Portada » Economía » Dinámica del Mercado: Agentes Económicos, Oferta, Demanda y Equilibrio
Todos los agentes económicos tienen un objetivo común: maximizar alguna magnitud. Los consumidores buscan su felicidad; las empresas, sus beneficios; el Estado, el bienestar social; y los extranjeros, según su función. La limitación es que los recursos para conseguir estos objetivos son limitados.
Para maximizar los rendimientos, participamos en el mercado: cualquier lugar o mecanismo donde se compran y venden bienes o servicios.
Nuestra participación en el mercado se debe a dos razones principales:
Para comprender las interrelaciones entre los agentes económicos, es fundamental estudiar dos tipos de mercados:
Estos dos mercados no son los únicos ni siempre perfectamente identificables. Un mercado existe donde y cuando se realice un intercambio. Aunque a veces los intercambios se pueden realizar mediante el trueque, el dinero facilita enormemente las transacciones. Por ello, casi todas las operaciones en el mercado implican un intercambio de euros por bienes o recursos.
En todo mercado, las dos caras de cada transacción se denominan oferta y demanda.
La demanda es la capacidad y el deseo de comprar determinadas cantidades de un bien a los distintos precios en un determinado periodo de tiempo, ceteris paribus.
La demanda existe solo si alguien es capaz y desea pagar por un bien en el mercado. Lo que una persona está dispuesta a pagar por un bien viene determinado por sus ingresos y el coste de oportunidad.
La tabla de demanda muestra la cantidad de un bien que el consumidor desea y es capaz de comprar a diversos precios en un determinado periodo de tiempo. Es una expresión de las intenciones de compra.
La curva de demanda describe las cantidades que un consumidor puede y quiere comprar de un bien a los distintos precios en un determinado periodo de tiempo, ceteris paribus. La curva de demanda tiene pendiente negativa, lo que se conoce como la Ley de la Demanda.
Esta ley podría tener una pendiente positiva si, al subir el precio, aumenta la cantidad demandada, como ocurre con los bienes Veblen (bienes de lujo como los diamantes) o los bienes Giffen (bienes inferiores como las patatas).
La demanda de un bien no depende solo de su precio. Existen otros factores importantes como:
Ceteris Paribus es un supuesto según el cual, salvo las variables que se están considerando, todo lo demás se mantiene constante. Permite analizar la relación entre dos variables sin la interferencia de otras, facilitando la experimentación teórica. De esta forma, solo la variación de uno de los factores influye en el otro.
La demanda del mercado es la suma de las demandas individuales, es decir, las cantidades totales de un bien o servicio que los consumidores quieren y pueden comprar a los distintos precios en un determinado periodo de tiempo. Depende del número de compradores potenciales y de otros factores como los gustos, las rentas, etc.
La oferta es la capacidad y el deseo de vender o producir cantidades específicas de un bien a los distintos precios en un determinado periodo de tiempo. Interactúa con la demanda para determinar la conducta de las empresas y el precio al que venden los bienes.
Los determinantes de la oferta son:
La Ley de la Oferta establece que la cantidad de un bien ofertado en un determinado periodo de tiempo crece cuando aumenta su precio. A mayor precio, mayores cantidades se ofrecen.
En el equilibrio de mercado, solo existe un precio y una cantidad compatibles con las intenciones de compradores y vendedores.
El precio de equilibrio es aquel precio al que la cantidad demandada de un bien en un determinado periodo de tiempo es igual a la cantidad ofrecida. Es el único precio que ‘vacía’ el mercado.
El mercado se comporta como si fuese dirigido por una fuerza invisible: la mano invisible. El precio de equilibrio se determina por el comportamiento colectivo de muchos compradores y vendedores.
Aparecen la escasez o el excedente cuando el precio de mercado de un bien se sitúa, respectivamente, debajo o encima del precio de equilibrio.
Si el Estado interviene en la economía, puede distorsionar la asignación de recursos. Por ello, Adam Smith defendía una política de ‘dejar hacer, dejar pasar’ (laissez-faire).
Para Smith, el mercado es eficiente y el Estado no debería intervenir. El mercado, guiado por la mano invisible, responde a las tres preguntas básicas de manera óptima.
Los resultados del mercado son óptimos, aunque no perfectos, ya que no todo el mundo está satisfecho con ellos. Sin embargo, son óptimos en el sentido de que cada individuo ha conseguido los mejores resultados posibles dadas su renta y su talento.