Portada » Educación Artística » Características Clave del Arte del Renacimiento: Técnicas, Temas y Figuras
En el arte del Renacimiento encontramos cambios importantes que afectan tanto a la forma como al fondo de las manifestaciones artísticas. El arte sufre un proceso de secularización, manifestado en un creciente interés por la ciencia y otros temas. La sociedad es fundamentalmente antropocéntrica; aunque el hombre renacentista es religioso, la religión no domina la sociedad ni el arte de la misma manera que antes.
Para entender el contexto, es esencial analizar dos figuras clave: el artista y el mecenas. El cambio en la valoración del artesano conduce a la aparición de la figura del artista, quien, además del trabajo manual, realiza un trabajo intelectual. Los arquitectos fueron los primeros en lograr este reconocimiento; a pintores y escultores les costó más, con figuras como Leonardo da Vinci o Miguel Ángel defendiendo su estatus de artistas.
Los artistas buscan formarse en el mayor número de campos posible, dando lugar a la figura del humanista. Leon Battista Alberti, por ejemplo, postuló que un artista debe poseer formación científica, moral y técnica, definiendo así al humanista y al artista ideal.
En este periodo, el artista con estas características adquiere conciencia de su individualidad, manifestando un deseo de reconocimiento y de trascender a la posteridad. Junto al artista, encontramos su complemento: el mecenas. Esta figura invierte en arte, encargando y comprando obras para la ciudad. El objetivo del mecenas no es solo el arte, sino también el poder o el reconocimiento social y económico. Algunos de los mecenas más importantes fueron las familias Médici de Florencia, los Uffizi, y Felipe II en España (considerado el primer rey mecenas por excelencia, gran amante de la pintura). Las colecciones de arte adquieren gran importancia en este momento, aunque el coleccionismo ya existía en la Edad Media; un gran coleccionista fue Carlos V de España y I de Alemania, padre de Felipe II.
En cuanto a las colecciones renacentistas, ya existe un criterio definido, pues la obra de arte se valora por sí misma, no solo por su sentido utilitario como ocurría antes, donde se coleccionaba sin un criterio artístico claro. El cuadro se valora para ser disfrutado estéticamente. Empiezan a surgir colecciones con un criterio artístico y científico.
El descubrimiento de la perspectiva lineal es el cambio técnico más importante y la gran revolución del arte renacentista. Mientras que antes las obras a menudo consistían en la yuxtaposición de elementos, la perspectiva monofocal crea una ilusión de profundidad espacial en el cuadro. Leon Battista Alberti fue el principal teórico de esta técnica, aunque su aplicación práctica fue desarrollada por otros artistas. Los artistas renacentistas son capaces de crear un espacio pictórico que simula la realidad tridimensional. Al intentar captar la realidad, Alberti postuló las ‘tres unidades’ (espacio, tiempo y acción) como ley universal para la composición, especialmente en el teatro, aunque influyó en la teoría artística.
Los artistas renacentistas se preocupan por las proporciones, tomando del mundo clásico la idea del módulo o unidad, y la relación armónica entre las partes y el todo. Alberto Durero, por ejemplo, escribió un tratado fundamental sobre la proporción humana. Consideran que la belleza puede ser definida mediante medidas científicas, buscando aplicar estas proporciones ideales en escultura, pintura y arquitectura.
Una consecuencia directa de este interés por la proporción es el estudio anatómico y la representación del desnudo como objeto de estudio científico.
El movimiento representado es naturalista, caracterizado por el equilibrio y la mesura, evitando la violencia y buscando la armonía en las figuras. Las figuras a menudo no requieren grandes apoyos y las composiciones tienden a ser simétricas. Este movimiento se logra mediante técnicas como la curva praxiteliana (apoyo de la figura en una cadera). Otra técnica utilizada es el contrapposto, que implica adelantar una pierna y retrasar el brazo opuesto, creando una pose más dinámica y natural.
La mitología, además de ser una fuente de inspiración y un retorno al mundo clásico, permite al artista y al mecenas una gran libertad creativa. Es un género que favorece el estudio anatómico y la representación de desnudos. Para el artista, este género sirve para demostrar su dominio de la literatura clásica, evidenciando su formación intelectual y su capacidad para reinterpretar los mitos.
Los temas mitológicos a menudo no solo narran una historia, sino que también poseen una segunda interpretación, siendo tratados de forma alegórica.
Un ejemplo es La Primavera de Botticelli. Una primera interpretación identifica a los personajes: las Tres Gracias, Céfiro, dios del viento, que se enamora de la ninfa Cloris, quien al casarse con él se transforma en Flora, diosa de las flores. También aparecen Venus, la diosa de la belleza; Cupido; y Mercurio, el mensajero de los dioses. Una segunda lectura interpreta la obra como una alegoría del amor, desde el amor terrenal (Céfiro y Cloris/Flora) hasta el amor neoplatónico o espiritual (representado por Venus y Mercurio).
El retrato renacentista muestra una clara evolución, partiendo de los ‘cuadros de donantes’ medievales, donde el comitente aparecía representado en la obra religiosa que había encargado y financiado. Evoluciona desvinculándose de la temática religiosa, creando un retrato individual que aísla al sujeto de un contexto sagrado.
En las primeras etapas predominan los retratos de perfil, aunque también existen frontales. El perfil es más común, influenciado tanto por los retratos de donantes como por las efigies de las medallas conmemorativas.
Hacia 1450, comienzan a aparecer los primeros cambios, con la introducción del retrato de tres cuartos. En cuanto a la longitud, se populariza la representación de tres cuartos del cuerpo.
Respecto al objetivo, en el siglo XV predomina la representación de la posición social o económica del retratado, más que el parecido físico. En el Cinquecento, la búsqueda del parecido físico adquiere mayor relevancia.
Dentro del retrato, el autorretrato emerge como un subgénero importante en este periodo. Es una forma para pintores y escultores de asegurar su propia posteridad y de reivindicar su estatus como artistas.
El tema religioso sigue siendo uno de los géneros más demandados, principalmente por la Iglesia, pero también por nobles y reyes.