilblanco (diciembre de 1931), de Arnedo (6 de enero de 1932), y la insurrección en la región del Alto Llobregat, en Cataluña (enero de 1932) serán reprimidos por el ejército, la guardia de asalto y la guardia civil. Esta inestabilidad en el campo y la reforma agraria será una de las causas del fortalecimiento de la CEDA, debilitando al gobierno reformista y dándole la victoria en las elecciones de finales de 1933.
En el caso presente, vamos a tratar dos carteles de la Guerra Civil, cada uno de un bando diferente. La propaganda gráfica se convirtió en un arma poderosísima de difusión de la ideología política en los años treinta. En la Gran Guerra (Primera Guerra Mundial) fue utilizada con profusión, el régimen nazi haría también un uso intenso del recurso, pero sería en la Guerra Civil española donde adquirirá un desarrollo espectacular. En primer lugar, iniciamos la clasificación y naturaleza de los documentos presentados. Son fuentes primarias, elaboradas en el mismo momento en que está desarrollándose la guerra, con carácter claramente político y propagandístico. El primer cartel, sublevado, no tiene un autor conocido, está editado por el Servicio Nacional de Propaganda y probablemente fue creado en 1939 o, incluso, 1940, cuando la contienda ya había acabado. El segundo fue publicado en 1937 y está firmado por Parrilla, un autor del que se conocen más de 13 carteles; pertenece al Sindicato de Profesionales de las Bellas Artes, adscrito a la UGT, por tanto, de ideología socialista. En los dos casos, el destinatario es claro: la masa de población perteneciente a la zona.
El siguiente paso es ver la idea principal y las secundarias. En el cartel del bando nacional se está justificando el alzamiento militar y posterior guerra como una cruzada, con poco texto y mucha imagen. El autor ha querido resaltar dos cosas: en primer lugar, que la guerra está justificada desde el punto de vista religioso, defendiendo la religión católica, de ahí el término de «cruzada». En segundo lugar, España (se ve el mapa destacándose en el globo terrestre) es, además, la «orientadora espiritual del mundo», trascendiendo esta lucha a la defensa de los valores de Occidente frente al enemigo de esos valores, suponemos que el marxismo, el ateísmo, etc.
En la segunda imagen, editada por el bando republicano, vemos un llamamiento a la unidad entre las tropas de voluntarios de las Brigadas Internacionales con sede en Albacete y los propios españoles contra el invasor. Dos soldados con fusiles en la mano avanzan, y como fondo y cerrando la composición triangular, tenemos a una imagen femenina, que es la alegoría de la República, que asiste a estos soldados y porta la corona de laurel del triunfo. «Voluntarios internacionales de la libertad, 1936-1937». «Los internacionales, unidos a los españoles, luchamos contra el invasor». El objetivo es suscitar apoyo a favor de esos voluntarios, principalmente comunistas que vienen a España a luchar contra el fascismo.
El 17 de julio de 1936, se levanta contra la república la guarnición de Melilla, y el 18 el golpe de estado se extenderá a toda la península. Franco, desde Canarias, llegará en el Dragon Rapid a Marruecos para hacerse cargo del ejército de África. El golpe iba a realizarse en abril, pero por diversos problemas, se atrasó hasta el 17/18 de julio. El director del golpe era el general Mola, que intentará implantar en España un directorio militar, seguramente dirigido por Sanjurjo. La idea era un golpe cruento, pero fracasó y comenzó la guerra civil. España quedará dividida en ese año 1936 en dos. En el lado sublevado, Marruecos, Cádiz, algunas ciudades andaluzas como Sevilla, Castilla León, Navarra, Álava, Galicia, Baleares excepto Menorca, Canarias y parte de Aragón (zonas agrícolas), oficiales y el ejército de África. Para los republicanos, zonas urbanas e industriales (País Vasco, Asturias, Cantabria, Cataluña, Levante, Castilla La Nueva (Castilla La Mancha), Madrid, Murcia y casi toda Andalucía, así como parte de Aragón. Poseen la mitad del ejército, la aviación y la flota, y apoyo internacional de Alemania, Italia, y en menor medida Portugal, Irlanda o EE. UU. apoyaron a los sublevados. El bando republicano tendrá la ayuda de la URSS y de las Brigadas Internacionales. Tras casi tres años de guerra, el 1 de abril de 1939, el ejército sublevado acabará venciendo y comenzará una dictadura dirigida por el general Franco que durará hasta 1975.
Este texto corresponde al discurso del Presidente de la República, Manuel Azaña, el 18 de julio de 1938, segundo aniversario del golpe militar que da lugar a la guerra civil. Es una fuente primaria de naturaleza expositiva y de contenido político. Autor: Manuel Azaña, líder de los partidos de izquierda de la república burguesa, ejemplifica el modelo político de liberalismo democrático laico que inspiró en gran medida la República, presidente de gobierno entre 1931 y 1933. Fue nombrado presidente de la República después del triunfo de las fuerzas del Frente Popular en marzo de 1936. El destinatario es público, la opinión pública española, fundamentalmente republicana, ya que sería en esta zona donde se publicitaría.
En este emotivo discurso, hay una idea fundamental sobre la que continuamente reflexiona el presidente Azaña: la necesidad de una reconstrucción o reconciliación nacional. Patriótico, pero sin referencias a ninguna ideología. La idea principal es la paz sin vencedores ni vencidos, porque entiende que en una guerra civil no puede haberlos, ya que quien pierde es la propia nación. Igualmente, incide en el concepto de reconstrucción de España, que solo es posible con hombres libres. No utiliza argumentos políticos, apela al sufrimiento y la pérdida. Al patriotismo recurrirá tanto Azaña como Negrín, no como forma de exaltación patriotera, sino como una oferta de concordia después de la guerra. La lección moral que se puede sacar de esta guerra es que, cuando pase el tiempo y las circunstancias políticas de España puedan hacer surgir el enfrentamiento entre españoles, estos tengan presente los muertos y el sufrimiento que esta guerra está ocasionando.
Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, Azaña se convirtió en presidente de la República. Fue en ese destacado puesto desde el que vivió el estallido de la Guerra Civil. En 1938, la situación de la Guerra Civil estaba muy a favor de las tropas nacionales, que habían llegado al Mediterráneo y habían partido en dos a la zona republicana, aislando Cataluña del resto del territorio gubernamental (el centro y el Levante peninsular). El objetivo en aquel momento de Franco era tomar Valencia. En el bando republicano estaban muy tensas las relaciones entre los socialistas y los comunistas. También se habían producido el año anterior enfrentamientos entre comunistas por un lado y anarquistas (CNT-FAI) y troskistas (POUM), que se saldaron con un mayor control de los comunistas tanto del gobierno de Negrín como del Ejército de la República. Azaña comenzó a pensar en la posibilidad de terminar con el conflicto civil, que consideraba perdido desde el principio por la neutralidad francobritánica, y se oponía a proseguir la guerra a cualquier coste, en contraste con lo que pensaba el entonces presidente del Gobierno, Juan Negrín. Su propio Gobierno rechaza cualquier mediación, porque legitimaría a los nacionales; por otro lado, Franco solo acepta la rendición incondicional. Este discurso se denominó de las tres «P» (Paz, Piedad y Perdón). Su intención era pedir el retorno a la concordia nacional. No era del mismo parecer Negrín, el máximo responsable gubernamental, quien buscó la prolongación de la guerra hasta mezclarla con el conflicto global que se avecinaba (Segunda Guerra Mundial). La estrategia del presidente era ganar una guerra que, según él, estaba perdida; era el momento de mirar hacia el porvenir solicitando de los vencedores «Paz, Piedad y Perdón». Azaña lanza una nueva llamada de atención a la Sociedad de Naciones para que intervenga en un conflicto que, según él, se estaba prolongando por culpa de la intervención de países extranjeros. Unos días después de este discurso, el 25 de julio de 1938, se iniciará la «batalla del Ebro». Todavía los generales republicanos y el presidente Negrín creían posible una batalla definitiva que diera el vuelco a la guerra y permitiera negociaciones de paz. Sin embargo, esta batalla del Ebro, la más sangrienta de toda la guerra, terminará con la derrota del ejército republicano.