Portada » Historia » Bolivia Post-Guerra del Chaco: Nacionalismo, Reformas y Socialismo Militar
Una vez terminada la guerra, la sociedad boliviana se dio cuenta de que existían dos sectores sociales claramente establecidos, cuyas diferencias se habían acentuado durante los tres años de conflicto: los pobladores de áreas rurales y la población citadina.
Los indígenas, al finalizar la guerra, solo querían volver a sus tierras y parcelas para sembrar y olvidarse del conflicto. En cambio, la población que vivía en las ciudades tomó conciencia de que la guerra solo traía corrupción y traición, y que no se podía vivir de esa manera. Este descontento se manifestó a través de diferentes expresiones culturales, como novelas, cuentos, obras de teatro, canciones y pinturas, entre otras.
Los partidos políticos crecieron considerablemente. Los liberales mantenían su apoyo a Tejada Sorzano, mientras que el Partido Nacionalista de Hernando Siles se desmembró hasta disolverse. Por su parte, el Partido Republicano de Bautista Saavedra tomó otro rumbo, asumiendo una posición socialista, por lo que pasó a llamarse Partido Republicano Socialista.
En el aspecto económico, el país estaba sumergido en una profunda inflación debido al recorte de los créditos externos y a las escasas exportaciones. A esto se sumaban los clamores de aumento salarial por parte de los obreros, lo que obligó a tomar medidas económicas para subsanar la situación.
Surgieron nuevas ideologías entre la gente, influenciadas por los cambios económicos, políticos y sociales que acontecían en el mundo. Corrientes como el fascismo italiano, el nacionalismo alemán y el socialismo ruso entraron con fuerza en el pensamiento boliviano, sobre todo en los trabajadores. Es importante resaltar que, posterior a la Guerra del Chaco, comenzó la migración del campo a la ciudad en busca de nuevos rumbos para mejorar la calidad de vida del trabajador rural.
Con el derrocamiento de Salamanca, se inició una época de gobiernos de carácter militar. El nuevo ejército, compuesto en su mayoría por oficiales jóvenes, deseaba un cambio de visión en el país y buscaba una nueva ideología que pudiera realizar no solamente cambios ideológicos, sino también económicos y políticos para avizorar una nueva Bolivia. En este contexto, el ejército se convirtió en un actor fundamental en la política boliviana. Los militares que habían liderado la guerra en el frente de batalla se vieron como los únicos capaces de restaurar el orden y la estabilidad en el país.
La unificación del país era la petición de los jóvenes oficiales, cuyo pensamiento era el nacionalismo, pero también era un pedido de la población. La guerra había sembrado profundos anhelos de cambio que solo eran posibles a través de la unión de sectores como los obreros, campesinos, trabajadores independientes y los partidos políticos. Juntos debían promover una economía creciente y no dependiente de créditos extranjeros.
El 16 de mayo de 1936, Germán Busch y David Toro dieron un golpe de Estado a Tejada Sorzano sin derramar una gota de sangre. David Toro juró como presidente el 22 de mayo de 1936, con un discurso en el que prometía implementar un socialismo militar en el país. Una de sus primeras medidas fue la nacionalización de la Standard Oil, ya que la empresa ni siquiera se había dedicado a perforar pozos y su extracción de petróleo era mínima. Ante esta situación, la Standard Oil intentó revertir la medida sin éxito. A fines de ese año, se fundó Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
David Toro dimitió al cargo de presidente sin ofrecer resistencia, entendiendo la necesidad de un cambio en el liderazgo. Su dimisión ocurrió en medio de un clima de tensión política y social, donde las demandas de estabilidad eran urgentes. Tras una reunión de gabinete, se resolvió que el nuevo presidente “provisional” sería el Teniente Germán Busch. Conocido por su carácter fuerte y decidido, Busch asumió el cargo en un momento crítico, enfrentando grandes desafíos y expectativas. Su ascenso al poder marcó un nuevo capítulo en la historia política del país, lleno de promesas de reformas.
Uno de los cambios fundamentales durante la presidencia de Toro fue escuchar a los trabajadores y obreros. Por esta razón, creó el Ministerio de Trabajo, a la cabeza de un obrero fabril del sector gráfico, Waldo Álvarez. Este, a su vez, impulsó la creación del Código de Trabajo, que incluía reivindicaciones sindicales y una mayor participación de la mujer en aspectos laborales. Waldo Álvarez, perteneciente a la Confederación Sindical de Trabajadores de Bolivia, dio nacimiento al Frente Único Socialista e intervino también en el gabinete de Busch como Ministro de Trabajo. Una de las primeras tareas del ministerio fue elaborar dicho código y dictar normas para el ejercicio de los derechos de los trabajadores frente a los “patrones”: hacendados, Barones del Estaño, empresarios e industriales. Inicialmente, este ministerio no tenía un lugar propio para sus actividades; sus primeras oficinas estuvieron en el Senado Nacional y su presupuesto era realmente escaso.
Con el Ministerio de Trabajo se logró un importante aporte al país. Mediante Decreto Supremo del 24 de mayo de 1939, se emitió la Ley General de Trabajo, que años más tarde fue elevada a rango de Ley el 8 de diciembre de 1942. Esta norma, fundamental para la época, establecía derechos y obligaciones emergentes del trabajo, con excepción del agrícola, que se normaría de manera especial.
La ley definía al patrón como una persona natural o jurídica que proporciona trabajo, por cuenta propia o ajena, para la ejecución o explotación de una obra o empresa. También reconocía los términos de empleado y obrero, estableciendo los derechos y obligaciones de ambos. El código regulaba, entre otras cosas:
Estas medidas, que para la época generaron malestar entre los “patrones”, representaron un justo derecho para la clase trabajadora.
En 1938, Germán Busch convocó a elecciones para conformar una nueva Asamblea Constituyente. Esta asamblea tenía la tarea de redactar una constitución que permitiera la elección de un presidente y un vicepresidente, marcando un paso significativo hacia la institucionalización democrática en Bolivia. En las elecciones, el Frente Único Socialista ganó por amplia mayoría, demostrando un fuerte respaldo popular.
En marzo de ese mismo año, la Convención se reunió y eligió a Germán Busch como presidente constitucional y a Enrique Baldivieso como vicepresidente. Su elección marcó el inicio de un nuevo capítulo en la historia política de Bolivia, caracterizado por un enfoque en la modernización y la inclusión social.
El 30 de octubre de 1938, Germán Busch promulgó la nueva Constitución, que planteaba ideas innovadoras y reconfiguraba la forma de pensar del boliviano. Inspirada en parte por la Constitución de la Revolución Mexicana, introdujo los siguientes principios:
La minería del estaño había generado enormes fortunas para los “Barones del Estaño”, y el petróleo comenzaba a crecer, pero ambos recursos se exportaban sin un control adecuado. Esto obligó a Busch a emitir el Decreto del 7 de junio de 1939, que conminaba a los empresarios mineros a entregar el 100% de las divisas obtenidas por la venta de minerales al Estado boliviano. Este dinero (dólares o libras esterlinas) debía ser cambiado a moneda nacional. El decreto también imponía un incremento del 25% en los impuestos a las exportaciones de minerales. Respecto a los hidrocarburos, se establecieron mayores regalías para los departamentos productores.
Hubo una fuerte oposición de los empresarios mineros, la crisis económica persistía y la presión política de sus adversarios era intensa. Todo esto condujo al cierre del parlamento, asumiendo Busch poderes dictatoriales. La presión mediática, liderada por el escritor Alcides Arguedas y los “Barones del Estaño”, llevaría a Germán Busch a tomar la fatal decisión de suicidarse en la madrugada del 23 de agosto de 1939, con un disparo en la cabeza.
El cargo no fue entregado al vicepresidente, como dictaba la sucesión constitucional. El ejército, que tenía una fuerte influencia, ya había decidido que el sucesor sería el General Carlos Quintanilla. Simultáneamente, Bernardino Bilbao Rioja fue designado como jefe de las Fuerzas Armadas, consolidando una estructura de poder que buscaba asegurar el respaldo militar al nuevo régimen.
Desde inicios del siglo XX, la educación indígena experimentó una importante transformación. Aunque los gobiernos liberales abrieron espacios para la educación rural, esta implicaba la aculturación de los indígenas para que fueran funcionales al servicio de los hacendados.
En 1931, en la comunidad de Warisata, se generó una importante alianza entre el Amauta Aymara Avelino Siñani y el profesor Elizardo Pérez. Juntos organizaron un sistema educativo que representó un verdadero avance para las comunidades originarias, revalorizando sus saberes y conocimientos culturales y poniéndolos en práctica en la vida cotidiana. La concepción de una educación productiva, que iba más allá de los contenidos formales, fue una experiencia innovadora pero fuertemente atacada por los terratenientes, quienes temían que educar a los indígenas fuera en contra de sus intereses.
Como reconocimiento a esta lucha por una educación transformadora, el gobierno de Germán Busch estableció el 2 de agosto como el “Día del Indio”, enalteciendo a la población indígena de todo el país y su contribución en la Guerra del Chaco.