Portada » Geografía » Áreas Protegidas en Argentina: Conservación y Biodiversidad en Parques y Reservas de Córdoba
Son áreas de un territorio creadas para preservar el ecosistema en un país. Buscan conservar el ambiente, los espacios animales y vegetales, y concientizar sobre su cuidado.
En Argentina existen cinco categorías:
El Parque Nacional Quebrada del Condorito se encuentra en la provincia de Córdoba, Argentina, 85 km al oeste de la ciudad de Córdoba, en el centro de las Sierras de Córdoba. Posee una superficie de 37.344 ha, que se encuentran dentro de las 150.000 ha correspondientes a la Reserva Hídrica Provincial Pampa de Achala. Este parque nacional fue creado en 1996 y es considerado la Tercera Maravilla Natural de Córdoba.
A pesar de ubicarse próximo a la ciudad de Córdoba y poblaciones turísticas como Villa Carlos Paz, Alta Gracia, Tanti, Mina Clavero, entre otras, el territorio del parque se ha mantenido paisajísticamente prístino debido a su difícil accesibilidad hasta inicios del siglo XXI. La ganadería extensiva se ha practicado aquí desde tiempos coloniales, con resultados negativos para el ambiente, a causa de la sobrecarga de ganado, que ocasionó una intensa erosión al tornarse escasa la cobertura vegetal y también debido al pisoteo en este sitio de fuertes pendientes y suelo arenoso.
El territorio de este Parque Nacional se caracteriza por la elevada altitud del piso superior de las Sierras Grandes de Córdoba, respecto de la gran llanura chaco-pampeana que la rodea y le confiere condiciones de isla biogeográfica. Esta «isla ecológica» ha tenido flujos intermitentes de colonización de especies andinas y patagónicas (en función de variaciones climáticas). Como resultado, el área presenta una gran diversidad de endemismos de especies y subespecies, tanto de plantas como de animales. Este es uno de los rasgos más destacables de esta área.
Así, este parque constituye un importante sitio de avistamiento de cóndores (especie andina que ha sufrido un marcado retroceso poblacional en el siglo XX), cuya distribución más oriental se encuentra en esta región. En Argentina, las poblaciones de cóndor se encuentran estables y se están desarrollando programas de reintroducción de esta especie en sitios donde ha sido extinguida.
La quebrada que da nombre al área es un profundo cañadón de casi 800 m de profundidad, desde cuyos bordes superiores es factible observar, a casi el mismo nivel, el suave planeo de los cóndores andinos. La denominación tiene su origen en el antiguo nombre «Río de los Condoritos», dado por la característica presencia de una alta proporción de cóndores juveniles en estos apostaderos. No es un sitio de cría, sino que los adultos traen aquí a sus jóvenes cuando tienen capacidad de volar, quizás para que aprendan a buscar alimento en su vida adulta. El censo de 2006 ha indicado que la población de estas aves se mantiene estable respecto a 1996, con cerca de 100 cóndores en esta quebrada.
Aunque hasta inicios del siglo XX se reportaron avistamientos de jaguares, guanacos, pecaríes y tuco-tucos serranos (Ctenomys pundtii), actualmente la fauna principal consta (además de los cóndores que dan nombre al parque) de pumas, zorros de la especie culpeo y jotes. La fauna cuenta con algunas especies endémicas: dos anfibios (un sapo y un escuerzo), dos reptiles (un lagarto verde y una culebra listada, ambos propios de Achala). El zorro colorado tiene una raza típica de estas sierras, mientras que entre las aves se han reconocido varias especies exclusivas del lugar.
La Administración de Parques Nacionales está llevando a cabo un proyecto de reintroducción de guanacos.
Los Comechingones habitaron la región hasta el siglo XVI, cuando se produjo la Colonización. Hace miles de años, los «ayampitines» (es decir, los integrantes de la cultura arqueológica desaparecida llamada Cultura Ayampitín) frecuentaban estas altiplanicies, estableciendo campamentos temporarios para la caza de grandes mamíferos, otros abundantes aquí, o de mediano porte como el guanaco y el venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus).
La Reserva Natural Urbana General San Martín no es un parque más. Asociada a las barrancas del río Suquía y a solo 15 minutos hacia el noroeste desde el centro de la ciudad de Córdoba, mantiene dentro de sus límites una importante diversidad de flora y fauna nativas en muy buen estado.
Nace en 1979 con la Ordenanza 6933 como Parque General Don José de San Martín, con el fin de «conservar los recursos naturales propios de Córdoba». En 2009, es designada como Reserva Natural Urbana y declarada Patrimonio Ambiental de la ciudad.
Ocupa una superficie de 114 hectáreas y cuenta con dos sectores diferenciados: uno parquizado de uso intensivo ubicado junto al cauce del río, que alberga actividades recreativas, y un segundo sector donde se localiza un área de conservación con especies de la región del Espinal y del Bosque Serrano.
Es el último relicto de bosque nativo que existe dentro de la trama urbana de Córdoba, y su presencia hace que este espacio sea particularmente valioso, tanto desde un punto de vista ambiental, educativo y recreativo, como de investigación.
La reserva es un oasis de tranquilidad, y este es uno de los secretos de su frágil funcionamiento como ecosistema en equilibrio. Quince cuadras al norte, cruzando el Suquía, se encuentra la Recta Martinoli, con problemas de saturación en el tránsito vehicular.
Hacia el sur y al oeste, nuevas urbanizaciones se extienden y se densifican rápidamente. La fuerte demanda de tierras en esta área se debe en parte a que la reserva asegura al sector la presencia de espacios verdes de calidad ambiental, teniendo en cuenta que Córdoba cuenta con una superficie de espacio verde por habitante inferior a los estándares aceptados.
Por su situación estratégica y su condición de espacio público no construido, la reserva se ve continuamente amenazada por los intereses de distintos actores.
Cada tanto, algún funcionario municipal o empresario inmobiliario ve en el bosque y su pastizal nativos –de alto valor ecológico– un espacio útil para resolver los problemas de falta de planificación en las vías de comunicación, en contra de la voluntad de los vecinos.
El supuesto beneficio que pretenden otorgarles a los barrios del noroeste es una gran falacia: el valor de las tierras y la calidad de vida del sector dependen justamente de la intangibilidad de la reserva.
La falta de idoneidad pone en riesgo el patrimonio de todos los cordobeses, ya que el área de influencia de la reserva, por sus características, excede a la misma ciudad.
La actual gestión municipal ha autorizado la apertura de un camino que pasa por sobre más de 200 árboles nativos añosos, afectando las escorrentías naturales y alterando el núcleo de mayor biodiversidad.
Esto se haría a pesar de estar prohibido por la misma ordenanza de creación de la reserva y de que existe un camino alternativo factible que, bordeando el canal Maestro Sur, pasa por una calle pública –hoy cerrada con un portón privado–, permitiendo la salida a la avenida Cárcano sin atravesar el espacio protegido.
En intervenciones que afectan el patrimonio público, sería importante que el municipio fuese transparente sobre las decisiones y las alternativas posibles, no solo para que la sociedad esté al tanto, sino para que decida sobre su calidad de vida.
En la red ciudadana Nuestra Córdoba consideramos que la Reserva San Martín es patrimonio de todos y una oportunidad única para conocer y disfrutar los ambientes naturales que precedieron a la ciudad. Por su función social y natural, debe ser cuidada y conservada por la ciudadanía y los funcionarios.