Portada » Filosofía » Psicología del Desarrollo: Etapas de la Religiosidad y la Conciencia Moral
El proceso de evolución religiosa en los niños se estructura en varias fases clave, fuertemente influenciadas por el entorno familiar y educativo.
La familia es el factor condicionante de la religiosidad infantil. El niño traduce en conductas inconscientes el tipo de relación con sus padres, y ello lo proyecta sobre Dios. En consecuencia, su imagen de Dios reflejará la imagen percibida en sus progenitores. El despertar religioso tiene lugar, primeramente, en el ambiente familiar.
La formación religiosa está condicionada por tres factores:
Coincidiendo con la escolarización, esta etapa es crucial en la evolución y formación religiosa. Es una edad propicia para el aprendizaje: va amainando el egocentrismo y se va superando la realidad animista y mágica.
A partir de los 8-10 años, el alumno se encuentra en una fase atributiva, donde asigna a la imagen de Dios tres clases de atributos:
Es en esta etapa donde la mayoría de los alumnos reciben la catequesis de preparación a los sacramentos de la iniciación cristiana, por lo que es fundamental la coordinación entre la escuela y la parroquia.
A partir de la ESO, lo asumido en la etapa anterior es replanteado, cuestionado y reinterpretado, debido a que comienza una reidentificación del yo. El adolescente replantea todas sus prácticas religiosas de la niñez.
La actitud crítica la mantiene consigo mismo y con las normas, modelos de conducta y estructuras sociales unidas a su infancia. El adolescente necesita seguridad, por eso demanda una formación religiosa seria, sistemática y significativa para su situación de cambio.
La madurez religiosa requiere que el individuo descubra a Dios como distinto de sí mismo. Dios es «alguien» que transciende al hombre y se le hace presente, dándole fundamento a su existencia. El proceso evolutivo de la religiosidad del niño debe ir en esta dirección, y a ello debe contribuir la enseñanza religiosa escolar, superando el magismo y el animismo.
La dimensión moral es el dinamismo psicológico que se convierte en dinamismo ético cuando hace referencia a los valores de la moralidad, a la norma de conducta o a la sanción por la respuesta dada. El ser humano es un ser moral, capaz de configurar libremente su vida, pero ligado por un deber. La moralidad de la conducta implica responsabilidad, conciencia y libertad en el sujeto.
El origen del sentido moral se aborda desde varias perspectivas:
