Portada » Historia » Alfonso XIII y la España Inestable: De la Crisis de 1898 a la Fragmentación Política (1902-1923)
Después del desastre de 1898, se inicia un profundo proceso de crisis y descomposición del sistema político creado por Cánovas del Castillo. En este contexto, se produjo un movimiento intelectual y social crítico con el sistema que se conoce como Regeneracionismo. Este movimiento tuvo varias vertientes:
El reinado de Alfonso XIII (1902-1923) transcurrió en una permanente crisis política que afectó a los fundamentos del sistema de la Restauración. Las causas de esta inestabilidad fueron muy diversas:
Ante la crisis, los partidos tradicionales intentaron llevar a cabo reformas desde dentro del sistema, un esfuerzo conocido como revisionismo.
El revisionismo conservador se inició con Francisco Silvela. Su continuador, Antonio Maura, personificó la renovación del Partido Conservador. Gobernó en dos ocasiones: el “Gobierno corto” (1903-1904) y el “Gobierno largo” (1907-1909). Maura proyectó la “revolución desde arriba”, es decir, la implantación desde el Gobierno de una serie de cambios profundos en la sociedad. Su programa político, denominado maurismo, se resume en:
En julio de 1909, miembros de las cabilas rifeñas atacaron a los obreros españoles que construían un ferrocarril minero en las inmediaciones de Melilla (Marruecos). El Gobierno de Antonio Maura decidió enviar tropas de refuerzo y movilizó a los reservistas, muchos de ellos casados y con hijos, cuya exención del servicio militar podía comprarse. El embarque de estas tropas en el puerto de Barcelona desencadenó una masiva protesta popular contra la guerra de Marruecos.
El 26 de julio de 1909, organizaciones socialistas, anarquistas y republicanos radicales convocaron una huelga general en Barcelona que derivó en una insurrección que duró una semana, conocida como la Semana Trágica. Se construyeron barricadas, hubo enfrentamientos con las tropas, actos de proclamación de la república en algunos barrios y la quema de numerosos edificios religiosos (principalmente conventos e iglesias). El balance fue de más de 120 personas muertas y más de dos mil detenidos. Paralelamente, en Marruecos, las tropas españolas sufrieron una grave derrota en la emboscada del Barranco del Lobo, donde murieron 153 soldados. La represión gubernamental posterior a la Semana Trágica fue espectacular y muy dura: se dictaron cinco penas de muerte, entre ellas la del pedagogo y librepensador Francesc Ferrer i Guàrdia, cuya implicación directa en los hechos fue muy cuestionada. Su ejecución provocó una oleada de repulsa nacional e internacional, y Maura se vio obligado a dimitir.
El revisionismo liberal se llevó a cabo con José Canalejas, quien fue presidente del Gobierno entre 1910 y 1912. Su programa buscaba modernizar el país y atraer a ciertos sectores populares. Entre los logros de su gobierno se encuentran:
El 12 de noviembre de 1912, José Canalejas sufrió un atentado anarquista en Madrid que acabó con su vida. A partir de ese momento, la creciente desunión y fragmentación de los partidos Liberal y Conservador dificultó enormemente la gobernabilidad del país. Esto llevó a una gran inestabilidad política, con frecuentes crisis de gobierno y la suspensión de las Cortes en varias ocasiones. Se recurrió a la fórmula de gobiernos de concentración, que agrupaban a diversas facciones políticas, pero que resultaron ser igualmente inestables.
Paralelamente a la crisis de los partidos dinásticos, los partidos y movimientos opuestos al sistema de la Restauración comenzaron a aumentar su fuerza y sus apoyos sociales.
Los republicanos representaban la principal fuerza de oposición parlamentaria al régimen monárquico. Su ideario defendía el progreso, la justicia social, el desarrollo de la ciencia y la extensión de la enseñanza laica. Durante el reinado de Alfonso XIII surgieron dos nuevos partidos republicanos destacados:
Los movimientos nacionalistas continuaron su desarrollo y expansión:
El socialismo, en su rama política, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y sindical, la Unión General de Trabajadores (UGT), continuaba su lento pero constante crecimiento. Sin renunciar a la revolución social como objetivo final, el PSOE participaba cada vez más en la vida parlamentaria; así, en 1910, Pablo Iglesias se convirtió en el primer diputado socialista en acceder a las Cortes.
El anarquismo mantuvo su negativa a intervenir en la política burguesa y su apuesta por la acción directa. A comienzos del siglo XX estaba arraigado en las zonas industriales y urbanas de Cataluña, y también en el campesinado andaluz y extremeño. En su seno persistían dos tendencias enfrentadas: el anarcoterrorismo (partidario de la acción violenta individual o»propaganda por el hech») y el anarcosindicalismo (que abogaba por la organización de los trabajadores en sindicatos revolucionarios). Se formó el sindicato Solidaridad Obrera (1907) en Cataluña, que más tarde, en el congreso de 1910-1911, se convirtió en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), organización de gran trascendencia a partir de 1918.