Portada » Español » Conceptos Fundamentales de la Lingüística y Familias de Lenguas
La lengua es inmaterial (se aloja en la memoria); el habla es material (puede oírse o leerse). La lengua es social (está a disposición de todos los hablantes); el habla es individual (es el empleo que hace de la lengua un hablante particular, en un momento dado).
El conjunto de reglas y convenciones que constituyen la norma tiene como objetivo unificar, en la medida de lo posible, las reglas que determinan lo que se considera correcto, especialmente en los ámbitos de la ortografía y la gramática. Se pretende así conseguir una variedad lingüística homogénea, que sea aceptada y reconocida por todos los miembros de la comunidad hablante.
Para fijar y difundir la norma, es preciso elaborar gramáticas y diccionarios que describan con precisión el modelo de la lengua estándar y que puedan tomarse como referencia en la enseñanza. En el caso del español, la Real Academia Española (RAE) es la institución que determina cómo debe ser el español normativo.
La RAE se fundó en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández. Su propósito fue “fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza”. En la actualidad, su misión es velar porque los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispano.
Es el conjunto de variables conceptuales, sociolingüísticas y de otro tipo que condicionan el modo en que un idioma es usado en un contexto concreto.
Oralidad y escritura: Hablar y escribir constituyen las dos modalidades en que se manifiesta nuestra actividad lingüística. La oralidad está asociada a la comunicación por medio de señales verbales acústicas, mientras que en la escritura la información se transmite por medio visual. Aunque es frecuente pensar que la diferencia entre lengua oral y lengua escrita es la cuestión del canal empleado, es decir, de la naturaleza de las señales utilizadas, lo cierto es que la escritura no es simplemente una transcripción de lo hablado.
La lengua hablada constituye una manifestación anterior de la actividad lingüística, mientras que la escrita es posterior; si se considera la historia de la humanidad, la aparición de la escritura es relativamente tardía; el ser humano es capaz de hablar desde hace 100 mil años, pero solo desde hace unos 4 mil años ha aprendido a poner por escrito sus palabras.
Por otro lado, todos los seres humanos con capacidades normales aprenden espontáneamente la lengua o las lenguas del entorno. La adquisición del registro escrito, en cambio, no es espontánea, sino que resulta de un complejo proceso de instrucción explícita al que se dedica mucho tiempo y esfuerzo.
La escritura nació como un sistema que permite fijar lo comunicado y diferir la comunicación. La escritura hace permanentes los mensajes y, además, permite su transmisión a destinatarios que no comparten lugar ni tiempo con el emisor.
Los elementos del proceso comunicativo imponen exigencias propias que determinan el registro por emplearse. Entre esos elementos cabe recordar los siguientes:
De esos elementos dependen a su vez, dos parámetros básicos: